ESCUCHE lA ENTREVISTA «MÚSICA PARA BANDIDOS»
«Música para bandidos» es la música de los marginados, de los que se ganan el día a día con el sudor de su frente. De los que se gastan el fruto de su trabajo en parrandas, en el vacile y en los «chonchitos». En la última década, la «Música para bandidos» fue absorbida por el statu quo y el mercado global. Hoy, prevalece la dictadura de Sony Music, el Rey y el Imperio (en Cartagena) para enriquecerse y, al mismo tiempo, empobrecer a los amantes de esta música pegajosa y de la mayoría de sus artistas.
Ito El Intocable es nuestro invitado de hoy. Tiene pegado un éxito: Taka—taka. Ahora viene con otro petardo: «Amor de bandidos». Seguramente lo seguirá poniendo vigente en el mundo de la champeta. Curioso, es un artista libre. No tiene manager. Y, sin embargo, está pegado de cerquita al picó.
Amor de bandidos
Los artistas de la champeta que lograron sobrevivir a los cambios de este género musical son muy pocos los que tienen el nivel de vida de Mr Black. El Intocable, por el contrario, sobrevive. En este período de pandemia él mismo no entiende cómo ha sobrevivido. No tiene ingresos. La ayuda de un mercado que le dio el Distrito fue muy pírrica. En tres días se la gastó su familia.
¿Quien no ha tenido un amor de bandido? Cuando hay una atracción, una química, tus zonas erógenas se erizan y se te paran los pelos. Es la emoción. No es el amor. Tampoco la razón ni la consciencia. La conociste y enseguida existe química empática. La besaste. Y empieza el espeluque… Ito el Intocable le llama a esto «amor de bandidos». El éxito champeta de esta temporada de cuarentena.
Aunque eso sucede en su entorno familiar, Ito sigue adelante con su proyecto musical. Está preparando el lanzamiento de su nueva canción. Si Maluma hizo un éxito el tema «Felices los cuatro», El intocable se viene con «Amor de bandidos».
Aquí se vale abrazarse pero no vale enamorarse.
es algo prohibido, un amor de bandidos
nada de romances
porque tu tienes un hombre y yo mi mujer
solo dime lo que vamos hacer
Aquí hay química, química
Música para bandidos, la serie
El nombre de esta serie de entregas periodísticas está inspirado en el título del libro del poeta Uriel Cassiani que lleva por nombre “Música para bandidos”. Leí algunos de sus capítulos cuando mi cerebro estaba invadido por el coronavirus. También se compagina con nuestra visión semiótica de la vida social y cultural de los marginados.
Los orígenes de la champeta (se le atribuye a Anne Swing que se pegó sin discos propios (1980), según el gestor cultural Moisés de la Cruz) no difiere de otros géneros musicales que lograron trascender el gueto para ser universal. Era la época en que Shakira —cuando los medios de comunicación de Barranquilla no creían en ella—servía de telonera en las presentaciones de Anne Swin.
Por ejemplo, el «vallenato». Al principio, los grupos eran discriminados por las élites de Valledupar. En el Caribe le decían «vallenato» en forma despectiva para referirse a los que padecían vitiligo. Por alguna razón, muchos de los que sufrían esta enfermedad eran nativos del Cesar y, en particular de su capital, Valledupar. Hoy, el vallenato es el género, que por excelencia, representa la cultura del Caribe colombiano.
Antes de que surgiera el vallenato, como música de acordeón o de guitarra, en nuestra región solo se escuchaba en los salones de baile música de origen europeo o norteamericano o cachaca.
«Para ese entonces, en las diferentes ciudades del Caribe colombiano lo que se escuchaba era música europea como valses, pasodobles, polkas o mazurcas, música del interior del país como pasillos y norteamericana con jazz y foxtrot». (Joaquin Viloria de la Hoz. DE LA CUMBIAMBA AL VALLENATO. 2017).
La génesis
En los orígenes de la champeta, las casetas populares de Barranquilla, Cartagena y Magangué estaban siendo invadidas por la música africana. El pueblo la bautizó como «terapia». Pero solo hacía parte de un gueto social.
Moisés de la Cruz, siendo gestor musical, tradujo esa música africana a los códigos locales con el grupo de Anne Swing, siendo Viviano Torres, su líder. Las grandes casetas que funcionaban en Barranquilla, Cartagena, Magangué y en otras ciudades de la Costa Caribe, eran amenizadas por las grandes orquestas venezolanas, y, por supuesto, las nuestras como la de Lucho Bermudez, Pacho Galán, entre otras.
