Más que un problema de presupuesto, la educación es un problema de calidad, eficiencia y eficacia. ¿Sabe un ministro de Educación, al menos en los últimos 10 años, lo que es dar una clase a niños y jóvenes de escuelas secundarias en estratos bajos? ¿Saben lo que significa llevar un proceso a unos jóvenes con condiciones sociales llenas de violencia, maltrato, entre otros, problemas asociados a la educación? ¿Han vivido la adrenalina de estar en un aula de clases con más de 50 estudiantes en escuelas estatales y sobre todo de los estratos 1 y 2?
Esas preguntas y otras más, como yo, seguramente muchos de los educadores del país se hacen al enterarse con la posesión del nuevo ministro de educación elegido en cada gobierno. El análisis lo realizaremos tomando en cuenta los últimos 10 ministros.
Todo inicia con el exministro Arturo Sarabia Better, quien estuvo en el cargo en el año 1994 hasta el 1995, antes de ver su hoja de vida los siguientes puntos para analizar: fue ministro por un año. El presidente en aquel entonces era Ernesto Samper Pizano, aclaro en la nota no digo el doctor Cesar Gaviria porque debemos recordar que al hablar de educación solo aquellos con doctorado se consideraran así, pero el tema principal es el ministerio de educación. Arturo Sarabia estudió derecho y ciencias social en la Universidad de los Andes, además, especialización en derecho de la integración económica. Dentro de los cargos público, además de haber sido Ministro de Educación, fue embajador de Colombia en Uruguay y Portugal. En su año en el ministerio se dice en diferentes medios que intentó trabajar en el fortalecimiento de la ley 115 pero no cumplió con las expectativas. Tal vez por eso duró poco en el cargo.
Una publicación del diario EL TIEMPO , 15 de julio de 1995 titulado EL POBRE BALANCE DE LOS MINISTROS QUE SALEN, dice que Sarabia había asegurado bastantes recursos para ejecutar los planes que demandaba la ley de educación que regiría desde ese año. Esto implicó aumentos en recursos educativos de hasta un 66%, sin embargo, el mal manejo de los conflictos con instituciones privadas y el aumento del salario a los maestros con el instintivo que debió ser utilizado para ejecutar los planes de la ley 115 de educación fueron unas de las fallas que bajarían su popularidad. Esto fue aún más grave cuando encargó las sanciones a colegio, tarea que según el diario tenían las secretarias de educación desde 1991. Lo peor fue que no se cumplió y se dio su salida.