El paro nacional convocado para el 21 de noviembre en Colombia, no tuvo el efecto negativo que muchos radicales esperaban, por el contrario, la gente marchó pacíficamente. Aunque se observó algunos intentos por perturbar el orden público, de parte de ciertos inadaptados, pero los organismos de seguridad actuaron a tiempo.
El paro nacional en Colombia, fue el centro de atención para toda América Latina y el resto del mundo, debido a la magnitud del mismo, ya que el país no tiene antecedentes de ese tipo de protestas. Desde 1977 no se había gestado un movimiento nacional como el del 21 de noviembre de 2019. El cual generó mucha tensión en la población colombiana.
Quizás, el más interesado en crear temor entre los colombianos haya sido el mismo gobierno del presidente Iván Duque y su aliado Álvaro Uribe Vélez, quienes no son bien visto por el pueblo, ante un paquete de medidas que pretenden imponer, tales como: la propuesta de reducir el salario para los jóvenes hasta ubicarlo en 75% del salario mínimo y los supuestos planes para eliminar la parte pública del sistema de pensiones. También se acusa al gobierno de querer privatizar empresas estatales como Ecopetrol.
El asesinato de lideres comunitarios y los fallidos acuerdos de paz, también se sumaron a los motivos del paro del 21 de noviembre.
Tarea del Gobierno Nacional
Ahora le toca al Gobierno Nacional, la tarea de corregir ciertos aspectos dentro de su plan de políticas económicas, porque ya los colombianos se expresaron. Y cuando los pueblos despiertan la cosa se les pone difíciles a los gobernantes que manejan sus estrategias a base de imposiciones.
Hecho inédito en la protesta
Cuando ya se pensaba que la actividad cívica nacional había concluido, afloró un evento sorpresivo, en algunas barriadas de las distintas capitales colombianas, surgió otro elemento de protesta, el llamado “cacerolazo”, que no es más que hacer sonar las ollas u otros elementos metálicos de manera contundente, para a hacer sentir una inconformidad colectiva.
Ese tipo de actividad social, es común verlas en otros países vecinos, por ejemplo: Venezuela, Argentina, entre otros.