Dionisio Miranda está de regreso a la naturaleza. Sus orishas lo iluminan en su eterno retorno. Esta mañana me levanté a revisar mi trabajo periodístico. Y lo primero que hallé fue la infausta noticia de la muerte por la Covid—19 de mi hermano de lucha y de ideas, Dionisio Miranda Tejedor. Fue un verdadero cimarrón descendiente de Benkos.
Recuerdo que conocí a Dionisio en los años 80 en Barranquilla. Vivía en una vecindad, al estilo del Chavo. Exactamente en 1986. Él estudiaba derecho en la Universidad del Atlántico, UdeA. Yo había terminado periodismo en la Universidad Autónoma del Caribe.
Así como Dionisio, el pasado fin de semana se había ido otro amigo, Miguel Portala, vendedor ambulante y líder de la Colonia Magangueleña.
Dionisio, un cimarrón
Igualmente, coincidimos en ideas y en la praxis. Él hacía parte de los grupos de negritudes. Recuerdo que militaba en el Movimiento Cimarrón. Yo era un defensor de los derechos de las minorías étnicas. En aquellos tiempos trabajaba con los primeros indígenas de la Sierra Nevada que llegaron a la Universidad del Atlántico.
Nacido en Palenque. Estudioso del derecho. Defensor de los derechos de las negritudes y de las comunidades ancestrales. Estudió con muchas dificultades. Cuando iba a su vecindad a visitar a una amiga, Alcira Rodríguez (viuda del periodista Guzmán Quintero, asesinado por «Jorge 40» en 1999), solía llevar algo para comer. Ya trabajaba. No andaba «mondao» como en mi época de estudiante. Era la solidaridad que nos animaba.
En la Universidad del Atlántico debatíamos con los líderes de la Juco, el ala juvenil del partido Comunista. Nuestros contradictores eran Seuxis Hernández, el popular Jesús Santrich, Escaldaferro, Guillermo Hoenigsberg, entre otros. En aquellos tiempos, muchos de esos estudiantes se fueron para el monte con las Farc. Y otros con el ELN. La lucha armada era un tema que nos dividía.
Es así que un amigo, que estudió derecho en la UdeA, filósofo y escritor, me dijo que luego que Dionisio terminó y regresó a Cartagena, uno de los compañeros de lucha estudiantil, Juan Pineda Gallego (Cucheto), fue asesinado en la propia Universidad. La orden la dio Seuxis, el hoy «Jesús Santrich», quien murió como vivió. Tomó el nombre de guerra de uno de los compañeros asesinado por el DAS cerca del alma mater.
Una cantera
En esa época, éramos jóvenes con una falsa conciencia. Justificabamos la lucha armada como una forma de resistencia. Por esta razón, la universidad se convirtió en una cantera de líderes que luego pasaron a la guerrilla: Jaime Bateman, Seuxis Hernández, («Jesús Santrich»), Tico Pineda. José «Pepe» Antequera, entre muchos otros. «Pepe» fue el maestro de Seuxis. Era líder de la Juco en 1977, cuando llegué a estudiar en el Instituto Pestalozzi (anexo de la UdeA). Él no se fue para las Farc, porque era un excelente orador.
Pues, Dionisio Miranda era de esa cantera de líderes juveniles. Lo volví a encontrar cuando regresé a Cartagena en mi condición de desplazado. Tenía sobre mi testa, la orden de muerte de «Jorge 40». Siempre he sido un periodista antisistema. La injusticia la rechazo. Y siempre estoy en búsqueda de la verdad. Suelo tomar mis decisiones consultando con mi interior. Jamás con mis intereses. Tampoco para quedar bien con los demás. Si queremos cuestionar algún punto débil de Dionisio, era la dificultad de tomar decisiones.
En Cartagena, en 2000, me reencuentro con Dionisio Miranda, Rafael Palencia, y otros. Ya Miranda era un prestigioso abogado que siguió la lucha por la tierra y la vivienda popular de nuestro amigo César Flórez, asesinado en La Guajira por un caso de tierra que litigaba. En 2006, me reencuentro en el espacio del Polo Democrático Alternativo. Allí comienza otra historia con Dionisio Miranda Tejedor que algún momento contaré. Como cuando en 2007 fue candidato a la gobernación y obtuvo la histórica cifra de 60 mil votos. En el último tramo de su vida acompañó la administración de William Dau a través de Kairen Margarita Gutiérrez Tejedor. Descansa en paz Dionisio. Otro amigo que se lleva el Covid—19.
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