Elías Botero Mejía, presidente de Famisanar. Viene de ser el gerente financiero de Pepe Ganga. Cortesía.

La Eps Famisanar es «famimatar» al interrumpir sin ninguna justificación el tratamiento oncológico a sus pacientes. En Bogotá, mientras su presidente Elías Botero Mejía recibía dos grandes premios de la organización Cuenta de Alto Costo,  a la joven modelo Melissa González se le suspendía abruptamente la quimioterapia por un cáncer de mama en su seno izquierdo.

Pareciera que todas las EPS están cortadas con la misma tijera. La diferencia entre unas y otras es que a veces usan tijeras oxidadas que hace más dramático el corte. Y Melissa González vive su propio drama por la tijera oxidada de Famisanar.

¿Por qué Famisanar es «famimatar»?

Con el estudio de caso de Melissa, tenemos varios hallazgos que expresan serias irregularidades cometidas por la Eps Famisanar en detrimento de la vida de los pacientes con enfermedades catastróficas. En especial, los pacientes con cáncer de mama.  No tienen —en la práctica— una política real de prevención para la detección temprana del cáncer.

La Eps Famisanar viola su propio Código de Conducta. Ninguno de los valores que dice practicar, los practicó en el tratamiento de Melisa González. Esos valores: Compromiso, Honestidad, Respeto, Solidaridad, Servicio, se convirtieron en valores vacíos con una paciente que solo esperaba continuidad en el tratamiento que iniciaron el pasado 29 de julio de 2020.

No hubo compromiso con la persona ni con el servicio que lo suspendieron el 4 de diciembre 2020 sin ninguna excusa valedera. Carecieron de honestidad, porque el día que le iban a hacer la cuarta dosis de quimioterapia, le dijeron que ya no se le podía hacer. No fueron capaces de decirle la verdad.

Tampoco hubo respeto con una persona que se encontraba vulnerable física y mentalmente. Fueron insolidarios con una paciente que, para seguir viviendo, necesita la continuidad de las quimioterapias. Violaron el valor del servicio. Demostraron que carecen de servicio al prójimo si éste no les representa dinero.

A Melissa no se le garantizó la continuidad en el tratamiento oncológico. Las quimios se las interrumpieron dos veces. Falló la información veraz, adecuada y a tiempo para la paciente.

Todos esos hallazgos se reúnen en la pésima atención de Melissa González, una bella joven deportista, modelo y activista de hábitos saludables. Son cinco (5) hechos que demuestran que Famisanar es «famimatar». Son hechos, no argumentos. Tampoco son opiniones de la paciente o de un periodista. «famimatar» es la resignificación del verdadero sentido de Famisanar.

Famisanar es Famimatar: todo por el dinero

¿Por qué Famisanar se ha convertido en un buen negocio para sus dueños y una condena a muerte para los pacientes de alto costo? La pregunta no es fácil de responder. Pero si el periodista investiga más allá de la publicidad oficial de la Eps, se dará cuenta que con la llegada de Elías Botero mejoraron los indicadores financieros. Pero bajaron sustancialmente los indicadores de calidad en la prestación de los servicios. Y esto en detrimento de los pacientes de alto costo como Melisa González.

Y también eso se explica por otra causa. Botero Mejía es un experto en generar sustantivas ganancias  a las empresas donde ha trabajado. Es un exitoso en eso. En el mercadeo, en las relaciones públicas y en la publicidad. Así lo demostró cuando fue gerente financiero de Pepe Ganga. De allí saltó a Famisanar. La salvó de la crisis financiera pero a costa de la vida de pacientes como Melissa González.

Uno cree que las Eps no pueden seguirse por el dios dinero, pero muchas de ellas fueron intervenidas por la carencia de un buen manejo de las finanzas. No porque el dinero lo hayan invertido en el servicio sino porque hicieron mal negocios en perjuicio de las mismas entidades. El dinero se quedaba en manos de terceros. Por ejemplo, Salucoop. Pero en el caso de Famisanar, la situación debe ser diferente. Aquí no son electrodomésticos, ropa, zapatos, o cualquier mercancía que se pueda comercializar y promover. Famisanar no es Pepe Ganga.

