Apreciado honorable Magistrado:
Por razones de vivir desde hace muchos años fuera de la ciudad de Cartagena, mi tierra natal y por estar consecuentemente, totalmente desligado de muchos colegas amigos y de quienes fueron mis profesores en la Universidad de Cartagena, facultad de Derecho, varios de ellos fallecidos, otros jubilados, muchos de los cuales otrora ocuparon con dignidad y decoro, el cargo que usted hoy ostenta. En iguales circunstancias, con decoro y honestidad, me dirijo a usted públicamente, porque se que en estos tiempos la corrupción carcome a este pobre país, y por lo mismo se ha perdido la ética, y los principios, y es usted un funcionario sabio y correcto. Es decir, que entre las excepciones está usted para hacerle una pregunta que es la siguiente:
¿Las peticiones y demandas, denuncias etc, que en esta sazón, ocasión, o punto, que llegan a los estrados judiciales se resuelven por orden de llegada, o si por el contrario aún existen tratamientos preferenciales que están normalizados para darles salidas preferenciales a ciertas pretensiones que revistan un particular o singular tratamiento, por escondidas influencias, y en otros casos por razones inexplicables, estando aún ya fallados, se dejan como en un archivo pasivo, cuando ya es un derecho reconocido, como por ejemplo, las demandas en contra de la Registraduría del Estado Civil?
Hoy, distinguido doctor Villalobos, pese a que soy abogado en uso de buen retiro, me dedico a escribir y a ejercer el periodismo, en aras de servirle a la sociedad y también para orientar a quienes teniendo derechos y en algunos casos ya fallados sus pedimentos, luego sospechosamente se anclan en la segunda instancia, inclusive hasta en la casación, abusando del derecho que tienen los afectados, y en especial de su paciencia, que afecta sus estados anímicos, causando lesiones del orden psicológico familiar, por desesperación, angustias y decepción de la justicia y sus funcionario. Hay que devolverle la majestad al poder judicial, como la tenía en mis tiempos en que ejercí la judicatura.
El propósito de mi consulta apreciado doctor Villalobos, está encaminado a tener bases suficientes para responderles a muchas personas que se quejan de la lentitud del poder judicial, y de la fiscalía. Es sabido que no hay efecto sin causa y esta es la que me interesa saber. Para terminar, deseo obsequiarle un libro de mi autoría, que ha sido prologado por Don Juan Gossain, y que tiene como título: EL DIABLO CON TOGA para que me honre, si a bien lo considera, ingresándolo a su biblioteca personal. Con sentimientos de consideración y de respeto del señor Magistrado.
senengonzalezvelez@hotmail.com
Toronto Canadá.