Por Bruno Elías M.
Vamos a los orígenes del arte occidental. En los griegos existió un término en la lengua ática: Tekné; era la expresión en la lengua de Platón y Aristóteles. Los latinos medievales lo tradujeron con la palabra `ars´. De ahí el error casi universal de traducir el termino Tekné por “arte”, en castellano e inglés. El termino Tekné en la Metafísica (en 981ª 5) es un derivado de la palabra empírea, es decir, una forma del conocimiento humano racional y consciente. La Tekné surge cuando muchas empíreas o experiencias se unifican en un solo punto del pensamiento y se produce en el experto una manera del conocer. Y esta forma de conocer, denominada Tekné, tiende a ser universal, a diferencia del empírico puro o trabajador manual de una obra, quien solo posee las habilidades en lo singular de sus actuaciones y no genera saber universal. La palabra Tekné, inicialmente, entonces, no tiene nada que ver con los juicios del gusto o del sentimiento; tiene que ver con una obra física que se hace con razón y búsqueda de universalidad. Pero, bueno, ¿cómo se da ese parentesco entre lo bello y la Tekné? Los griegos no veían lo bello como aislado de lo físico. Veamos un término que es pariente estético: Poiesis, que no es propiamente “poesía”. En la etimología ática es un derivado de `Poiew´, que es un verbo que en ático significa fabricar, hacer, es decir, una derivación hacia lo sustantivo; y esta palabra nos arrastra a otro término, Poietes, fabricador, hacedor, artesano, creador de algo por cuenta propia. La palabra Poiesis, de donde se deriva poesía, no tenía nada que ver con el poema sino con la obra que se fabrica; tampoco con la belleza en sí misma, para la cual los griegos tenían otra categoría, Kalos, este último un adjetivo que significa hermoso. Tá kalá, las cosas hermosas, las elegancias de la vida. Tó kalón, lo hermoso, el bien, la virtud. Y he aquí donde la lengua griega une lo bello con lo hermoso, que en la modernidad se separan. Esa unión está no en la doctrina filosófica, sino en la misma lengua materna ática. Miremos cómo el término Kaloethes, que se deriva del anterior, es la unión de hermoso y de ethos, de ahí ética, es decir, las buenas costumbres. Las costumbres hermosas y plausibles. Un término no estético desde la concepción moderna, sino comportamental. Moral y antropológico. Tá kalla, decían los griegos, son las bellas acciones.
El arte y la locura
El poeta no es buena gente: decretó Platón. El poeta saca sus poemas de lo maniático. La poesía no era considerada en la Grecia Clásica una bella acción como tal. Más bien era producto de una locura, de la manía, hoy diríamos del trastorno bipolar. Algo inaudito, cuando pensamos en la institución del poeta, tal y como la vemos hoy. La palabra Tekné, tal como nos llega hasta el presente en los comentarios estéticos, fue producto de una transformación por otro término que no tenía los mismos significados en la lengua romana, y fue transformada en “arte” por los latinos. Los traductores latinos nos saturaron con ella en el término “ars” o arti. Fue el término que los traductores latinos de los textos griegos dieron a Tekné. De ahí viene la gran confusión. Así, el término arte, tal cual lo conocemos, es latino y no griego. En latín, ars y artis sí son nuestro arte como categoría lingüística; de ahí también otro derivado que los sabios de la lengua de la Roma antigua sellaron al lado del ars o arte: el término arx, axis, que tiene fuerza, fortaleza; y otro más, árrogans, pues el que tiene fuerza es arrogante, imponente, soberbio. Como lo son muchos artistas inmaduros. No es tan lejana la lengua latina de la descripción de las personalidades de algunos artistas. Tekné es intraducible al castellano o al inglés, pero muchos libros asumen esa traducción, confundiendo las traducciones de lo que real y exactamente dicen los originales de muchos textos clásicos.