![n la «noche triste» de Petro, la izquierda perdió el gobierno, Euclides y sus socios los Alcocer, se tomaron el poder](https://voxpopuli.digital/wp-content/uploads/2025/02/El_padrino-1024x520.jpg)
La izquierda perdió el gobierno en la «noche triste» del 4 de febrero de 2025. Mientras la luz de la cámara enfocaba a la vicepresidenta Francia Márquez, a su lado, brillaba el costoso reloj Cartier Must Ronde de la nueva canciller Laura Sarabia. Era el último Consejo de Ministro del Gobierno del Cambio. La última vez que los ministros progresistas se sentaban en la mesa rectangular junto con su presidente Gustavo Petro.
Esa noche sucedió un fenómeno que los expertos podrían llamar «hipocresía política» o «doble moral». Ese hecho, acabó con los sueños de 11.3 millones de colombianos. Puesto que el presidente Gustavo Petro tomó partido por los dos funcionarios representantes del megacontratista Euclides Torres, se entendió que no había espacio para esos hombres y mujeres que representaban a los sectores progresistas del Pacto Histórico. Con esta decisión presidencial, Petro corroboró lo que se sospechaba con las agendas paralelas y los entrampamientos del gobierno del cambio.
Entre tanto, Armando Benedetti y Laura Sarabia permanecían impertérritos. Como la pelea por ellos la estaba librando el propio Presidente, tenían asegurada anticipadamente la victoria. Ahora el Presidente se enfrentaba a sus viejos camaradas. Algunos con más de 40 años de lucha política.
La estrategia de Petro
Al parecer, los únicos que sabían de la transmisión en vivo y en directo del Consejo de Ministros, además del presidente, Benedetti y Sarabia. Los ministros progresistas se enteraron cuando estaban sentados en los sillones de la mesa rectangular.
El caballito de batalla de Petro fueron las palabras «sectarismo» y «los puros» con lo que descalificó a cada uno de sus viejos compañeros en cada intervención que hacieron. ¿Hubo sectarismo de los que criticaron los controvertidos nombramientos? Si fuera sectarismo, Francia Márquez, Susana Muhamad, Gustavo Bolívar, Jorge Rojas, Alexander López y Augusto Rodríguez no hubiesen aceptado la propuesta de «gobierno nacional» del 7 de agosto de 2022. Quizás muchos de ellos sigan el camino de Rojas, Correa y Muhamad, quien renunció irrevocablemente en las últimas horas. Más de la mitad del gabinete estaba compuesto por personas de otras ideologías.
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Crisis de dirección política
En consecuencia, «la crisis ministerial» del presidente Gustavo Petro es realmente una crisis de dirección política donde la izquierda perdió el gobierno. Porque, además, reflejó la incapacidad de gobernanza del Presidente y no la de sus ministros. Estos se sustituyen cuando no funcionan ni siguen las directrices definidas por el proyecto político triunfante. Porque delegar el poder no es abstraerse del poder mismo y de su gran responsabilidad, como es el estilo de Petro.
En la teoría del poder, Michel Foucault, propone que el poder es una estrategia que se ejerce y no se posee, y que no está centralizado en el Estado. En nuestra constitución y en el Estado Social y Democrático de Derecho, la fuente del poder reside en la ciudadanía.
No obstante, la realidad muchas veces es contraria a ese precepto constitucional. Por ejemplo, el poder se puede ejercer de forma encubierta sin que la ciudadanía sea consciente de ello. Es decir, se ejercería una dictadura disfrazada de una falsa democracia. Puesto que el presidente, en su praxis y no en su discurso, puede ejercer una agenda paralela a la del proyecto político que la ciudadanía votó.
Entonces, en este punto, el presidente se propina un autogolpe para no seguir ese precepto constitucional que ciñe su conducta a la voluntad ciudadana y no a su propia voluntad.
En la praxis, el jefe de Estado se transforma en un dictador, y la gente no lo sabe. Se autogolpea sin modificar las estructuras estatales y sin ―aparentemente― violar la Carta Democrática Interamericana (CDI). Este es un instrumento de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que busca promover y defender la democracia en las Américas. Esta Carta fue violada flagrantemente por Alberto Fujimori (Perú) y Álvaro Uribe. En el Perú se hizo justicia. En Colombia, Uribe es el capo de Los Intocables.
