
¿Protagonismo político o control político del concejo? Tal es la pregunta que un analista político debe hacerse sobre el contrapeso de los órganos colectivos y, en especial, de la práctica nociva de los concejos que son cooptados por el alcalde de turno. El concejal que estaba llamado a ser el jefe de la oposición, durante 2024 se durmió en los brazos de Morfeo, al parecer, con 90 órdenes de prestación de servicios (OPS) que determinaron su silencio.
En la costa Caribe el modus operandi de los Char se impuso como un modelo de gobernanza (toma de decisiones y gestión pública) a base del «empaquetado». En este modelo, el concejo no existe ni tampoco el control social ni fiscal ni disciplinario. Ni el control de los medios de comunicación. Pero la ley dice que los concejos municipales y distritales ejercen control político y coadministran con los alcaldes.
Los dos poderes tienen un mismo origen: la voluntad popular. Pero Cartagena necesita que ambos agentes del Distrito trabajen juntos por y para el bienestar colectivo y no individual. Si lees hasta el final, te doy la pista de la próxima entrega.
El análisis
Analicemos dos casos: Cartagena y Barranquilla. Empecemos con La Heroica, una ciudad que tiene grandes contrastes de desigualdad social y económica. Su alcalde Dumek José Turbay Paz es un destacado ejecutor de obras. Contrario a su antecesor, William Dau Chamat, fue como el panadero, cuya masa se le agrió y no pudo hacer un solo pan para el disfrute de la ciudad. De tractor pasó a carretilla. ¿Prueba? Le dejó a Dumek $600 mil millones que lo invirtió en el 2024.
Dejar de invertir más de medio billón de pesos es un crimen político y social en una ciudad tan necesitada como Cartagena. ¿Quién es el corrupto? ¿Qué autoridad moral tiene Dau para criticar a Dumek? Ni siquiera diciendo la verdad la gente le cree. Algunos resentidos, al parecer, liderados por el exalcalde Dau, cuestionan a los que no nos sumamos a esa práctica dañina de la maledicencia, el chisme y la calumnia. ¿A quién quieren embaucar?
Parece que a la clase político dominante de la ciudad le gustara el insulto y esa practica de baja estofa que data de la conquista y la colonia. De eso vivió un sector de ella. Incluso, de casi toda la izquierda cartagenera, cuando en el primer año aplaudían los insultos e infundios de Dau Chamat contra cualquiera que se osara de criticarlo. No sabiendo que su conducta estaba determinada por los efectos de la maldita mezcla que consumía y que puse al descubierto en el momento más popular del defraudante alcalde. Se daba duro por la torre.
En este punto, el concejal de Mais, Javier Julio Bejarano ―exaliado de Dau, llamado a ser vocero de la oposición― fue silencioso en las decisiones clave del concejo distrital que le aprobó todo al alcalde Dumek Turbay. Como se sabe, esta corporación es presidida por el conservador Rafael Meza Pérez, el principal aliado de la administración.
¿El concejal Javier Julio Bejarano tiene autoridad moral para cuestionar a aquellos que no comulgan con su actitud violadora de los derechos humanos? ¿La izquierda cartagenera puede aplaudir su inadmisible conducta contra una humilde lideresa social que se forjó en medio de las condiciones materiales y culturales adversas que le rodeó su vida en el barrio Olaya Herrera?
Estudio de caso
¿Protagonismo político o ruido de la oposición de izquierda? Se aclara: Edison Lucio Torres Moreno no tiene ningún contrato con la administración distrital, departamental y nacional. Y si lo tuviera, no hubiese ninguna incompatibilidad ni inhabilidad. Nuestros análisis no tienen marquillas ideológicas o comerciales, porque están centrados en el Ser.
Los contratos de VoxPopuli Fundación en el sector privado o público son ejecutados conforme a la ley y al deber ser. En sus 25 años de existencia solo tuvo una investigación fiscal promovida por los beneficiarios del senador Javier Cáceres Leal como retaliación frente a las denuncias que el informativo VoxPopuli hizo en radio Vigía de Todelar. El parlamentario fue condenado a 9 años de cárcel. Cumplimos más allá del objeto social, porque su misión está centrada en el Ser.
Mi hija administradora pública que cursa una maestría en educación ambiental y una basta experiencia en el trabajo social, madre cabeza de familia, no tiene un contrato vigente. Solo trabaja con VoxPopuli Fundación. Y si le dan una OPS ¿es justo que yo se lo impida? Ella tiene el pleno derecho a contratar como cualquier ciudadana que reúna los requisitos de ley.
Por esa razón, en virtud de la solidaridad con la víctima de esta equivocación o instrumentalización del concejal, analizaremos este caso concreto. Se busca resolver esa contradicción entre control político o protagonismo político infundado que usa para sus propios intereses.
