El Canto de la Tierra, es el lema del XII Festival Internacional de Música de Cartagena.

Comenzó El Canto de la Tierra. Son varios años sin ver a Julia Salvi. Ella es el alma de este encuentro cultural cosmopolita llamado Festival Internacional de Música de Cartagena. El covid-19 nos hizo recordar que los reencuentros son mejores, porque están cargados de emociones y afectos que la música los comprime en una melodía. Esta versión XVII de 2023 reactiva los sentimientos de redención de la identidad política, territorial y cultural de la Europa dominada por dos imperios: el ruso y el austrohúngaro.

Precisamente, la versión de este año se inició en el teatro Adolfo Mejía con una elegía del gran compositor ruso de ese período del romanticismo que dio paso al modernismo, Piort Ilich Tchaikovsky. Esta obra, «En memoria de Iván Samarin» fue un homenaje del compositor a ese gran actor de ópera ruso de ese período.

El Canto de la Tierra para los Ardila Lülle

María Eugenia Gaviria y Carlos Ardila Lülle duraron 70 años juntos. Los dos murieron en 2021.

El Canto de la Tierra expresa el encuentro de los sentimientos nacionalistas con los cosmopolitas. De manera, que se podría extrapolar el in memoriam inaugural a dos mecenas que tuvo el festival en estos 16 años y que trascendieron a otra dimensión en 2021. Se trata de María Eugenia Gaviria Londoño y de su esposo, el industrial Carlos Ardila Lülle. Ella murió en mayo. Él en agosto. La muerte los separó desde que se unieron en matrimonio en 1951. Fueron amantes de la música clásica. No dudaron en respaldar a Julia Salvi en su «alocado» proyecto de convertir a Cartagena en una plaza fuerte de la música cosmopolita.

Y francamente fue una elegía el acto inaugural, al decir de los asistentes que hablan con los aplausos. Pero también fue un acto de gratitud por esas personas que creyeron en los sentimientos socializados por el festival que ahora resurge con un reencuentro de sentimientos nacionalistas y cosmopolitas.

De hecho que sí. Esta versión del Festival Internacional de Música debe dejar sentado que Cartagena es una plaza fuerte para la música de toda especie. En el marco de este festival pude ver con mucho interés y por primera vez, por ejemplo, una ópera. Y estaba allí, muy cerca de los actores, gracias a la deferencia de la entrañable Julia Salvi.

¿Música aristocrática?

Lejos de considerar la música clásica como elitista, clasista y burguesa, lo que debemos propiciar es su popularización en un mundo tan musicalizado como el colombiano. Bonito sería escuchar una pieza de música clásica en la programación musical de los medios de comunicación. Necesitamos educarnos en la música. El sistema educativo debe contemplar esta necesidad. Como uno tiene cierto gusto por la buena música, se puede convertir en su propio programador musical. Es decir, puede crear su propia banda sonora.

Cuando esto escribo, programé una selección musical clásica de fin y comienzo de año. Así como para la inspiración en la redacción de este artículo de un periodista que poco sabe de música. ¿Quién necesita saber de música cuando una melodía despierta las emociones y sentimientos que yacen dormidos en lo más profundo de nuestro interior? Sentimientos paradójicos como el nacionalismo y el cosmopolitismo. El segundo se consolidó sometiendo a los primeros. Luego, se hizo universal.

¿Son contradictorios estos dos sentimientos? Para la Europa y la América del siglo XIX eran vientos de libertad que vivió ese período romántico. Los nacionalismos fueron sofocados mediante el sometimiento político y cultural de las nacionalidades. Fue la etapa en la que se estructuraron las naciones modernas europeas. Los clásicos europeos se expandieron en todos los continentes.

El Canto de la Tierra

La bella e inteligente Julia Salvi, el motor del Festival Internacional de Música de Cartagena. Cortesía.

Sin embargo, la música pervivió frente a la voracidad expansionista de los imperios. Esos imperios llegaron con su música para someter las otras músicas o incorporarlas en sus repertorios para prolongar su fominio. Así, ya desnaturalizadas, ya vacía de esos sentimientos de rebeldía de los pueblos sometidos, las músicas se convertían en instrumentos de dominación cultural.

En América, concretamente en los Estados Unidos, se crearon desde 1842 tres de las orquestas más antiguas del mundo: Nueva York, Boston y Chicago. Los hombres más ricos, amantes de la buena música, se convirtieron en los primeros mecenas de este movimiento en el romanticismo. La primera orquesta se creó en Nueva York.

Sin duda, hoy el Festival Internacional de Música de Cartagena tiene historia. Un escenario propicio para proyectar nuestras diversas nacionalidades. Por ejemplo, la del Caribe Insular, o del Caribe Continental, que son posibles nacionalidades con sus propias manifestaciones musicales. En este marco ¿Cartagena de Indias tendrá su propia orquesta reconocida internacionalmente? Ese es parte del sueño de Julia Salvi. El proyecto lo contempla y se va avanzando en ello.

De hecho, El Canto de la Tierra es un lema bien concebido. Resume la conciliación entre las manifestaciones propias de los territorios y la música universal. Es decir, entre el nacionalismo y el cosmopolitalismo.

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