Ninguno de los presidentes de «la Gata» fueron a su funeral. ¿Quién llorará por ella? ¿Álvaro Uribe Vélez, César Gaviria, Andrés Pastrana? Son algunos de los presidentes que fueron financiados con dineros de Enilce López Romero, conocida desde los 90 como «la Gata». Cada aporte significaba una foto con ella, ya sea en su oficina improvisada o en su casa. Hoy, dejó de existir, para alivio de algunos y tristeza para muchos. Y ahora se ampliará el mito que en vida construyó con sus obras sociales y con una fortuna, cuyo monto es desconocido.
La hipocresía se hizo pasta en los presidentes de «la Gata». Existe material probatorio de que se beneficiaron de ese dinero, que luego calificaron de lavado de activo. La conducta hipócrita más acentuada de esos mandatarios fue la doble moral de Álvaro Uribe Vélez. Primero ordenó la extradición a Estados Unidos de sus viejos aliados (los jefes paramilitares), y luego asintió la persecución de la fiscalía de Mario Iguarán contra su benefactora y su familia que fueron encarcelados y perseguidos.
La verdad sea dicha, grandes empresarios y políticos ―de todos los colores― se beneficiaron con su dinero y su influencia, y luego la zapatearon. Zánganos y oportunistas de toda pelambre fueron solo detrás de su dinero. Pero su forma agresiva de hacer negocios, le permitía recuperarlo.
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El pésame
Viajé a Barranquilla para tener una percepción más cercana de los funerales de esta matrona magangueleña a quien solo vi cuando era un niño en el barrio Baracoa de Magangué. Allí vivía mi tía Josefa Moreno, popularmente conocida como la Mona Colón. Su hija mayor, Inés Barros, quien también se había casado con un policía, era muy amiga de Enilce López en sus tiempos de juventud.
A su hijo mayor, Jorge Luis Alfonso López, el INPEC le dio permiso de 5 horas para estar en los funerales de su mamá. Si me hubiese topado en el campo santo con él, no habría dudado en darle el pésame. Y también preguntarle ¿cambiaría el curso de la historia de su familia que sufrió e hizo sufrir los embates del sistema económico y político violento que ayudó a construir? ¿Podría haber una verdadera reconciliación ―con sus enemigos― principalmente con la sociedad?
Como periodista jamás tuve relación con la familia Alfonso López. Ni siquiera para publicidad de sus campañas electorales. Pero, pese a todo, Enilce López me hizo recordar el espíritu de mi madre Teresa Moreno, magangueleña de pura cepa, que fue una mujer empoderada y no se dejó arrugar por la pobreza. Enilce, como mi madre, salió adelante desempeñando varios oficios e incursionando en el comercio. Así le ganó la batalla a la pobreza.
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Los presidentes de la Gata
Los presidentes de la Gata tienen doble moral. Los hipócritas que se beneficiaron del dinero de Enilce López, como la mayoría de los expresidentes colombianos, después de César Gaviria, seguramente no utilizarán sus redes sociales para expresar el pésame. No agradecerán que les ayudó a elegirse con ese dinero que ellos mismos se encargaron en estigmatizar en público y en recibirlo en privado.
El único presidente que se refirió sobre la muerte de Enilce López fue Álvaro Uribe Vélez. Lo hizo para salvar su honor manchado de una hipocresía vergonzante. Recibió $2 mil millones, según fuentes extraoficiales. Pero, en su libro de cuentas, solo admitió $100 millones. El círculo más cercano de Enilce López sabe que lo dicho por el expresidente Uribe no se acerca a la verdad. Si bien hoy recordó ese hecho, solo lo hizo para salvar su honor de rancho desocupado.
El hecho de ver hoy el parqueadero de Jardines de la Eternidad de Barranquilla taqueado de carros de alta gama, dos horas antes de sus funerales, lo dice todo. Es cierto que fueron exalcaldes, exgobernadores y políticos activos. Todo eso es cierto. Pero al funeral de la matrona no llegaron los presidentes de Colombia que recibieron su dinero que ellos mismos estigmatizaron de dientes para afuera.
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El mito
Sin lugar a equívocos, Enilce López fue la más poderosa entre las mujeres del Caribe colombiano. Su fortuna es objeto de especulación. Los orígenes de ella hacen parte de la fábula y de la mitología magangueleña. Fue una maga haciendo dinero. Pero su vida no fue felicidad pura. Su historia no fue la de Cenicienta que terminó casada con el príncipe y fueron felices para siempre, comiendo perdices. No. Su historia fue un drama con momentos de conquistas pasajeras que le daban alivio momentáneo.