El concejal Bejarano sin ninguna prueba en la mano, se apresuró y cuestionó una presunta corrupción en el concurso de estímulos de cine y producción audiovisual del Instituto de Patrimonio y Cultural de Cartagena―IPCC. Concurso en el cual la Fundación Rodrigo Valdez obtuvo el primer lugar con un puntaje de 97 puntos de 100.
Silencio y ruido

El concejal Bejarano ―que estaba obligado a ser el vocero de la oposición por haber ocupado el segundo lugar en la elección a la alcaldía― mantuvo un prolongado silencio y una inactividad en esa corporación durante el año anterior. Hoy, está desbocado y ruidoso. ¿Por qué?
Ahora, tardíamente, el concejal se lanzó a una casa de brujas contra lo que hace o deja de hacer el gobierno del alcalde Dumek Turbay Paz. Tiene afán de ejercer un control y protagonismo político. Sin ninguna justificación, se llevó por los cachos a Jessica de la Barrera Cabeza, una lideresa popular, representante legal de la citada fundación que hace honor a una de las glorias del boxeo mundial nacido en Olaya Herrera.
Los concejos no pueden ser un palo en la rueda de la respectiva administración, pero tampoco una corporación pusilánime que no debata las decisiones fundamentales de ciudad, por ejemplo, el POT. El concejo de Rafael Meza Pérez es francamente muy pusilánime y temeroso, como si tuviera miedo que le quiten el pan de la boca.
La actuación del presidente Meza Pérez refleja terror que le impide ejercer su papel constitucional y legal. Se olvida que el concejo es coadministrador. Esto es, aprobar planes de inversión, presupuestos, proyectos de acuerdo y la capacidad de ejercer control político sobre la administración.
Incluso, la posibilidad de citar y requerir a funcionarios en forma efectiva. Para esos servidores públicos ineficaces, el control político tiene un juete de cuero tostado: la moción de censura. El control político no un parampapam, como lo hacen ahora.
Una coalición mayoritaria no puede desconocer este rol de los concejos, porque sus integrantes están expuestos a ser acusados de fraude político o de omisión administrativa.
La omisión administrativa se refiere a la falta de acción de una autoridad pública cuando tiene el deber de actuar. En este caso, la omisión de debatir y ejercer control político por parte de los concejos implica que no están cumpliendo con su función legal y constitucional.
En tanto que hacer el debate por conveniencia personal, no tiene razón alguna. Ni legal ni constitucional. Porque la razón es el servicio y bienestar de la comunidad. Bejarano, ayer silenciado, hoy desbocado. ¿Está resentido porque el alcalde no lo atendió el año pasado?
¿Por qué razón Julio Bejarano no ejerció el control político en su momento, tomando en cuenta el papel de coadministrador del concejo? ¿Estaba comprometido con el alcalde o con la ciudad cuando llegaron a un acuerdo un mes antes de que el nuevo mandatario se posesionara? ¿Le sucedió lo mismo que con el alcalde William Dau que luego lo zapateo señalándolo de «viejecita chismosa»?
El concejo le aprobó sin mayor debate todo al alcalde: plan de desarrollo, presupuesto, adición presupuestal, endeudamiento, etc. Las sesiones del concejo fueron de trámite y los concejales fueron sin chistar a la sesión del concejo en El Pozón para anunciar con el burgomaestre el plan de desarrollo «Cartagena, ciudad de derechos».
¿Qué condición plantearon? ¿Acaso los concejales están empaquetados como los de Barranquilla? Ellos fueron elegidos para luchar por los intereses de ciudad y no de sus propios intereses.
Cambio repentino

Algunos señalan que su cambio repentino de silencioso a desbocado se debe a que el alcalde Dumek Turbay Paz no lo atendió este año. El año pasado lo arrullaba Morfeo con sus ops. ¿Algo personal o político? Al parecer, hoy lo tienen desprendido del tubo madre de la administración. Otros señalan que partió palitos, porque el alcalde no lo tenía en cuenta. Todo indica que ahora él tampoco quiere ser atendido por el alcalde.
Sin embargo, en este caso del concurso de estímulos culturales, se pensaba que iba a realizar un debate de control político con fuerza de razón. Pero disparó su cauchera hacia atrás instrumentalizando y victimizando a una lideresa social. No tardarán las organizaciones de mujeres en cuestionarle su conducta misógina.
Contrario a ello, cuando se discutió el plan de desarrollo distrital o el presupuesto anual, su silencio fue elocuente. Calló cuando al IPCC solo le asignaron $19 mil millones. En su mayoría, este dinero se va para gasto de funcionamiento. O sea, burocracia y OPS.
