
En Cartagena, las desapariciones de mujeres parecen seguir un patrón tan inquietante como repetitivo: ocurren cerca del mar, las víctimas dejan atrás sus sandalias y pertenencias, las cámaras no funcionan, no hay testigos. Nadie ve nada. Nadie sabe nada. Nadie vuelve. Los casos se acumulan, las familias insisten, pero las autoridades no responden con claridad. ¿Son estos hechos aislados o forman parte de una red de trata de personas que opera impunemente en la ciudad?
Cuatro historias, cuatro mujeres desaparecidas en condiciones similares, ponen sobre la mesa una hipótesis que ya no suena descabellada: Cartagena podría estar siendo un punto de origen o tránsito de una red criminal que desaparece mujeres sin dejar rastro.
Karina Cabarcas, 19 años. Desaparecida desde el 20 de junio de 2011
Karina salió de su casa en el barrio Torices para hacer una diligencia y nunca regresó. Según testigos, la vieron con un joven, Richard Mercado, en la playa de Marbella. Al día siguiente, el cuerpo del joven apareció flotando en el agua. El de Karina, nunca.
Su madre, Norma, ha dedicado más de una década a buscarla. Asegura que Karina no murió ahogada. Cree firmemente que fue víctima de una red de trata. “A mi hija se la llevaron”, dice con la voz firme de quien no ha perdido la esperanza, pero tampoco el coraje.
Natalia Buitrago, 23 años. Desaparecida el 18 de agosto de 2021
Natalia viajó desde Medellín a Cartagena con motivo de su cumpleaños. Dijo a su madre que iría con amigas a las Islas del Rosario, pero en realidad viajó con un hombre 18 años mayor. Nunca regresó.
La madre denunció su desaparición en Cartagena, pero ni siquiera le recibieron la denuncia. Cuatro años después, no hay rastro de Natalia ni avances significativos en la investigación. Todo lo que se sabe es que desapareció en un punto turístico, rodeado de gente, sin que nadie sepa qué pasó.
Alexandrith Sarmiento, 15 años. Desaparecida en marzo de 2021
Alexandrith estaba con su tío político, Wainer Ayola, en Punta Canoa, un corregimiento costero de Cartagena. Según él, la joven se ahogó cuando fue al baño, ya que solo quedaron sus sandalias que estaban en la orilla del mar.
Ayola fue condenado a 42 años por desaparición forzada agravada, pero el cuerpo nunca apareció. La familia exige que se continúe la búsqueda. No hay cierre posible sin verdad.
Tatiana Hernández, 23 años. Desaparecida el 13 de abril de 2025
Tatiana era médica y realizaba su año rural en el Hospital Naval. Fue vista por última vez frente al mar en Bocagrande. También dejó sus sandalias y su celular. Las cámaras de la zona, otra vez, no captaron nada. La familia no cree en la teoría del suicidio y sostiene que pudo haber sido víctima de una red de trata.
La cámara que no grabó a Tatiana Hernandez
La Fiscalía ofrece una recompensa de 200 millones de pesos por información, y la Interpol ha emitido una circular amarilla. Pero hasta ahora, todo es incertidumbre.
Un patrón evidente
Todos los casos presentan similitudes alarmantes:
- Mujeres jóvenes desaparecen cerca del mar.
- Dejan atrás sus pertenencias personales.
- Las cámaras de seguridad no graban.
- No hay testigos.
- No hay cuerpos.
- No hay justicia.
Mientras tanto, en Cartagena se han invertido más de 9 mil millones de pesos en sistemas de vigilancia que no sirven cuando más se necesitan.
¿Una red de trata de personas?
Cartagena está identificada como una de las principales ciudades colombianas en riesgo por trata de personas. La OIM advierte que el 20% del turismo mundial puede estar ligado a la explotación sexual. La congresista Cha Dorina aseguró que “en Cartagena puede estar operando una red de trata de personas” con rutas nacionales e internacionales.
Pese a ello, las autoridades insisten en explicaciones aisladas: suicidios, desapariciones voluntarias, ahogamientos. Pero las coincidencias son demasiadas. Y la sospecha de las familias —que ha crecido durante años— empieza a volverse también una sospecha ciudadana.
¿Cuántas mujeres más tienen que desaparecer para que esto importe?
No se trata solo de buscar cuerpos. Se trata de exigir verdad, justicia y prevención. Cada caso no resuelto, cada cámara que no graba, cada fiscal que no actúa, cada policía que no investiga… es una parte del engranaje de la impunidad.
¿Te interesa? Inseguridad en Cartagena
Las mujeres no se esfuman. A las mujeres las desaparecen. Y Cartagena, la joya turística del Caribe, podría estar ocultando uno de los rostros más siniestros de la criminalidad contemporánea.