
En los últimos días, Colombia ha sido escenario de varios atentados que han reactivado el debate sobre la seguridad y la persistencia del conflicto armado. Los hechos más recientes ocurrieron en Cali, Antioquia y Caquetá, donde ataques con explosivos y acciones contra la fuerza pública dejaron un alto número de víctimas.
En la capital del Valle del Cauca, seis personas murieron tras la detonación de un artefacto en una instalación militar. En Antioquia, trece uniformados perdieron la vida luego de que un helicóptero de la Policía fuera derribado en zona rural. Mientras tanto, en Caquetá, un explosivo estalló a escasos metros de la alcaldía municipal. Estos ataques encendieron las alarmas porque recuerdan episodios del pasado reciente, en el que la violencia marcaba la vida diaria del país.
La violencia se acerca a los centros urbanos
Durante los últimos años, los principales focos de violencia se concentraban en regiones apartadas como el Catatumbo, el Cauca y el Putumayo. Sin embargo, el atentado en Cali mostró que los grupos armados ilegales buscan expandir su accionar hacia las ciudades principales, golpeando objetivos estratégicos y con alta visibilidad mediática.
Hasta hace poco, solo el Ejército de Liberación Nacional (ELN) había realizado este tipo de ataques, generalmente de forma aislada. La reciente participación de disidencias de las extintas FARC en ofensivas de gran escala sugiere una reconfiguración del conflicto y un aumento de la amenaza a la seguridad en áreas urbanas.
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Antecedentes de violencia en Colombia
Colombia ha atravesado varias oleadas de violencia en las últimas décadas. En los años noventa, el Cártel de Medellín, bajo el mando de Pablo Escobar, desató una guerra contra el Estado. Se calcula que perpetraron más de 600 atentados, que dejaron al menos 402 muertos y más de 1.700 heridos. Testimonios de antiguos sicarios aseguran que la cifra real de víctimas mortales pudo superar las 6.000 personas.
La época estuvo marcada por ataques con bombas en supermercados, entidades bancarias, colegios y sedes gubernamentales. Entre los hechos más dolorosos se recuerda el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, el 18 de agosto de 1989, un crimen que sacudió al país y que simbolizó la gravedad de la violencia política y del narcoterrorismo.
En paralelo, los grupos paramilitares extendieron su control en varias regiones del país. Sus operaciones incluyeron masacres, desplazamientos forzados y la disputa violenta por territorios clave para el narcotráfico, la minería ilegal y otras economías ilícitas. Tras su desmovilización, estructuras criminales como el Clan del Golfo heredaron parte de su capacidad de acción y continúan presentes en varias zonas.
El acuerdo de paz y los retos de la seguridad
La firma del acuerdo de paz en 2016 con las FARC representó un punto de inflexión en la historia reciente. Más de 13.000 combatientes se desmovilizaron y se reincorporaron a la vida civil. Sin embargo, la implementación ha enfrentado dificultades. Excombatientes y líderes sociales han sido asesinados en distintos departamentos, y en varios territorios las disidencias de las FARC, junto a otros grupos ilegales, han llenado el vacío dejado por la guerrilla desmovilizada.
El Ejército de Liberación Nacional (ELN) sigue activo y ha protagonizado atentados de alto impacto. Uno de los más recordados ocurrió en enero de 2019, cuando un carro bomba explotó en la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, en Bogotá, dejando 23 muertos y más de 100 heridos.
Atentado contra Miguel Uribe Turbay
La violencia política volvió a ocupar titulares en 2024. El 7 de junio, el senador y excandidato presidencial Miguel Uribe Turbay fue víctima de un atentado mientras participaba en un acto de campaña en Bogotá.
Un joven, camuflado entre la multitud, le disparó en varias ocasiones a corta distancia. Uribe Turbay resultó gravemente herido y, pese a los esfuerzos médicos, falleció el 11 de agosto debido a complicaciones derivadas de las heridas. Su asesinato impactó de manera contundente el panorama político nacional y recordó la época en la que los atentados contra figuras públicas eran frecuentes.
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Una violencia que se transforma, pero no desaparece
Los recientes atentados han generado cuestionamientos sobre si Colombia está regresando a una época de guerra. Sin embargo, lo que muestran los hechos es que la violencia nunca desapareció por completo. A lo largo de los años ha cambiado de actores, de territorios y de modalidades, pero se mantiene como una amenaza constante para la seguridad nacional.
El país enfrenta hoy un escenario complejo: mientras se intenta consolidar la paz con algunos grupos, otros avanzan en la disputa por el control territorial y económico. Más que un regreso al pasado, los hechos actuales confirman que la violencia en Colombia sigue siendo una realidad presente que aún no encuentra solución definitiva.