La Bancada Caribe y la presidencia del Congreso, un costeño le entregó a otro. Lido García a Arturo Char.

La Bancada Caribe —en los casi 20 años de hegemonía del régimen de corte «neobonapartista de derecha»— siempre ha servido de apéndice a las directrices del poder centralista. Este poder está constituido por las élites del triangulo de oro: Bogotá, Cali y Medellín. La bancada nunca hizo un control político para mejorar las condiciones sociales y materiales de la gente caribe. Tampoco para el país.

Igualmente, es necesario decir que son 61 parlamentarios. Una bancada numerosa. O sea, el 30% del congreso. Todo un poder parlamentario. ¿Poder Costeño? Es una caricatura de poder democrático de la región Caribe. De qué sirve tener poder si no se ejerce. Distinto al 30% que el paramilitarismo llegó a tener en forma directa. Salvatore Mancuso lo dijo en el congreso cuando se desmovilizó. Y lo usaron a su favor.

Una numerosa pero pobre Bancada Caribe

 

La primera hipótesis con la que nos encontramos es la crisis de liderazgo del parlamentarismo costeño. No existe una figura líder. ¿Quiénes se han destacado de los 61 parlamentarios? Javier Cáceres Leal fue uno de los congresistas más destacados oriundos del Caribe en estos 20 años de uribismo. No por su producción legislativa sino por el control político. Este es un papel muy importante de la corporación. Asumió la presidencia del Congreso y trascendió a nivel nacional. Aunque terminó preso por orden de la Corte Suprema de Justicia por apoyo al paramilitarismo, su papel fue destacado.

PARTIDO O MOV. SENADORES REPRESENTANTES TOTAL CONGRESISTAS
Cambio Radical 11 6 17
Partido de la U 9 7 16
Partido Conservador 6 5 11
Partido liberal 4 4 8
Centro Democrático 0 5 5
Opción Ciudadana 24 0 2
Alianza Verde 1 0 1

Elaboración propia con información de Caribe Visible.

El presidente del Congreso de la saliente legislatura, Lidio García Turbay, lideró la corporación. Lo sorprendió la turbulencia del Covid—19. Quizás esta situación opacó su gestión legislativa. Pero en términos generales, no hizo nada como para salirse del redil del sistema dominante.

Al terminar el año, Eduardo Pulgar fue arrestado por orden de la Corte Suprema de Justicia. Existen varios delitos que pudo haber cometido y por el cual es procesado. Su situación es un presagio de lo que le pueda suceder a la Bancada Caribe en 2021.

La Bancada Caribe con Arturo Char

Por otra parte, Arturo Char Chaljub, presidente del congreso, exponente de la élite dominante de Barranquilla, asumió ese cargo con una «Espada de Damocles». En cualquier momento puede caer. La Corte Suprema de Justicia también lo investiga por concierto para delinquir. Además de otros delitos relacionados con el sufragio universal denunciados por la exsenadora Aida Merlano.

Sin embargo, la crítica política señala que durante estos seis meses de su presidencia en el congreso, Arturo Char lo hizo con serenidad y ecuanimidad. No hubo reyertas políticas. Supo manejar las sesiones presenciales para elegir procuradora, magistrado de la Corte Constitucional y la Comisión de Disciplina que reemplazara a la Sala Disciplinaria de la Judicatura.

¿De qué nos sirve que la presidencia del congreso siga en manos de parlamentarios costeños si tal poder no se ha traducido en una mejora para nuestra gente? Tal es la verdadera realidad que le depara a la región en el próximo año.

Caribe, una región hambrienta

Debemos decir con inquietud que la región Caribe es una de las más pobres. De los departamentos que la constituyen, solo Atlántico se destaca en el orden nacional. En tanto que la pobreza de los demás departamentos es tan grande como sus territorios. Siendo La Guajira, el segundo más pobre del país, y Magdalena, el cuarto.

Por otra parte, la calidad de vida está en una franca caída. Según las encuesta de percepción que realiza el sistema Cómo Vamos, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta viven un problema de hambre. Durante la pandemia y en la etapa de reactivación económica, más del 30% de los ciudadanos padecieron hambre. Barranquilla presentó la cifra más altas, 33%.

Eso quiere decir que el modelo desarrollista de las ciudades colombianas y, específicamente, de la región Caribe no resuelve el problema de la pobreza y de las precarias condiciones materiales de la población. Por ejemplo, ninguna de las obras faraónicas de Barranquilla elevó el nivel de vida de la mayoría. Excepto que incrementaron las ventas de algunos vendedores ambulantes que se sitúan en su alrededor. Y esta ciudad, que está en poder de una élite política y económica desde que irrumpió con el uribismo, la calidad de vida se ha deteriorada radicalmente. El barranquillero sobrevive con el rebusque.