Delegar o abstraerse del poder
Por tanto, Petro presidente es un delegatario del pueblo que debe seguir sus derroteros definidos en el momento en que su propuesta política salió triunfante. Si el presidente se aparta del proyecto político triunfador, se aparta, asimismo, de los designios del pueblo colombiano. Traiciona su voluntad para reemplazarla por la voluntad de la élite que determinó agendas paralelas y oscuras en estos años del Gobierno del Cambio.
De manera, que esa élite está bien representada por Benedetti y Sarabia en la Casa de Nariño. Ellos son fieles a los financistas encubiertos de la campaña presidencial, entre otros, por Euclides Torres Romero, tal como está demostrado en los procesos que se le sigue a Nicolás Petro y al mismo Benedetti.
Por ende, si el presidente los respalda a ultranza, como lo hizo en el malogrado Consejo de Ministros, defiende su agenda oscura y paralela, tal como se vio en esa transmisión de la «noche triste». O sea, que el presidente está del lado del negocio y la trapisonda, cuestionada por los valientes ministros.
En estos dos años largos ¿cuántas veces Petro se abstrajo por días del gobierno? ¿Quién gobernó en la Casa de Nariño? ¿Quién llenó ese vacío? En la praxis fue Laura Sarabia como Jefe de Despacho Presidencial. Era la orácula del Gobierno del Cambio. ¿Qué intereses representó?
Aguaita p’a que vea la «noche triste» que pocos vieron
La comunicación presidencial
Como comunicador social, se siente tristeza que en materia del ejercicio del poder público, la comunicación se reduzca a la propaganda oficial. Pero la comunicación estratégica es fundamental para la praxis del poder público. Y el monopolio de esa comunicación estratégica, Petro (decreto presidencial No 2647de 2022) se lo delegó al Jefe de Despacho Presidencial. Es decir, a Sarabia. Es decir, ahora al «Rasputín» criollo.
Ese fue el motivo del empute de Benedetti. Él lo manifestó, a su manera, en medio de su peripea palaciega. Porque Laura le aplicó su propia medicina al incomunicarlo de los secretos estratégicos de Palacio y mandarlo como embajador en Venezuela.
Esa podría ser la misma razón de la alerta de Jorge Rojas. Y el mismo motivo que tuvo el presidente para endilgarle a Rojas el mal ambiente del nombramiento de Benedetti. Este es el quid de la cuestión de la rebelión de los ministros progresistas.
¿Cómo así que el poder se lo van a delegar al «Rasputín» criollo? Allí ya no estará la inexperta Laura Sarabia. Ahora está un peso pesado del poder, que sigue el principio fundamental de los políticos modernos ―cualquiera sea su ideología― definidos por Nicolás de Maquiavelo hace 500 años: «el fin justifica los medios».
El decreto le entrega el poder de la comunicación estratégica al «Rasputín» criollo:
«Establecer los mecanismos necesarios para mantener una visión estratégica de la agenda, las comunicaciones y mensajes del Presidente (de) la República».
Numeral 6 del ARTÍCULO 14 decreto No 2647 de 2020. Jefatura de Despacho Presidencial.
Apunten sus ojos a la expresión «visión estratégica de la agenda (…) del presidente».
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El poder del presidente
Entonces, tenemos que el poder del presidente no reside en la ciudadanía, como debería ser, sino en la figura que encarna ese poder: Gustavo Petro. Y si éste se lo delega al «Rasputín» criollo ¿quién estará gobernando? La izquierda perdió el gobierno, porque su proyecto político no tiene afinidad con el proyecto político mafioso de Benedetti.
¿Puede un alto funcionario como Alexander López ―como él lo reveló en el citado Consejo de Ministros― esperar 5 meses para que esa instancia del poder central y el mismo presidente Petro lo escuchara? ¡Falla de la comunicación estratégica presidencial! Esto inmoviliza a cualquier gobierno, como en efecto, causó la poca ejecución del presupuesto nacional. El Presidente quiere atribuirle la causa a los ministros. Las causa es su modelo de gobernanza.