En el negocio de la salud se trata de gestionar algo valioso: la vida. Y esto es lo que la mayoría de las Eps no entienden. Para estas la salud es una mercancía. Es un jabón que es necesario ponerle olores y empaques bonitos para venderlo a mejor precio del mercado. Pero si uno aterriza en la realidad que está viviendo cada paciente, se encontrará que existe una deshumanización en la atención.

Esa es el verdadero drama que está viviendo esta bella modelo cuya vida sufrió un big bang cuando el 29 de julio de 2020 el oncólogo le dijo:

«Melissa, tienes cáncer de mama».

¿Qué pasaría si eres una deportista y con buenos hábitos y te dan una noticia de esa?

El drama de Melissa es el sistema

Melissa González, la protagonista de nuestra historia. Cortesía.

Pero el drama de Melissa no es el cáncer en sí. No es el estar viviendo la angustia de padecer una enfermedad catastrófica. Sufrir el cuerpo del dolor y la disfuncionalidad de alguna parte de ese físico que nos hace sentir orgulloso en tiempos normales. No. Ella no tiene el respaldo de su EPS que solo está guiada por el dios dinero. La inversión. La curva ascendente de las ganancias. Los balances financieros. El marketing.

Pero esas Eps se olvidan del verdadero objeto de su existencia: la paciente. Se olvidan del ser humano. Incluso, exprimen al personal médico que lo convierten en un recurso del cual se puede prescindir en cualquier momento. Lo convierten en una cosa como lo hacen con sus pacientes.

Al ser humano lo transforman en una mercancía. Tienen un precio. Una estructura de costo. Unas ganancias y unas pérdidas. Si el paciente se muere, ganan ellos. No tendrían que invertir ingentes cantidades de dinero en un paciente que supuestamente se va a morir en un breve lapso del tiempo. Lo peor, cuando al personal médico lo tratan así, lo transmite a los pacientes en una forma inconsciente.

Famisanar es «famimatar»: acaba con los sueños

Entonces el médico no ve a Melisa como una totalidad sino a un cáncer de mama alojado en la teta izquierda. ¿Y lo que Melissa siente? ¿Sus expectativas? ¿Su hija de 13 años? ¿Sus sueños y proyectos? Esto no cuenta en el sistema de salud guiada por la Ley 100/94. La salud, en suma, es un gran negocio. Si, es un excelente negocio para el capitalismo salvaje. No tiene corazón. Carece de sentimientos. No hay ternura. No hay amor.

Entre tanto a Melissa González se le debió reanudar la quimio el 4 de enero. Pero le anunciaron que nuevamente quedaba aplazada. ¿Hasta cuando?

El tiempo pasa. Cada segundo para Melissa es un día para Don Elías Botero Mejía, el presidente de Famisanar.  No obstante, Don Elías probablemente desconoce la suerte de Melissa González. No lo sabe. Quizás tampoco la gerente de Famisanar Bogotá. Ni los altos ejecutivos de Colsubsidio o Cafam.

Ellos —los dueños de Famisanar—están suficientemente ocupados de la curva financiera, de los balances, de las cuentas bancarias y de las ganancias. Solo podrán saber de sus pacientes cuando se trata de un familiar o amigo. Los demás solo son estadísticas de su éxito empresarial. ¡Son empresarios exitosos!

Melissa lanza un SOS. Escuchen su voz. Refleja angustia, temor e indignación. No sufre por la enfermedad sino por el sistema indolente que trata a los pacientes de enfermedades catastróficas como una cosa desechable. Y deben tutelar a las entidades para alcanzar una atención digna. Si acaso le hacen caso a la resolución judicial.

(Espere la segunda parte: La historia de Melissa).

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