.: VoxPopuli Digital :.

Petrona Martínez

Petrona Martínez: de las orillas de un arroyo en Bolívar a los escenarios del mundo

Nacida en 1939 en San Cayetano, Bolívar, Petrona Martínez creció entre cantos, tambores y la tradición oral de su familia. Desde pequeña alternó el oficio doméstico con el canto espontáneo en reuniones y fiestas, herencia que recibió de su abuela Orfelina y su bisabuela Carmen Silva, mujeres bullerengueras que marcaron su destino musical.

Durante décadas, antes de alcanzar la fama, trabajó junto a su esposo, Tomás Enrique Llerena, y sus hijos sacando arena de un arroyo en Palenquito. En esos días, cantaba en comparsas y grupos locales como “Los Soneros de Gamero” y “Los Tambores de Malagana”. Su voz, inconfundible y llena de fuerza, empezó a resonar en fiestas populares y carnavales, llevando consigo historias del Caribe profundo.

El punto de inflexión llegó en 1995 con su primer disco, El folclor vive, grabado en un estudio prestado. Un año después, tras el asesinato de su hijo Luis Enrique, la música se convirtió en refugio y homenaje. En 1997, el documental Lloro yo, el lamento del bullerengue, dirigido por la francesa Lissete Lemoine, la llevó a escenarios internacionales. Radio Francia Internacional patrocinó su álbum Le bullerengue (1998), que abrió las puertas de Europa, Norteamérica y América Latina a su arte.

Un legado que trasciende generaciones

En las últimas tres décadas, Petrona ha grabado discos emblemáticos como Bonito que canta, Las penas alegres y Mi tambolero, ha sido nominada dos veces al Grammy Latino y ha compartido tarima con artistas como Juanes, Aterciopelados y Bomba Estéreo. En 2015 recibió el Premio Nacional de Vida y Obra del Ministerio de Cultura, consolidándose como “la reina del bullerengue” y salvaguardando un ritmo que estuvo al borde de la desaparición.

Aunque sus giras la llevaron por más de 20 países, nunca perdió su conexión con el campo. Entre viajes, extrañaba sus gallinas, las plantas medicinales y el olor a tierra húmeda. Esa sencillez, unida a la fuerza de sus letras, ha hecho que su música hable de la vida diaria con verdad y sentimiento.

En 2017, un accidente cerebrovascular la obligó a retirarse temporalmente. Desde Arjona, Bolívar, ha visto cómo su hija Joselina y otros descendientes continúan el legado familiar. “La semilla del bullerengue ya está en todas partes”, asegura Stanley Montero, su gaitero de confianza.

Hoy, a sus 86 años, la maestra enfrenta un nuevo reto de salud. El pasado 6 de agosto fue hospitalizada por complicaciones derivadas de un cuadro viral. Inicialmente atendida en Arjona, tuvo que ser remitida al Hospital Universitario del Caribe, en Cartagena, donde permanece estable bajo observación estricta debido a sus antecedentes médicos.

Mientras recibe cuidados, su voz sigue viva en cada tambor, en cada coro y en cada historia que resuena desde el Caribe colombiano hacia el mundo. Petrona Martínez no solo cantó bullerengue: lo convirtió en un símbolo de identidad y resistencia cultural.

Share.