¿La resurrección política de Lula? Los brasileros decidirán si hoy es la resurrección política de Lula da Silva. Al final del día 156 millones de votantes decidirán la suerte de este país en medio de una polarización de discursos de los dos candidatos con mayor intención de votos: el presidente Jair Bolsonaro y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
En la última década Brasil vive una inestabilidad política. Dos presidentes fueron encarcelados por presunta corrupción. Una presidenta, Dilma Rouseff, destituida por el congreso. El mismo Lula estuvo preso por cargos que posteriormente fueron retirados. Una significativa parte de su población diezmada por el Covid-19. Una escalada destructiva de la selva amazónica propiciada por la minería a gran escala impulsada por el gobierno de Bolsonaro.
Recordemos que Lula es el único sobreviviente del “socialismo del siglo XXI”. Fue elegido presidente en 2003, luego de intentarlo en varias oportunidades en compañía del Partido de los Trabajadores-PT. Seguramente hoy no haya presidente, porque uno de los candidatos debe obtener por lo menos el 50% más uno de los votos.
Esta mañana, muy temprano, votó Lula. Besó su baloto y dijo:
¿La resurrección política de Lula?
¿La resurrección política de Lula? Es la pregunta que los analistas internacionales se estarían haciendo en el día de hoy. Sin duda, habrá resurrección. Las encuestas así lo señalan. Si bien en los gobiernos de Lula y del PT se vivieron momentos muy importantes para la estabilidad política y económica de Brasil, la iniciativa política de izquierda se vio desgastada por múltiples causas. Una de estas se refiere a que los gobiernos de izquierda se sostuvieron sobre las mismas estructuras de poder tradicionales. Esto impidió que se fortaleciera la democracia, se redujera las brechas sociales y económicas y se consolidara un país que se encontraba entre las mejores economías del mundo.
Precisamente, Lula y el mismo PT, fueron víctimas de ese mismo sistema que se abstuvieron de modificar. El modelo económico, político y las estructuras de poder quedaron intactas durante los gobiernos de Lula y Dilma Rouseff. Lula no tenía la intención de modificarlas, porque se sintió cómodo gobernando sobre la cresta de ese poder tradicional.
Sin embargo, el mismo sistema se cansó de Lula y del PT y se hizo más inestable con el advenimiento de modo de gobierno con tinte de extrema derecha, a lo Donald Trump. Una vez harto de Lula, el sistema lo metió preso. Lo molió hasta el punto que estuvo a punto de desaparecer de las lides políticas. Ahora, aprovechando que fue victimizado, Lula regresa como el ave fénix. ¿Será su resurrección y la de Brasil?