¿Cómo determinamos la legitimidad y legalidad de la elección presidencial de 2022? Analizar lo que pasó en la audiencia de imposición de medida de aseguramiento de la cual le dieron libertad limitada a Nicolás Petro junto a Daysuris Vásquez, permitirá despejar dos preguntas fundamentales. La primera. ¿Reportaron los gastos de eventos financiados por políticos y financistas tradicionales? La segunda. ¿Se contaminó la elección de Petro con dineros sucios? Aún respondiendo esas dos preguntas, las conclusiones no podrían ser concluyentes para conocer la suerte del presidente Gustavo Petro. Esta se definirá según la correlación de fuerzas existente en el congreso, ni siquiera en el movimiento social.
En consecuencia, la ponderación realizada por el Juez 74 de Control de Garantías, Omar Beltrán Castillo, permitió evaluar la calidad de aportes a la verdad realizada por la Fiscalía durante las audiencias de legalización de capturas y de medida de aseguramiento. En las diferentes sesiones de las audiencias, la Fiscalía arrinconó al hijo del presidente y a su excompañera sentimental. No se trata de preguntar si entró o no dinero de dudosa procedencia. Eso jamás queda registrado en cuentas de campaña. Esas son dos preguntas fundamentales que surgen para hacer una inferencia razonable sobre la legitimidad de la elección del presidente.
De hecho, Gustavo Petro Urrego no entendió que la crucifixión de su hijo es su propia crucifixión. Esta es la historia.
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Un golpe blando que viene de adentro
Luego de la audiencia, la ponderación de la Fiscalía y del juez de la causa que dejó en libertad limitada al hijo del Presidente de la República y a su exnuera, Daysuris Vásquez, abre la posibilidad de llegar al corazón de la campaña presidencial y, por tanto, a legitimar un golpe blando contra el primer mandatario. Pero es un golpe que viene de adentro. Es decir, del corazón mismo del gobierno.
Sin embargo, desde el punto de vista jurídico sería un proceso de larga duración. Vencer el principio de inocencia, es decir, demostrar la culpabilidad del sujeto, no es un proceso fácil. Máxime, si ese sujeto es el hijo del presidente.
Desde el punto de vista criminalístico ―le dicen expertos penalistas a VoxPopuli Digital― no existen evidencias de que Nicolás Petro Burgos sea jefe de una red criminal para producir un daño económico y social al Estado y la sociedad colombiano. Más bien, la red de 27 personas alrededor del hijo del presidente, cuyo organigrama criminal presentó el fiscal Mario Andrés Burgos como prueba dolosa, es una red de grandes y pequeños buitres de oportunistas para llegar al padre con el fin de sacar provecho político o económico.
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El padre ausente
El presidente Gustavo Petro Urrego siempre ha sido un padre ausente, al decir de Nicolás y de las personas que conocen a los Petro. El único momento de la vida de Petro Urrego ―que aparentemente hizo vida familiar― fue cuando Verónica Alcocer tomó las riendas de la vida íntima de su marido. Si él no cumplía el papel de padre, ella lo “obligaba”. Es un tema cultural en la Costa Caribe que las mujeres de la clase media, asuman las riendas del hogar mientras el padre es un proveedor. Las mujeres visten a sus maridos, le escogen las prendas de vestir y le dan la mejor presa en la mesa. Los afectos los provee ella. Los recursos para mantener el tren de gasto los provee él.
La ausencia del padre para socorrer a su hijo en el momento más crucial de su vida, provocó la dramática situación de la familia presidencial. Cuando en marzo de 2023 reventó el escándalo con la entrevista concedida por Daysuris Vásquez a Semana, Nicolás Petro sufrió una lapidación moral y social. Quedó solo, como lo dijimos en su momento, y que el mismo Nicolás lo reconoció en la entrevista concedida a la periodista Vicky Dávila.
No obstante, la actitud del presidente de esquivar a su hijo crucificado fue una conducta reprochable y equivocada. Reprochable, porque jamás un padre debe dejar solo a su hijo que sufre un drama, sea cual sea. Equivocada, porque el rol de Nicolás Petro no era del hijo―objeto para tomarse la foto y asomarse juiciosamente en el balcón para reflejar la solidez de una familia presidencial que rodea a su guía. ¡No! Petro padre debió intuir que si dejaba solo a su hijo ―que jugó un rol importante en su campaña electoral― los buitres lo iban a destrozar. Y una vez conseguido ese objetivo, esos buitres irían por él para consolidar el golpe blando.
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¿La P de puta política que contaminó la elección de Petro?
Ahora bien. La conducta del hijo no fue aislada. Ni tampoco obedeció a las veleidades juveniles del hijo del presidente. ¡No! Si bien Nico es un diomedista consumado, que se deja seducir fácilmente de la belleza, su comportamiento fue una consecuencia de la estrategia de la campaña Petro 2022 de aceptar el apoyo de partidos tradicionales y contratistas del Estado. Esta estrategia ―definida por su padre― se presentó el 10 de septiembre con la gran manifestación de la P en la Plaza de la Paz de Barranquilla. La P de Petro, la P de patria, la P de Paz. Pero también la P de puta política que degeneró el Pacto Histórico.
El hilo conductor de la conducta de Nico con la de Armando Benedetti, Laura Sarabia, Daysuris Vásquez y de las 27 personas que están en ese circulo vicioso, fue la estrategia de financiación y de apoyos definidas en 2021 por la dirección de Colombia Humana y del sumo jerarca, Gustavo Petro. El guía quería ser presidente, incluso, aceptando los dineros de aquellos a quienes tanto cuestionó. Sus incendiarios discursos del congreso forjó una hipnosis colectiva que lo llevó a ser presidente. Aquí esta la madre de la descomposición del Pacto Histórico y de la Colombia Humana. No está en el comportamiento veleidoso de Nicolás Petro.
En esa manifestación de Barranquilla ―que pudo costar $5 mil millones― marcó la suerte de los Petro y de la esperanza de Colombia de lograr un verdadero cambio. El responsable de todo esto, sin duda, es Gustavo Petro, el guía, el líder del Pacto Histórico. ¡Dejen quieto a Nicolás! El padre debe poner el pecho y no exigirle a su hijo que no se arrodille al verdugo como en la época de la lucha guerrillera cuando el verdugo llegaba con su picana a destrozar los cojones del joven valiente que entrega su vida por la causa.
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Padre, he allí a tu hijo
A Petro padre se le olvidó los padecimientos sufridos por Petro hijo cuando él fue alcalde de Bogotá. Petro hijo vivía de la solidaridad de muchos caribeños que le dieron alojamiento y comida, como me lo dijo un prestigioso abogado que sacó de su propio pecunio para socorrer a Petro hijo mientras Petro padre era el alcalde de Bogotá. ¿Cómo respondió Petro padre? Denunció a su propio hijo ante la Fiscalía sin que previamente lo haya llamado para que le aclarara los chismes y calumnias que llegaron a Palacio de Liévano. Al alcalde de ese entonces, era más importante el valor mediático disfrazado de causa superior, que el amor al hijo. Hoy los Petro viven el mismo drama, pero multiplicado por 10 mil.