De ese exiguo presupuesto que se va en burocracia, el IPCC solo le asignó $200 millones a estímulos culturales. Mientras que Medellín, que no es patrimonio cultural, le destina $10 mil millones. Sin tener en cuenta los miles de millones que la empresa privada le brinda a los hacedores de arte. Cosa contraria en Cartagena donde no existe esa cultura del estímulo cultural ¿Por qué esa gran diferencia?
La acusación del concejal

En términos concreto, el concejal acusó a la trabajadora social y lideresa social, Jessica de la Barrera Cabeza, de haber infringido los reglamentos del concurso del IPCC y de la ley, al participar y ganar el concurso de cine y producción audiovisual.
En boca de Bejarano, al sustentar una proposición para el debate, descalificó a priori la actuación de la mujer anunciando que iba a presentar un derecho de petición al IPCC. O sea, que no tenía ni la respuesta del derecho de petición que apenas anunciaba ni las pruebas que se necesitaban para afirmar en plena sesión del concejo un posible caso de corrupción.
El concejal dice que De la Barrera no podía participar en el concurso, porque desde el 24 de marzo de 2025 era contratista de la Gerencia de Espacio Público. Según su decir, esta condición de contratista le impedía participar en el concurso, tal y cual como está señalado en los requisitos.
De igual manera dijo que De la Barrera también tuvo contrato el año anterior con esa misma dependencia. Esta situación le impedía participar en el concurso que tenía sus reglamentos que la fundación cumplía a cabalidad. Pero siendo abogado, desconoce la calidad de servidor público, de empleado público o de contratista, como se demuestra en este análisis.
El concurso
El IPCC presentó la “convocatoria para el fortalecimiento del sector fílmico y audiovisual de Cartagena Comisión Fílmica–FICCI”. (Dele clic aquí para ver el documento). Según la convocatoria tiene como objetivo desarrollar un ecosistema audiovisual dinámico y sostenible en Cartagena de Indias. Además de apoyar proyectos que enriquezcan el panorama cultural y audiovisual mediante la colaboración entre creadores locales y el fortalecimiento del sector fílmico.
Sin embargo, para tan alto objetivo, el IPCC tan solo dispuso en esa convocatoria la pírrica suma de $200 millones para la entrega de 14 estímulos. Estos serán distribuidos entre las siguientes categorías: escritura de guiones, producción, postproducción, animación y circulación de contenidos audiovisuales.
Los requisitos señalan que las personas naturales participantes no pueden ser servidores públicos ni tampoco empleados públicos que “al momento de inscribirse estén vinculados a la alcaldía mayor o/y en algunas de sus entidades descentralizadas”.
El caso de Jessica

Existen varios elementos concretos que por sí solo constituyen un cuerpo probatorio de que Jessica de la Barrera Cabeza, caracterizada por su servicio con los más necesitados del popular barrio Olaya, no violó los requisitos exigidos por el concurso de estímulos.
En primer lugar, ella no participó como persona natural. Lo hizo como representante legal de la fundación Rodrigo Valdez, la entidad que a la postre fue calificada con el mayor puntaje: 97%.
En segundo lugar, su calidad de contratista adquirida el pasado 24 de marzo de 2025, no invalidaba la representación legal de la fundación. ¿Por qué? En la Constitución Política de Colombia, el artículo 123 define quienes son servidores públicos y establece que estos están al servicio del Estado y la comunidad. El artículo 128, por su parte, prohíbe que alguien desempeñe simultáneamente más de un empleo público o reciba más de una asignación del Estado, salvo excepciones legales.
Al respecto, consultamos al abogado experto laboral y administrativo Fernando Marimón Romero:
«La ley 80/93 establece la relación del empleo público que es de carácter dependiente. El contratista no tiene una relación dependiente sino independiente, como es el caso de Jessica de la Barrera con la Gerencia de Espacio Público. Para los contratistas no aplica el régimen de inhabilidades e incompatibilidades, con excepción de las organizaciones que ejecutan recursos públicos».
En tercer lugar, un contratista puede tener más de un contrato con el Estado. Una persona natural puede tener múltiples órdenes de prestación de servicios profesionales con diferentes entidades estatales o con una misma entidad, siempre y cuando se acredite la idoneidad para la ejecución exitosa de cada contrato. No existe una prohibición legal para tener más de una orden de prestación de servicio.
Como se puede apreciar, no existe la menor duda de que Jessica de la Barrera y la fundación Rodrigo Valdez hayan violado ley alguna ni mucho menos los requisitos de la convocatoria del concurso. ¿Dónde está la corrupción? El análisis del material probatorio indica que no existe corrupción, lo demás son comentarios. VoxPopuli Digital está comprometido con la verdad independientemente de intereses políticos o comerciales.
Próxima entrega: ¿90 razones silenciaron al concejal de la oposición?