Con el triunfo del Pacto Histórico y con el entusiasmo que le pusimos al salir a votar masivamente por el Cambio para la Vida, en la segunda vuelta presidencial, creíamos que el Caribe Norcontinental podría tener una segunda oportunidad. Pero, hasta ahora, hay más de tres señales del nuevo gobierno que nos indicaría una nueva frustración para que la región alcance su desarrollo humano y su autonomía. Esto nos lleva a gritar: El Caribe Norcontinental, independencia total ¡ahora!
(Aclaración. Desde la perspectiva de la autonomía periodística asumimos este análisis. También utilizamos la toponimia del concepto Caribe Norcontinental creado por Jorge Horta Orozco, doctorante en Ciencias Políticas).
Dicho de otro modo. Son tres señales que desvanecen en el aire la segunda oportunidad de la estirpe de los Buendía. Una oportunidad que habíamos contribuido con cerca de 4 millones de votos costeños (2,7 millones de la región y 1 millón que residen en todo el país). Nuestros votos fueron un gran aporte para el ascenso al poder de Gustavo Petro, admirador de Aureliano Buendía, el melancólico y retraído personaje de Cien Años de Soledad. Y si esa segunda oportunidad se desvanece, nos enfrentaríamos a un dilema: «Macondo será arrasado y sepultado por un huracán» del centralismo cachaco. O el huracán de la esperanza y del amor movilizará al pueblo Caribe hacia la INDEPENDENCIA TOTAL del yugo centralista.
La primera oportunidad del Caribe Norcontinental
La primera oportunidad de la tierra de los Buendía la tuvimos de 1880 hasta 1894 con el presidente cartagenero Rafael Wenceslao Núñez Moledo. Pero ya en el poder, Rafael Núñez se olvidó del Caribe Norcontinental y se convirtió en la figura de una coalición liberal-conservadora que unió a las élites cachacas con las de Cali, Cauca y Cartagena. Las nuevas figuras costeñas fueron relegadas a cargos secundarios, serviles y de poca relevancia.
Ello es tan verdad, que posterior a sus cuatro períodos presidenciales, la Costa Caribe jamás pudo parir otro presidente. Caímos en un ostracismo político. Las élites políticas se replegaron. Y las élites económicas se dedicaron a su propio desarrollo sin expandir sus dividendos hacia toda la sociedad. Los campos fueron abandonados a la propiedad terrateniente, cuyos hijos fueron los políticos que se convirtieron en gamonales. Si bien en 1905 por Santa Marta salió la primera exportación de banano como símbolo de desarrollo económico, muy pronto sabríamos que fue el peor camino de la monoexportación agrícola.
En 1928 nos dimos cuenta de esta realidad con la masacre de las bananeras. Mientras que Barranquilla se convirtió en la Puerta de Oro de Colombia con las importaciones y exportaciones. Vino la guerra civil de los Mil días y nos llevó a una debacle que terminó con la desmembración de nuestra región.
¿El Caribe Norcontinental atrasado?
Que somos atrasados, y folclóricos. Que solamente comemos bananos. Que somos hombres mujeriegos, bebedores y flojos. Que estamos para que nos manden desde Bogotá. Que no tenemos luz propia en el mundo de la política. Ese es el caballito de batalla de los que odian a los costeños. Sean de izquierda, de derecha o de cualquier otra ideología. En los tiempos que Pedro Pérez y Noel Petro se fueron a estudiar en la Universidad Nacional, en las paredes de los baños del alma mater se podía leer:
Claro está, no somos y no fuimos una región atrasada. Por aquí entró el modernismo en el arte y la literatura. Nos convertimos en madre de la filosofía, la literatura y la sociología. En la primera mitad del siglo XX Cartagena sobresalió con Luis Carlos López, Oscar Delgado y el poeta negro Jorge Artel. La música clásica en Cartagena y Barranquilla nació de los conservatorios de las Escuelas de Bellas Artes de Cartagena y Barranquilla. En nuestra región se produjeron los primeros movimientos que llevó a la fundación de Ballet Nacional de Colombia con Sonia Osorio. Su esposo, el gran pintor cartagenero Rodrigo Obregón abrió brecha para un gran movimiento de artistas (pintores, escultores) costeños en la segunda mitad del siglo XX. Y recuerdo a herederos de Sonia Osorio: el gran bailarín Carlos Franco y a la foklorista Carmen Meléndez.
