A siete meses de terminar su período, la alcaldía del «cantor del pueblo», Guillermo Torres Cuéter, sigue siendo ¡una mera ilusión! como sus canciones cuando era «Julián Conrado». En Turbaco—Bolívar, luego de más de tres años de gobierno, su administración no podría catalogarse como un antes y un después. Los indicadores de resultados le son desfavorables. La percepción de la comunidad organizada, en su mayoría, es negativa. Uno de los tantos y sensibles problemas de este municipio, al norte de Bolívar, en el área metropolitana de Cartagena, es la expansión urbanística sin atender las necesidades en materia de agua potable y alcantarillado. Pero también, Torres no hizo nada radical para avanzar en los servicios públicos concesionados que fue su mayor apuesta electoral.
Luego de su posesión como alcalde, Guillermo Torres estuvo departiendo en una finca que supuestamente pertenece al empresario Alfonso el Turco Hilsaca. De ese encuentro —dice una fuente que era muy cercana al alcalde— salió chapeto. A raíz de este episodio, que podría ser una anécdota anodina, en realidad no lo es. El episodio fue calificado como un presagio de que en realidad su administración no iba a cambiar nada en materia de servicios públicos. Por tanto, seguirían concesionados en detrimento de los turbaqueros que se apegaron a la mera ilusión que les cantaba «Julián Conrado» en su campaña electoral.
El legado de «Julián Conrado»
En Turbaco todo está concesionado al sector privado. Los servicios públicos, el tránsito, etc. En esta materia Torres Cuéter pasará a la historia de ilusionista, promesero y demagogo. Prometió acabar con este adefesio que afecta las arcas y el bien común de los turbaqueros, y hasta ahora no ha hecho absolutamente nada. ¿Cómo se le llama a eso?
Empero, la propaganda y los aduladores de Guillermo Torres tratan por todos los medios de tapar esa cruda realidad. Son expertos en el arte del engaño como método de dominio de masas, y de la guerra a la manera de Sun Tzu. Aparenta gobernar cuando en realidad no hace nada. Y cuando hace algo, aunque sea insignificante para cumplir la promesa, cacacarea hasta la exageración.
Ese será el legado que nos dejará Guillermo Torres Cuéter en los 4 años de gobiernos que finalizará este 31 de diciembre de 2023. Si no es así, que demuestre lo contrario en estos últimos 7 meses que le queda.
Aclaro. Intenté muchas veces hablar con el alcalde de Turbaco, pero fue muy difícil. Sus respuestas fueron en automático, inconscientes. Hubiese sido interesante entrevistarlo sobre estos temas.
El alcalde mata discurso de «Julián Conrado»
Hoy, a 7 meses de salir de la alcaldía, Guillermo Torres está matando el discurso de «Julián Conrado». El hombre real —no el de la ilusión— está dejando un trago amargo y mucha desesperanza en los que creyeron en su palabra. Se convirtió en un encantador de serpientes. Me recuerda a aquél viejo paisa que llegababa al puerto de Magangué a vender sus menjurjes haciéndose morder de una víbora que carecía de bolsa de veneno.
Si no se toman las medidas correctivas del caso, Turbaco va camino a convertirse en una gran cloaca a cielo abierto. Decenas de Plantas de Tratamientos que funcionan en los grandes conjuntos residenciales construidos sin alcantarillado, vierten sus aguas poco tratadas a las fuentes hídricas dotadas por la naturaleza. ¿Por qué es tan difícil que tiradores de línea de izquierda, como «Julián Conrado», terminen sin hacer nada para concretar su discurso? Carlos Marx, el filósofo en quien el ideólogo de las ex Farc se inspiró, dijo:
En otras palabras, una cosa es lo que los hombres dicen y otra lo que los hombres hacen. Guillermo Torres Cuéter se creó una falsa conciencia. Se alienó con el poder. Ya en el gobierno y en el ejercicio del poder no supo qué hacer. Se percibe en él una disforia en su conducta política. Su discurso no se corresponde con su praxis. Se ufana de lo que dice, pero hace lo que odia. ¿Se entiende?
¿El Plan Maestro de Alcantarillado es una mera ilusión?