Se puede decir que es la misma razón por la cual el anterior director Jorge Iván González salió: no podía hablar con el presidente. Había una barrera infranqueable para la comunicación estratégica: Laura Sarabia. González renunció irrevocablemente como lo hizo el director del DAPRE, Jorge Rojas, al ver que sus funciones las estaba suplantando el «Rasputín» criollo por mandato del Presidente, y el ministro de Cultura, Juan David Correa. ¿Suplantando? Si, porque aunque haya un decreto presidencial, éste es inconstitucional al pecar de abuso de autoridad.
Conducir al Estado colombiano y llevar a la nación entera a puerto seguro ―ya lo sabemos― no es una tarea fácil. (Aquí la izquierda perdió el gobierno). Además del discurso brillante, Petro necesita templanza, sindéresis. Pero, sobre todo, integridad. Conectar políticamente con los pensamientos de sus delegatarios que interpreten ―no las veleidades del Presidente― sino el proyecto político votado por el pueblo colombiano el 19 de junio de 2022.
La naturaleza del liderazgo de Petro
Diferente a las crisis tradicionales de relevo de cargos, ahora Petro cogobernará con el «Rasputín» criollo que nació agazapado en esa «noche triste»: Armando Benedetti. Y él sí sabe para qué es el poder del Estado. Ha vivido lo oscuro y lo claro del poder en el período del presidente Álvaro Uribe. Y no tuvo empacho para pasarse al lado de Juan Manuel Santos cuando éste rompió con aquél.
Entendiendo la naturaleza del liderazgo de Gustavo Petro ―al abstraerse de la relación directa con sus semejantes― se eleva en la bruma palaciega cachaca. Y no conecta en su praxis con el que tiene más cerca, porque no gobierna con el corazón. Él tiene un inmenso ego que le impide ver lo más cercano. En los próximos días de ausencia y abstracción ―como se presentó con Laura Sarabia― quien gobernará será el «Rasputín» criollo.
La izquierda perdió el gobierno con «Rasputín»
Cuando la trinca del Fidel Castro se consolidó en el poder en la revolución cubana (1959), se declaró socialista. A sus aliados, que lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista, los mandó al paredón. A otros a trabajo forzado, como cuando mandaron al joven Pablo Milanés a la zafra.
Contrario a ese caso de Fidel, Petro en la «noche triste» renegó de la izquierda, del socialismo, del sindicalismo y de los sectores populares que le dieron sustento a su victoria. Siguiendo su línea de pensamiento, solamente fueron instrumentos para su propósito mayor: el poder. Ya no los necesita. Ahora tiene el bolígrafo para quitar y poner.
Pero, lo más importante, ahora tiene a su «Rasputín»: Armando Benedetti. Un hombre sin límite ético o moral para hacer lo que el presidente necesita que se haga. Lo que no se le debe olvidar al presidente Petro es que Benedetti tiene una adicción mayor: el poder. La misma que tiene el Presidente.
Por tanto, le podría suceder lo que le sucedió a los zares del Imperio Ruso con «Rasputín». Obtuvo más poder que los mismos zares, hasta el punto que fue objeto de acusaciones de corrupción que marcó la decadencia y el desprestigio de la familia imperial hasta su caída en 1917.
Sectarismo o incongruencia
En la dinámica del pensamiento político hay líderes carismáticos que tienen un acerbo ideológico y dogmático que ellos mismo no practican. Esta conducta se podría denominar incoherencia. Puesto que no existe una relación lógica entre la idea y el hacer. En este caso de Petro, se acomoda más el término de incongruencia. Esto es, que no existe lógica entre el pensar y el hacer. Se piensa una cosa y se hace otra, incluso, contraria. Y esta es una práctica inconsciente.
En tanto que, cualquiera que se salga de su redil, los fustiga y los descalifica con preconceptos que solo tienen lógica en su mente dogmática. El estalinismo llamó disidentes a los que se atrevían criticar a los líderes en el nuevo poder y los mandaron a las zonas de trabajo forzado. Los nazis los enviaban a los campos de concentración.
Por lo que se vio en el Consejo de Ministros y por la defensa a ultranza de su «Rasputín» criollo, todos los recursos del Estado, incluso, el talento humano, lo utilizará para elegir al próximo presidente de la República. ¿Cuál es la misión estratégica designada al «Rasputín» criollo? Será el tema de la próxima entrega.