La Casa Grande del Caribe
Aquí nació la Casa Grande del boom latinoamericano, no como fenómeno editorial, sino como fenómeno literario. Álvaro Cepeda Samudio publicó esa obra 5 años antes que García Márquez lo hiciera con Cien Años de Soledad. Cepeda giró su historia sobre el centro del poder de las bananeras. García Márquez creó el mundo donde se situaba la Casa Grande de las bananeras: Macondo. Apareció el realismo mágico. Y lo demás es historia. Porque, a pesar del centralismo cachaco, la región Caribe sigue pariendo escritores de la misma talla o más que Cepeda y García Márquez. Para darse cuenta de esto solo basta leer y estudiar las obras de los desconocidos. El centralismo cachaco cree que acá solo somos García Márquez, el Pibe y Shakira. ¡Pero están equivocados!
El Caribe Norcontinental, cuna de la modernidad
Esa discriminación creó una inconformidad generalizada en el Caribe Norcontinental. Y no es un problema de chovinismos regionales, es la necesidad de reclamar nuestro derecho a tener una autonomía regional. Y si nos impiden, debemos alzarnos para lograr la independencia ¡ahora!
Después del período de la Generación , encabezada por Núñez, vino el ostracismo político, como se dijo. En ese entonces, Estados Unidos se apoderó del istmo de Panamá con la complicidad de las élites cachacas y cartageneras. El médico de la Universidad de Cartagena y turbaquero, Manuel Amador Guerrero, se compinchó con los norteamericanos para convertirse en el primer presidente títere de la nueva República de Panamá. Y en 1903 se la tomaron por el Canal de Panamá.
Posteriormente, en 1905, sufrimos otra desmembración. Aupados por los líderes antioqueños Pedro Nel Ospina y Rafael Uribe Uribe, el presidente Rafael Reyes (1904-1909) le entregó nuestro Urabá a las élites antioqueñas, supuestamente como compensación por Caldas. En menos de dos años perdimos el istmo de Panamá y la subregión de Urabá. Y lo que es peor, el poder político gravitó entre las élites de Antioquia, Valle del Cauca (se incluye a Popayán) y Bogotá. Desde entonces, todos los presidentes, con alguna excepción, vienen de ese eje tripartito del poder territorial. Y la región Caribe la redujeron a ser un patio trasero de la oligarquía cachaca.
Cuando perdimos la primera oportunidad
Las oportunidades son creadas por los seres humanos. Si no estamos preparados, jamás podríamos aprovecharlas. Pero la gente del Caribe Norcontinental perdimos con Núñez. Los hechos hablan por si solo.
Ese fue el desenlace de la primera oportunidad del Caribe para fortalecer su desarrollo y autonomía con respecto al cruel centralismo andino. Un centralismo heredado del proceso de colonización de las élites borbónicas que dejaron su estirpe en Cartagena, Bogotá y Popayán. Recordemos que el imperio borbónico se basaba en una monarquía absoluta, cuyo centro del poder era el palacio imperial de Madrid. Y el virrey de la Nueva Granada tenía sus aposentos en la fría capital santafereña.
Solo cuando Inglaterra le declaró la guerra al imperio español, el virrey Sebastián de Eslava se vino a vivir a Cartagena (1740) y se fortificaron los principales puertos de la Costa Caribe: Portobelo (Panamá), Cartagena y Santa Marta. Aquí, en Cartagena, la inglaterra de Eduard Vernon pagó caro en 1741 su intención de tomarse la ciudad. El mismísimo virrey Eslava estuvo entre sus defensores.
Con Rafael Núñez perdimos la primera oportunidad. Pero el país ganó con un proyecto de nación basado en un centralismo asfixiante, donde las regiones gravitan alrededor del poder andino. Y así, esas élites crearon los símbolos patrios, reescribieron la historia y definieron un modelo político y económico segregacionista. Definieron una cultura donde los costeños estamos segregados. Y eso que el bolígrafo lo tenía uno de los nuestros, supuestamente.
¿La segunda oportunidad, Petro presidente?