No obstante lo anterior, en diciembre de 2022, su gobierno presentó el Plan Maestro de Alcantarillado (PMA) al Ministerio de Vivienda. Cardique ya le había aprobado en forma condicionada el Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos (PSMV). Si no cumplen con esas exigencias, podría ser rechazado para ser ejecutado en 2024. Pero la administración se encuentra en una situación tan complicada que, a pesar de presentar el proyecto del alcantarillado, sigue sin posibilidades de avanzar para que se haga realidad en el menor tiempo posible. En la tercera entrega analizaremos este tema del PMA.
Sin embargo, aunque esa conclusión pareciera exagerada, no está lejos de la verdad. Las críticas de control político que se le hace a la administración del excantante de las FARC, se fundamentan en que careció de autoridad para asumir un liderazgo en la reconstrucción de Turbaco. El alcalde y su administración pareciera que fueran una veleta loca. Sin rumbo fijo. Sin brújula. Sin sentido.
¡Mera ilusión!
En efecto, el alcalde no le hace honor al verdadero Julian Conrado, el médico egresado de la Universidad de Cartagena quien fuera asesinado en San Carlos, Antioquia, el 23 de octubre de 1983. Tampoco al discurso de ilusión que construyó con sus canciones alegóricas a la paz mientras empuñaban un fusil. O sus loas a la libertad mientras secuestraban a pequeños ganaderos. ¿Contradicción? ¿Disforia? No. Es la ambivalencia del discurso que las élites dominantes de Colombia saben manejar a la perfección. Y los políticos de izquierda aprendieron muy bien. Esa fue su formación ideológica que terminó con una falsa conciencia y una violencia alienante.
Atrás quedaron las canciones que ilusionaron a muchos campesinos del Caribe y del Sur de Colombia donde las FARC ejercían una influencia política y militar. Llegó a ser tan famoso como Máximo Jiménez en los sabanales de Córdoba, Sucre y Bolivar, donde el PC ML y el EPL ejercían un dominio casi absoluto. Los campesinos pobres recibían una bocanada de oxigeno con sus canciones. Así paleaban, por momentos, la cruda realidad: violencia, desesperanza y pobreza.
Recuerdo que en 1988 en la zona rural del Cesar se podía escuchar en las radiograbadoras de campesinos casetes grabados artesanalmente con las canciones de «Julián Conrado», el cantante de las Farc. Como reportero recorrí las zonas donde se produjeron las primeras masacres en Córdoba y Sucre y ya no escuchaba a Máximo Jiménez con su burro leñero sino a «Julián Conrado» con su mensaje fariano.
Epílogo
El alcalde Guillermo Torres Cuéter infló el globo de «Julián Conrado» en la alcaldía de Turbaco. Lo infló tanto que se le estalló en su cara. Lo que no hizo en 41 meses, no lo podrá hacer en 7. Infló artificialmente su pasado de luchador que los turbaqueros se preguntan ¿luchador de qué y para qué? Contestario y artista comprometido eso es «Julián Conrado». Pero, como líder político y de gestión pública, pocon-pocón. Puro bla-bla-bla. Ya en el poder se olvidó del mensaje de sus canciones y de la voz de esperanza que emanaba de su discurso. Guillermo Torres Cuéter, está lleno de ideología pero de poca praxis. Carece de formación para liderar un proceso de cambio en un municipio dominado por una dictadura del mal privado sobre el interés colectivo. Este es un municipio carcomido por tantas administraciones que solo le han servido a constructores inescrupulosos que actúan como dueños del municipio, porque todas sus fuentes de agua las están contaminando. Pronto Turbaco será una inmensa cloaca si no se adopta un PMA adecuado y sostenible con el medio ambiente.
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Próxima entrega
Aunque no se debía expedir más licencias para la construcción de proyectos de vivienda, Guillermo Torres Cuéter, por ejemplo, le da viabilidad a proyectos urbanísticos como el caso de La Cumbre. Este hecho está llevando a una crisis sanitaria a la población.
Si tienes datos relevantes sobre la administración de Guillermo Torres, favor escríbeme: lucio@voxpopuli.com.co