
Un precandidato presidencial disparado en plena tarima pública parecía un recuerdo de los tiempos más oscuros de violencia en Colombia. Sin embargo, ocurrió este sábado de 2025 en Bogotá, cuando Miguel Uribe Turbay, senador y aspirante presidencial por el partido Centro Democrático, fue víctima de un atentado mientras ofrecía un discurso ante simpatizantes en la localidad de Fontibón.
El hecho tuvo lugar hacia las 5:00 p.m. hora local, dejando al político gravemente herido. Trasladaron a Miguel Uribe Turbay a la clínica Fundación Santa Fe, donde ingresó a cuidados intensivos y recibió varios procedimientos quirúrgicos. Actualmente, su estado es crítico y el pronóstico reservado.
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Una vida marcada por la violencia
Este atentado no solo conmociona por su gravedad, sino por su resonancia histórica y personal. Miguel Uribe Turbay nació en 1986 en el seno de una familia atravesada por el conflicto colombiano. Es hijo de Diana Turbay, reconocida periodista y directora del noticiero Cripton, quien fue secuestrada y asesinada por el Cartel de Medellín en 1991 durante un intento fallido de rescate.
Desde entonces, su vida quedó marcada por la violencia que ha asolado a Colombia durante décadas. Criado por su abuela tras la tragedia, Uribe se formó como abogado con estudios en políticas públicas y administración pública en la Universidad de los Andes y Harvard. Años más tarde, su compromiso con lo público lo llevó a la política, primero como Secretario de Gobierno de Bogotá, luego como candidato a la alcaldía en 2019, y actualmente como senador.
Una historia que se repite
El atentado contra Miguel Uribe revive los ecos de figuras como Luis Carlos Galán, asesinado en 1989 por enfrentarse abiertamente al narcotráfico en su aspiración presidencial. Colombia ha vivido una larga secuencia de líderes políticos silenciados por defender ideas incómodas para ciertos poderes ilegales. La violencia política, lejos de ser un fenómeno superado, sigue acechando el sistema democrático del país.
Lo ocurrido demuestra que aún hoy una candidatura presidencial puede costar la vida, especialmente cuando se confrontan intereses profundos o se desafía el orden establecido. La capital del país, Bogotá, vuelve a ser escenario de un hecho que muchos pensaban cosa del pasado.
Democracia en riesgo
La agresión contra Uribe Turbay, en plena campaña presidencial, debería ser una alerta nacional. No se trata solo de un ataque contra un individuo, sino de un atentado directo contra la participación política y las libertades democráticas. En un país que intenta dejar atrás décadas de guerra, narcotráfico y corrupción, estos actos reflejan cuán frágil sigue siendo el camino hacia la convivencia y el respeto por la diferencia.
La historia de Miguel Uribe no es solo política; es profundamente simbólica. El hijo de una víctima del narcoterrorismo, ahora víctima él mismo de un nuevo ciclo de violencia, representa a un país que no ha cerrado sus heridas. Colombia debe decidir si repite su historia una y otra vez o si, finalmente, construye una democracia donde disentir no sea un riesgo de muerte.