El viernes 28 de mayo, un mes después de iniciado el Paro Nacional, se destapo sin ninguna vergüenza de parte de este gobierno la estrategia del asesinato, desaparición y tortura de la juventud empobrecida que ha tenido la osadía de levantar su voz y de reclamar sus derechos. Nuevamente civiles armados (paramilitares), como se vio tantas veces en las masacres del campesinado en todo el país, disparaban al lado de la policía que estaba de uniforme y también fuerza pública de civil; todo esto grabado y transmitido por miles de videos que hoy son la prueba del horror que vivieron los barrios en Cali y la Universidad del Valle.
También se llevaron los estudiantes a centros improvisados o clandestinos de detención que se han constituido en un recurso recurrente en el contexto de las represiones policiales y de las protestas ciudadanas. Algunos, como el Estadio Nacional de Santiago, Chile, se han convertido en símbolos que recuerdan historias que no se deben repetir. En Cali se han publicado los videos de centros de tortura bajo el control de la fuerza pública. Igualmente están documentados los nombres de los desaparecidos que se llevaron detenidos de los puntos de la movilización y los bloqueos.
También quedo sin esclarecimiento el caso del almacén Éxito Simón Bolívar, sector de Calipso, en Cali. Desde el 19 de mayo empezaron a circular informaciones que indicaban que ese almacén había sido utilizado como un centro de retención en el que se les sometió a los detenidos a la tortura, incluso a la muerte, y nunca entregaron los videos de lo que allí sucedió.
Los medios masivos han ocultado el tamaño de la tragedia que se esta viviendo, y por la vía del silencio se hacen cómplices de esta estrategia del uso del terror por parte del Estado, y por otro lado la comunidad internacional se ha pronunciado en diferentes lugares, pero sin medidas contundentes para que no continúe esta acción criminal de un gobierno que estimula la acción de civiles armados con fuerza pública en una guerra declarada contra la ciudadanía.
Las imágenes de lo que ocurre en Cali nos han llevado a recordar lo que el ejército chileno hizo contra sus ciudadanos en el estadio de fútbol de Santiago. De manera similar, fue inevitable recordar que esas estrategias de represión policial le hacen eco a las que en el pasado implementó la dictadura argentina: “Este… accionar represivo no puede ser separado de la estrategia de disciplinamiento y terror social implementada por la dictadura: a la vez clandestino y público, ilegal y al mismo tiempo inscripto en un marco legal provisto por el Estado y sus instituciones, deliberadamente secreto pero no por ello completamente invisible, no sólo se fijó como objetivo desarticular la movilización social y política que había precedido al golpe de Estado, sino actuar como un mecanismo ejemplificador sobre el conjunto de la sociedad.”
El piso ético y legal de este gobierno ha desaparecido, con el decreto 575 pretende terminar la movilización a sangres y fuego, militarizando los departamentos, ordenando detenciones y aceptando la tortura como es propio de las dictaduras.
Así como desapareció toda una sección de una de las tribunas del Estadio Nacional, de Santiago, que está allí, sin público, para que no se olvide que las ausencias de personas detenidas clandestinamente, torturadas y desaparecidas, son también las ausencias del derecho, de la justicia y del reconocimiento de la validez de la protesta ciudadana.
Vamos a seguir luchando hasta construir un nuevo país, con una verdadera democracia, donde no quede impune ninguno de los crímenes cometidos, y la nueva generación sabe que no será en vano este sacrificio.