En consecuencia, al bajar la calidad de vida, el cuerpo se deteriora, se enferma. Esto, a su vez, provoca un incremento de enfermos que necesitan más del sistema de salud. Pero cuando lo buscan, se convierte en un cuello de botella y no lo encuentran. La realidad es que durante la pandemia, el sistema colapsó en Barranquilla y Cartagena.

La hegemonía Uribista

Con la hegemonía uribista de este período —salvo breve matización de los 8 años de Juan Manuel Santos—, el avance social y ambiental, la seguridad ciudadana y la reducción de la pobreza, son las grandes frustraciones políticas del país. En este tiempo, los congresistas se han limitado a aprobar todos los proyectos del Presidente, independientemente de quien ocupe ese cargo.

Cabe anotar que de los 61 parlamentarios de la Costa Caribe, solo 5 son del centro Centro Democrático. ¿Por qué los otros 55 se van a la cola del león? Con excepción del representante de Alianza Verde, Iván Name Vásquez, los demás se pliegan al mandatario de turno. ¿Es una falta de conciencia? No actúan por lo que dicen actuar sino por sus instintos estomacales.

La soledad y el silencio del capitolio fue el escenario ideal de un presidente que enriqueció a las élites en tiempo de pandemia y de reactivación económica de este 2020. No hubo una sola voz disonante de control político durante este período que debe concluir en el 2022, a excepción de lo que hace la oposición de izquierda. La mayoría del congreso no tuvo identidad propia. Mucho menos los congresistas del Caribe.

¿Cómo podemos pedirle control político a la Bancada Caribe si solo se identifica así para obtener beneficios burocráticos? Está lejos de los intereses estratégicos, macroeconómicos y microeconómicos de la gente caribe? Unas veces se reúne con el fin de pedir mayor atención al Canal del Dique o el Canal Navegable de Bocas de Ceniza de Barranquilla. Uno que otro proyecto de ley de beneficio regional local que no tiene trascendencia, con algunas salvedades.

¿Existe una Bancada Caribe?

¿Realmente existe una Bancada Caribe? ¿Para qué? ¿Cuál es su derrotero programático? ¿Con quien está matriculada? ¿Con el poder de turno o con la gente? ¿Sus fines son burocráticos y de intereses mezquinos del gran poder económico de las regiones? Como criterio de pertenencia a la Bancada Caribe, se define su nacimiento o que su carrera política la hayan hecho en algún municipio de la región.

Si la Bancada Caribe existiera, nuestra región fuera una de las más próspera del país. Estamos en el Norte. Tenemos mares. Contamos con una exuberante naturaleza y gozamos de gente optimista, positiva, y emprendedora. La población barranquillera es prototipo de esa energía.

Pero la realidad es que el Caribe es una de las regiones más atrasadas. La Guajira, Magdalena, Sucre y Córdoba están en el top de los departamentos más pobres del país, según el Dane. En la última medición, solo Atlántico (27%) presenta menores niveles de incidencia de la pobreza con la nueva modalidad de nivel de ingresos.

La pobreza multidimensional y la desigualdad son las principales consecuencias de una pésima gestión de nuestros recursos naturales. Pero también de la falta gestión de políticas sociales que consulten con las necesidades reales de la población.

El «triangulo de oro»

Antonio Zabarain apeló a la Bancada Caribe para la emergencia Salamina/El Piñón.

La idea no es que incluyan al Caribe en el «triangulo de oro». No. Esa política excluyente no debe ser la pretensión de nuestra Bancada Caribe. Queremos la igualdad de oportunidades para desarrollar nuestras potencialidades. Que ese desarrollo no se quede en pocas manos. Que los beneficios de la productividad nacional se distribuyan equitativamente en toda la nación.

Si no se asume un papel de bancada, los parlamentarios seguirán siendo instrumentos para el fortalecimiento de las políticas centralistas del «triangulo de oro». Mientras tanto, los parlamentarios costeños deben limitarse a buscar el apoyo para obras menores o para atender alguna emergencia.

Por ejemplo, el senador Antonio Luis Zabarain Guevara, buscó el respaldo de 61 Congresistas de la Región Caribe para presentar constancia en la Plenaria del Senado de la República. Se trataba de una carta enviada al presidente Iván Duque Márquez para que interviniera  en la reparación del boquete generado por la erosión en la vía Salamina / El Piñón, en el kilómetro 2.5 – sector de “Los Tamarindos”. Si bien es una obra menor, para esa población es esencial.

¿Existe la Bancada Caribe? Que se reúna para tomar una decisión coyunturalista y no estratégica y programática  no significa que realmente tengamos una bancada. ¿Cuáles son sus puntos divergentes o convergentes con el régimen «neobonapartista» dominante? Esa bancada solo se revive cuando se definen los presupuestos.

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