Ahora, tras más de siete décadas de la aparición de lo popular, de la subalternidad en el escenario político, las fuerzas que lo acallaron buscan aplaudirlo. Es ya usual ver a las facciones más diversas del establecimiento dominante emitir expresiones de aprecio, de fervor hacia Gaitán cada que el calendario pasa por la estación 9 de Abril.
Vale entonces subrayar la importancia de algunos factores que explican la singularidad de la figura de Jorge Eliécer Gaitán. Su estatura política e histórica alcanzó a propiciar la ruptura exigida por los grandes cambios sociales por los que él lucho, y marcó un punto de quiebre de tal contundencia que 9 de Abril es una ruptura en la historia nacional.
Por hoy son dos los factores que me permito resaltar:
1.En Jorge Eliécer Gaitán confluyeron dinámicas de lucha de expresiones diversas, pero de acentos comunes entre ellas. Se le recuerda con acontecimientos como la matanza de las bananeras. Fue él quien, en 1929, poco después de cometido este crimen, marcó un hito en la historia parlamentaria del país con el debate que planteó en torno a la responsabilidad del Estado en esa masacre. No fue el de Gaitán un debate anodino. Se trató de una movilización ciudadana, con manifestaciones callejeras incluidas, que contribuyeron al derrumbe de la hegemonía conservadora de entonces representada en el gobierno de Miguel Abadía Méndez. Después vendrían las décadas de la república liberal que, si bien no llevó el crimen de las bananeras a sus consecuencias justas, sí consiguió oxigenar de alguna manera el ambiente represivo y conservadurista del mundo político colombiano.
Un asunto para seguir la investigación historiográfica, sería determinar si el tema de lo popular ya había capturado antes la atención de la agenda parlamentaria en Colombia. Esto es, si algún congresista se había dado a la tarea de decirle al país que la rama legislativa del poder público tiene que ocuparse de que la retórica jurídica se haga concreta en la vida cotidiana de ciudadanos y ciudadanas protegiéndolos del abuso del poder, del atropello de la fuerza pública y de la voracidad del gran capital.
Es muy probable que lo de Gaitán en 1929 revista de una importancia histórica aún mayor, por cuanto su debate se constituye en piedra angular de las construcciones de las resistencias subalternas a las hegemonías que aún perduran. Si ya desde el año anterior, 1928, los trabajadores de la United Fruit Company en el departamento del Magdalena se habían organizado para defender sus derechos, es porque la subalternidad, se constituye en actor social en el fragor de las luchas de resistencias. En este sentido, me aventuro a sugerir que Gaitán surgió como un intelectual orgánico tal como Gramsci lo habría de concebir después.
Es este uno de los puntos en los cuales radica la importancia de considerar a Gaitán como punto de origen vital de las luchas sociales en Colombia. La fecha del magnicidio se destaca, no solo por el significado que ha venido labrando al paso del tiempo, sino porque planteó con claridad los términos de esa lucha. Se trata en el fondo de la constitución de contrahegemonías, de nuevos consensos en los que los subalternos reclaman su lugar en la mesa y plantean otros arreglos sociales, económicos y políticos más acordes con las líneas gruesas de los ideales democráticos.
2. La clarificación de ese punto de origen lleva al segundo factor en consideración a la hora de discernir a Gaitán en el continuum de la historia nacional. Se trata de la pluralidad de voces con las que concluyó el acápite anterior. Se menciona el debate en torno a la masacre de las bananeras a modo de ilustración, pues la labor de Gaitán fue muy amplia. En él se dieron cita las voces de diversos frentes del amplio espectro social de lucha que conforma la subalternidad. “No soy un hombre, soy un pueblo,” es una de sus frases que quedó grabada en la historia colombiana. Adelantándose a lo que pensadores como Jacques Lacan irían posteriormente a reflexionar, Gaitán descubre que el ser, el yo, es una entidad múltiple constituida por una red de yoes. La voz de Gaitán era la suya, y también era la de una gama amplia de sectores que, encontraron en Gaitán su canal de comunicación.
Recuérdese que Gaitán, en ese famoso discurso, no se limitó a describir la pluralidad que lo habitaba. También pasó a calificarla cuando añadió: “…y el pueblo es superior a sus dirigentes.” Si los estudiosos de la subalternidad llegan a necesitar una descripción sucinta, breve, de lo que constituyen lo subalterno y sus luchas, que se remitan a ese discurso.
Gaitán no se limitó tan solo a llevar la subalternidad al Congreso de la República. Él buscó llevarla al poder. El constituyente primario asumió conciencia de sí en las palabras y luchas de Gaitán. No podía ser de otra manera. El mismo Gaitán reconocía que los saberes y sus mensajes son parciales. Se le recuerda advirtiendo: “…ir al corazón de la verdad para lograrla toda, pero no sacar de allí sino el jirón que armonice con nuestro propio gusto.”
La pretensión de estar en poder absoluto de un relato que explique de manera exhaustiva la complejidad de la verdad es obsesión de las castas dominantes. Gaitán, al contrario, es consciente de que, si bien la verdad puede articularse de manera satisfactoria, son tan solo parcelas de esa verdad las que se pueden traer a la mesa de los grandes diálogos nacionales. En esas palabras hay una apuesta. Gaitán se la jugó con y por lo de abajo. Los subalternos.
Es este uno de los aspectos centrales de su figura, mensaje y lucha, un punto determinante de nuestra historia contemporánea que parte en dos el relato nacional. Después del 9 de Abril el país no ha podido ser el mismo, el que fue antes, a despecho de los esfuerzos cada vez más brutales que el poder dominante sigue haciendo para cerrarle los espacios a los subalternos.
Diríamos, entonces, que Gaitán fue punto de ruptura, tenemos en él a un punto de quiebre de tal magnitud que justo por estos días los poderes dominantes, la hegemonía vigente, ya no puede ocultar el resquebrajamiento de su edificio. Se sostiene sobre las bases endebles de la noticia falsa, la mentira, la falacia y el aplastamiento del sujeto.
¡Gaitán Vive!