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Sin duda, hoy fue un jueves de pesadilla para Petro y Uribe, los gemelos de la política polarizante. El presidente Gustavo Petro Urrego y el expresidente Álvaro Uribe Vélez son dos titanes con ropajes ideológicos distintos que encarnan la patología del país político. Recibieron el mes de julio con una pesada y afilada espada que cuelga de una hebra de cabello de burro sobre sus respectivas cabezas. Es el presagio que ambos no determinarán el destino de las próximas elecciones del 2026, como ellos creen.

Las respuestas a las 150 preguntas que entregó Camilo Rey Sabogal, secretario de Planeación Distrital, constituyen una confesión de parte que equivale a prueba plena: el Plan de Ordenamiento Territorial (POT 2025) está mal diseñado. Lo grave: viola principios esenciales del Estado Social de Derecho. Por ejemplo, el debido proceso administrativo, la participación ciudadana real, la planeación democrática y el principio de legalidad.

Hoy fue el último adiós de una mujer con propósito. Todo el país debería sentir lo que sienten aquellas personas que se beneficiaron con los servicios de la Fundación Solidaridad por Colombia. Contrarío las políticas represivas de su primer marido, el presidente Julio César Turbay Ayala, cuando tenía la marquilla de Primera Dama.

«El viejo conspirador» estremece al país político buscando apoyo norteamericano para un potencial acuerdo político que saque del poder a Gustavo Petro. Demuestra que Álvaro Leyva Durán no perdió su inveterada costumbre de conspireta. Si, parece que conspirar contra la institucionalidad dominante fuera su deporte favorito. Paradójicamente, en esta oportunidad con el presidente que lo llevó a ser Canciller. Las preguntas clave del análisis: ¿Hasta dónde llegó Leyva con su conducta conspiradora? ¿Quiénes de los que él menciona realmente dieron el primer paso para conspirar?

Lo dicho, Bladimir Cuadro Crespo, como procurador delegado, era «el infiltrado» de la defensa del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Este viernes 27 de junio, la defensa dio el zarpazo final por intermedio del Procurador Delegado que pidió ―sin recato alguno― su absolución en el juicio que llegó a su etapa de alegatos finales.