¿Qué piensas del trago amargo de Petro? Tomarse unos tragos es algo normal para el común de la gente. Pero presidir una manifestación política borracho como lo hizo Gustavo Petro, precandidato presidencial, no solo es una falta de respeto a sus seguidores, sino un atentado contra su integridad mental. Te lo explico.
El hecho de que a Petro lo hayan dejado subir a la tarima de Girardot chapeto, indicaría que no hay nadie que ose desafiarlo. Nadie. ¿Miedo a Petro? Ni siquiera el senador Gustavo Bolívar, su vale, que estaba detrás de él grabando con su celular, fue capaz de detenerlo. Bolívar tenía expresión de desesperación. Se sobaba su cabellera preocupado por lo que ocurría, pero no fue capaz de detenerlo.
Un presidenciable y las aguas ardientes
Lo de Petro no es raro en el liderazgo político. El estrés, la depresión y la tensión del accionar político lleva a muchos líderes al consumo de sustancias psicoactivas para paliar la situación. La afición al whisky de Lucho Garzón, exalcalde de Bogotá y excandidato presidencial, quizás causó que sus aspiraciones presidenciales se esfumaran. Sus fumas fueron famosas. En 2009, un camarógrafo lo grabó tirado en un andén, borracho. Un canal de Tv publicó esas escenas. Y la periodista Darcy Quinn reseñó el hecho. Pero la diferencia es que Garzón estaba tirado en el andén, en tanto que Petro era la estrella central de la manifestación de Girardot en Cundinamarca. No lo grabaron a hurtadillas como le hicieron a Garzón. Igualmente, las chapeteras del precandidato Alejandro Char son famosas, porque intenta bailar. En la costa se le conoce como peripea. Una rara mezcla de perico con alcohol.
Muchos petristas justificaron la conducta de su ídolo. Hasta dijeron que si Winston Churchil en la Segunda Guerra Mundial lo hacía, ¿cómo no lo podía hacer Petro? Pero se le olvidó decir a ese fanático que el Primer Ministro inglés, borracho, en una reunión de los aliados, le pasó un papelito a sus colegas donde había hecho un mamarracho para repartirse el mundo. De tal manera que el pueblo inglés, consciente de sus borracheras, no lo eligió en las elecciones siguientes.
El consumo de alcohol no es un problema moral. Es de salud mental. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, todos los años fallecen 3,3 millones de personas en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol. O sea el 5,9% de las defunciones. En Colombia aportamos 85 mil muertos anualmente por el consumo excesivo de alcohol. Y eso, sin contar con los accidentes de tránsito, y accidentes caseros que dejan muertos y lisiados.
Un trago amargo
Sin duda, esa pea de Petro es un trago amargo de su campaña hacia la presidencia. ¿Qué autoridad moral puede tener un presidente de la república para dictar políticas públicas de salud mental si es presa del alcohol? De hecho, yo puedo tomarme unos tragos, pero llegar a un estado de beodez, es un exceso que no te lo perdona el cuerpo. Ni la sociedad. El cerebro es la principal víctima. Y si no puedes pensar bien, ¿cómo puedes gobernar bien?
De tal manera, que la cantidad y la frecuencia cómo consumes el alcohol, te puede llevar a una situación complicada, dicen los especialistas. Y no se trata que lo consumas en privado o públicamente. No. Puedes consumirlo moderadamente que no interfiera en tu vida laboral, social, familiar y política. De lo contrario, se convierte en una adicción. Y eso si es un grave problema para un gobernante.
El alcohol como detonante
El consumo o no consumo de alcohol no te hace bueno o malo. Lo único que hace una droga es sacarte todo lo malo o todo lo bueno que hay en tu interior. Por esta razón, la Corte Constitucional consideró constitucional el Código Nacional de Tránsito que introdujo la obligatoriedad en el uso del cinturón de seguridad. Un borracho nunca acepta que está borracho. No tiene capacidad de tomar decisiones. Y deben tomarse medidas transitorias de restricción de su movilidad para evitar que se haga daño o le haga daño a otros. Se debe respetar el libre desarrollo de la personalidad.
Estas medidas restrictivas son posibles, porque tienen dos objetivos. 1. Procuran el bienestar y protección de las personas, en relación con derechos que la misma Constitución haya privilegiado como objeto de garantía reforzada. 2. Son medidas proporcionales en sentido estricto. Esto significa, que la restricción no puede ser exagerada.
Ahora bien. Ser abstemio no te garantiza que vayas hacer mejor las cosas como sujeto de derecho inserto en una sociedad determinada. Algunos presidentes se caracterizaron por su abstinencia al alcohol. Adolfo Hitler era abstemio, pero su adicción a la cocaína lo enloquecía. Álvaro Uribe Vélez es abstemio, mas es dado a consumir sus famosas gotas amargas que le recetaba su psiquiatra para evitar la locura. Uribe dejó de consumir alcohol, porque se volvía zambiloco.
¿Cómo pasar este trago amargo?
Gustavo Petro está pasando un trago amargo por cuenta de una borrachera. No se trata de juzgarlo. Y mucho menos este periodista que desde 1991 siempre ha votado por él. Pero es necesario advertir que si un líder no es capaz de controlar la bebida, no será capaz de controlar los grandes y graves problemas de todo un país.
Como periodista que busca desentrañar la verdad, confieso que estoy dudando votar por Petro. No tanto por esa borrachera. Una borrachera se pasa. Pero le puede suceder lo que le sucedió al Ñato, la canción de su tío Noel Petro. «El ron mató a mi padre y ahora voy a acabar con él».
¿Por qué dudo? La duda es un mecanismo de reflexión. Dudar es el antídoto del fanatismo político. La mayoría de los seguidores de los caudillos son víctimas del fanatismo. Nunca dudan en el seguidismo. Uribismo, petrismo, trompismo, nazismo, marxismo, comunismo, fascismo, estalinismo. Sus seguidores justifican sus errores y sus crímenes. Ellos se olvidan de la integridad del Ser de los verdaderos líderes que deben llevar a la humanidad a un estado de convivencia y paz. Si nos olvidamos de esto, crearemos verdaderos tiranos y grandes homicidas de la democracia popular que al principio se presentan como salvadores.
Por tanto, dudo. Dudo porque (1) Gustavo Petro ha cambiado su discurso, (2) tiene el apoyo de políticos de toda pelambre, (3) en privado hace una cosa y en público dice otra (ejemplo, caso Sandra Villadiego, firmó el acta donde aprobó su inclusión y después en público dijo todo lo contrario) y (4) su palabra se ha desvalorizado. En Cartagena, tenemos un ejemplo elocuente de un mandatario zambiloco, cuya adicción mantiene a toda una ciudad en un caos total. La palabra anticorrupción del alcalde distrital no se corresponde a su conducta inmoral en el manejo de los recursos públicos.
Por mal trago, Petro quedó zambiloco en Girardot