Su paso a la eternidad estuvo matizado por el padecimiento de una multiplicidad de enfermedades. Seguramente sus últimos días no fueron pacíficos. De acuerdo a la historia clínica que en 2018 divulgó una investigación periodística de API, sufría 19 enfermedades. Pero la que la llevó a la tumba fue un cáncer de pulmón metastásico asociado a una depresión profunda.
Buscando prosperidad
Siendo menor de edad llegó al barrio Baracoa de Magangué. De muchacha del servicio pasó a ser administradora y, luego, dueña de la sucursal de Discolombia. ¡Era imparable! Su belleza exótica encantó a más de uno. Cuando se acicalaba, con su minifalda paralizaba el tránsito en la Calle de las Damas. Transcurría los años 70 que expresaba el espíritu del romanticismo y de la paz hippy. “Amor es …”
Su búsqueda de prosperidad, llevó a Enilce López a hacer varios programas en Radio Magangué, según nos contó Abelito Ordosgoitia. La pobreza le agobiaba en su natal Naranjal (Sucre-Sucre). Fue Felix Felito Butrón quien le vio el talento para los negocios. Y le dio la oportunidad. Butrón negoció con ella la sucursal de Discolombia.
Luego supimos que montó La enramada, un estadero que ubicó al lado del Teatro Habib. Después de que salíamos de cine, los jóvenes enamorados íbamos a escuchar balada al lado de la novia amada. Era la época de Candilejas, Río Badillo, Sufrir, El niño y el canario, etc. Era un género musical que competía con el furor de la salsa del Gran Watussi de la Magangué de los 70. Enilce López atrajo a esa juventud en su estadero. Le quitó clientela a esos sitios de salsa clásica como Dimensión Latina, Máquina Borracha (El Boricua) y El Punto Cubano.
Precisamente, al lado del Teatro Habib, organizó una improvisada oficina. Allí llegaron los presidentes de Colombia desde César Gaviria (1990) hasta Álvaro Uribe Vélez (2002), pasando por Andrés Pastrana Arango, todos recibieron financiación de Enilce López. En los convulsionados años 80 ella amasó una fortuna. Su esposo, Héctor Julio Alfonso López Pastrana, al parecer, fue trabajador de Rodríguez Gacha. Este narcotraficante cayó muerto el 15 de diciembre de 1989 en un operativo realizado por la Policía Nacional en Tolú. Se dijo que Gacha había salido de una finca administrada por Alfonso Pastrana. Finca donde, supuestamente, había toneladas de dólares.
El amor al dinero
Lo cierto, después de la muerte de Rodríguez Gacha, se acabó La Enramada y Enilce López abrió el negocio del chance El Gato. La prosperidad, que tanto había anhelado y buscado ¡por fin! tocó a su puerta. Empresarios y políticos la frecuentaban periódicamente buscando préstamos para sus negocios y su política.
Sin embargo, la prosperidad no vino sola. Cuando uno se enfoca solo en la búsqueda del dinero y no en el Ser, es víctima de todos los males. Esta filosofía del comportamiento determinó su vida. Le causó ansiedad y con ello inseguridad. Acumuló tanto dinero en búsqueda de una seguridad inalcanzable. ¿Por qué? Su mente se trastocó hasta el punto que le quitó el apetito por los alimentos. Y aquí comenzó su tragedia.
Citando a Timoteo 6:10
A sus 72 años amasó una fortuna solo comparada con la de Alfonso “el Turco” Hilsaca, el otro magangueleño que de su pobreza franciscana en su natal Mompox, se abrió camino en Magangué invirtiendo en la política. Desde ese entonces, en Bolívar y, particularmente, en Cartagena, se les conoció como los financistas de la política, los verdaderos dueños del poder.
Los funerales
Estuvimos antes de sus funerales en Jardines de la eternidad. Los medios de comunicación tantas veces la mataron, tantas veces la resucitaron. Su verdadera muerte es alivio para muchos. Tristeza para otros. Alegría para sus enemigos.
El último reporte oficial de la salud de López se conoció en 2018. En ese momento se indicó que padecía 17 enfermedades asociadas a hipertensión, cardiopatía, hipertensión, además de un cuadro de desnutrición que la mantenía con un peso de 34 kilos.
¿Quién llorará por esta mujer? En la próxima entrega se dirá. Dios ¡Todopoderoso! le perdone sus pecados y le conceda paz en su tumba.