En palabras resumidas, la mayoría de los géneros musicales modernos surgieron como parte de la resistencia cultural de los «guetos sociales» producto de un proceso de marginalidad económica, social y cultural. Esto implica, que si la música sirve para enriquecer a los grandes monopolios del espectáculo global y empobrecer a los artistas, también puede ser un instrumento de emancipación cultural.
En este mundo globalizado, los monopolios del entretenimiento perciben el 95% de los ingresos de la industria musical. Los artistas solo participan con el 1% de los beneficios, según denuncias del Partido Pirata de Suecia. En este sentido, proponen acabar con el copyright.
La Antigua Escuela
De la Antigua Escuela, Ito el Intocable, es uno de los grandes exponentes. Su verdadero nombre es Jorge Luis Ramos Iriarte. Nombre desconocido. Un hombre humilde. Su pensamiento no difiere de la de otros artistas. Su nivel de formación es primario. Pero tiene la capacidad creativa para la música.
De la Antigua Escuela debemos destacar a Viviano Torres, José Qussep, Elio Boom, Sayayín, Melchor, Charles King, Jhonky, Cándido Pérez, Mr Black, Álvaro El Bárbaro, Luis Towers, Afinaito, Bonny Bonny, entre otros.
«Vuelve, papá vuelve. Te estamos esperando. Mi mamá en el cuarto y nosotros en la sala». «Abandono de hogar» cuenta la historia de un hijo que anhela que su padre regrese a casa. El niño sintió la ausencia de su padre que los abandonó. Así eran las canciones de la champeta original con Ito, el Intocable, hablaban de un mundo cotidiano. Un mundo lleno de pobreza, abandono, violencia doméstica y de corrupción política.
La estigmatización de la música para bandidos
En esa época, los amantes de esta música eran discriminados por ser champetúos de las barriadas marginadas de Cartagena. «Era una música para bandidos». Así la calificaban los exponentes de las élites sociales. De la misma manera lo hacían profesores y padres de familias. Los jóvenes de la clase media la bailaban a escondidas. Ni qué decir de los pelaos de las élites de Bocagrande, Manga y Crespo. Cuando los descubrían bailando champeta, sus padres les decían:
«Ya estás como los olayeros, bailando música para bandidos».
Pero la música para bandidos te contaba historias cotidianas de ese mundo cartagenero que subyace más allá de las murallas. Son códigos sociales que no todo el mundo entiende, ni siquiera los que viven en su interior. ¿Por qué? Porque están alienados. Viven su anormalidad social como algo normal. Están enajenados por una cotidianidad donde impera el «sálvese quien pueda».
La descohesión social
En este marco económico y social, la mujer —que jugaba un papel de cohesión social— se desprendió del yugo machista para asumir los roles del macho. Pero en el sentido negativo. La mujer comenzó a tomar licor, consumir sustancias alucinógenas, y se dedicó a los juegos de azar. Se desprendió de la crianza de sus hijos. Y se disparó la inseguridad ciudadana con la aparición de una nueva generación de bandidos en las barriadas.
«El Niño y la boda», es una de las canciones que la gente de esa época recuerda. La interpretación de esa canción que hizo Ito El Intocable, estuvo acompañado de Aurelio. El padre del niño lloraba porque su madre se moría mientras su padre se casaba. Luego la esposa de su padre «le metió cacho al papá». Ante este dolor, su padre se suicidó. Perdió a su madre y al papá.
Llegó un momento en que la champeta traspasó las fronteras de la pobreza y de la miseria para transitar por grandes escenarios de la música. Incluso, Sony Music se interesó en algunos artistas de champeta y se internacionalizó.
Ahora adormece más al pueblo con una música urbana con temas insulsos, huecos e inocuos que no edifican al ser humano. «Música para bandidos» es una reflexión desde una perspectiva discursiva ético—moral de la nueva narrativa periodística que estamos proponiendo en el periodismo digital desde hace década y media. (Bienvenidos a Lucio y sus notas).
«Música para bandidos» es el comienzo de una reflexión cultural del papel de la música para la emancipación. La música es un instrumento cultural e ideológico. Seguimos reproduciendo la ideología dominante o nos liberamos.
Las nuevas tecnologías de la información nos permiten resolver esa encrucijada por la libertad. Solo es posible ser libres si tenemos una mente educada desde una perspectiva de la consciencia. Si Ito el Intocable quiere ser un artista libre, debe empezar por cambiar la mente. No solo seguirá pegadito al picó, sino que tendrá una vida llena de prosperidad material y espiritual.
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