¿Pero debemos depender de un individuo? Los costeños teníamos mucha esperanza en Núñez a finales del siglo XIX, como la que tenemos ahora con Petro. Nosotros cumplimos con nuestro compromiso y le delegamos el poder porque lo consideramos como de los nuestros.
Los 2,7 millones que vivimos en la región más el 50% de los 2 millones que viven diseminados en Bogotá y otras regiones, votamos por el candidato del Pacto Histórico. ¿Qué nos unía a Petro? Su propuesta de Cambio por la Vida. La esperanza de una mayor representación en el concierto del poder nacional y el anhelo democrático de tomar decisiones de autonomía y desarrollo.
¿El gobierno de Gustavo Petro, un mes después, da señal de una segunda oportunidad? Debemos bajarnos de esa nube. Hay una profunda sospecha de que estamos lejos de ese sueño de autonomía con el gobierno de nuestro querido presidente Gustavo Petro. Solo reseñamos tres señales que ampliaremos en tres entregas adicionales.
Primera señal: Un gabinete cachacal
Como premio de consolación, Gustavo Petro nombró como ministro de Ciencias y Tecnología a Gustavo Luna, biólogo nacido en Flor del Campo (Oveja Sucre), donde la Corriente de Renovación Socialista hizo dejación de armas. Es el único costeño de su gabinete, porque nuestra querida amiga Cecilia López Montaño, si bien nació en Barranquilla, desde hace más de 60 años se “nacionalizó” en los Andes. (Leer: ¿Un gabinete neoliberal con Presidente progresista?).
Segunda Señal: Departamento del Río
El presidente Petro presentó como lo mejor del ordenamiento territorial la creación del departamento del Río. ¿Es un nuevo golpe contra la unidad territorial del Caribe? Así lo hizo y lo presentó el presidente Rafael Reyes (1905), quien prometió sacar de la pobreza al Urabá con la vía Urrao-Frontino-Atrato para entregárselo a Antooquia. Petro quiere redimir a los sures de Bolívar, Magdalena y Cesar destinadas al desarrollo de la subregión que se podría convertir lo que es hoy Urabá, teatro del tráfico de personas, drogas y armas para las élites antioqueñas dedicadas al narcotráfico y a la economía ilegal. En vez de eso, lo que Petro debe cumplir es el mandato de la Constitución Nacional: Diseñar una Política General de Ordenamiento Territorial (PGOT) para que las regiones ganen en autonomía y desarrollo.
Tercera señal: El Pacto Histórico sin bancada costeña
¿Cómo impulsar la autonomía y desarrollo de la región sin que el Pacto Histórico tenga una bancada del Caribe? ¿Qué papel desempeñará el Bloque Parlamentario Caribe en el desarrollo de la autonomía regional? ¿Permitirá que el nuevo gobierno siga desmembrando al Caribe? Somos el 23% de la población nacional. De los 20 senadores del Pacto Histórico, la Costa Caribe solo tiene 02: Pedro Flórez y Martha Peralta. Es decir, el 10%, menos de la mitad de lo que debería tener. Petro no entendió el clamor Caribe cuando se sentó a confeccionar las listas del congreso del pH. La región tiene 28 senadores, más del doble de Bogotá (12), Antioquia (13). Esto es, la región mejor representada en el congreso es el Caribe. ¿En qué se ha traducido esta representación para nuestro desarrollo y autonomía?
Nos encontramos atrapados entre el sueño y la realidad, entre la esperanza y la continuidad. ¿Se puede ser optimista en medio de una política pragmática que prefiere los conciliábulos con agendas alternativas? ¿Cómo puede funcionar el cerebro si la columna vertebral tiene la médula espinal dañada, al decir del profesor José Meza Galvis? ¿La gente Caribe puede tener una segunda oportunidad sin libertad territorial? ¿Puede el Bloque Parlamentario del Caribe, instalado por el presidente del congreso Roy Barreras, jalonar el desarrollo y la autonomía regional?
Si la clase política (incluyendo al Pacto Histórico) hace lo mismo que la historia nos dice (ejemplo, el caso Núñez), «Macondo será arrasado y sepultado por un huracán», el huracán de la esperanza y del amor que se logra con la INDEPENDENCIA TOTAL del yugo centralista.