Las primeras crónicas urbanas que escribí, me las corrigió Juan Gossaín ¡hace 42 años! ¡Larga vida para mi maestro! Ahora que falsas especies de su muerte retumbaron en mi mente, recuerdo que un periodista de la revista Cromos le preguntó sobre el momento de morir. La respuesta de Gossaín fue inesperada: “una bella tarde de verano para morir”.
¿Por qué? “El mundo es más bello”, dijo. Una tarde en el Caribe se asemeja a una tarde de verano. A él le gusta el atardecer del Caribe.
Juan Gossaín, mi maestro
En 1977, siendo menor de edad, cuando me radiqué forzosamente en Barranquilla, comencé a leer la Crónica del Día que publicaba en El Heraldo. Para ese entonces, este periodista tenía claro qué profesión pensaba estudiar.
En 1980 conocí a Gossaín en El Heraldo, cuando estaba en la Calle Real de San Nicolás. En aquel momento Olguita Emiliani, coordinadora del diario, me dio la oportunidad de dar mis primeros pasos en el periodismo. Nadie me recomendó. Por alguna razón le caí muy bien cuando me vio. Olguita era temida por el personal de redacción. Estudiaba Comunicación Social-Periodismo en la Autónoma del Caribe y esa era mi única presentación. Olguita me asignó una rústica mesa sobre la cual estaba una máquina de escribir negra, cuya marquilla metálica y brillante decía “Remington”. Alguien me había dicho que era la máquina que utilizó en alguna oportunidad Gabriel García Márquez cuando trabajó en ese diario.
En ese año conocí a Gossaín, Guillermo Valderrama, Fabio Poveda Márquez, Efraím Peñate Rodriguez, Abel González Chávez, Lao Herrera, Roger Araújo, Hugo Illera, Cheo Feliciano y tantos otros connotados comunicadores de la época de oro del periodismo barranquillero. A la organización Radial Olímpica llegué a reemplazar al buen cronista Francisco Figueroa Turcios.
Gossaín está vivo
Juan Gossaín es un amante de la chiva. No en vano chivió a “Reymundo y todo el mundo” cuando murió el papa Juan Pablo I. La noticia la recibió estando en El Mediterráneo, de la calle 72. Siempre llegaba por la tardecita, una vez grababa El Paredón, su programa radial que transmitía en las noches por emisora Atlántico.
¿Qué pensará Gossaín, que por el afán de chiviar a los demás, algunos colegas lo dieron por muerto en la tarde gris del 27 de septiembre? No lo sabemos. Se encuentra en un estado, tal vez grave, como para enterarse de la falsa noticia de su muerte. Está internado en la clínica MediHelp de Cartagena. La última vez lo vi (2019) en una tarde caribeña. Estaba en una dulcería de la calle San Martín de Bocagrande. (Tres periodistas de investigación).
“Una bella tarde de verano para morir”
“La bella tarde de verano para morir” no ha llegado. Y si llega, sé que Gossaín Abdala la recibirá con gusto. ¡Larga vida para mi maestro!