El eterno retorno de la verdad sobre el conflicto armado, hoy cobra un día histórico con el regreso de Salvatore Mancuso Gómez, el principal dirigente vivo de esos escuadrones de la muerte. ¿Será cierto esto? ¿Tendrá la capacidad de enfrentarse a tantas presiones y a sus propios intereses para narrar a la sociedad colombiana la real verdad de los crimenes contra la humanidad?
Siempre que se repatria a uno de los cabecillas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) de las cárceles de los Estados Unidosa, se habla de esa verdad que, hasta ahora, es esquiva para millones de víctimas sobrevivientes.
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Después de las 2 de la tarde de hoy 27 de febrero de 2024, llegó el esperado vuelo al aeropuerto El Dorado de Bogotá. Migración Colombia lo recibió para la reseña respectiva. Fueron 15 años de estar en una cárcel de los Estados Unidos. Allá fueron procesados y condenados por narcotráfico, luego que el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, los extraditara a ese país.
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El eterno retorno esperado
Así como cuando las AUC se desmovilizaron, el eterno retorno de Mancuso se produjo en medio de la expectativa que ello significa para conseguir la verdad de los hechos de esta guerra fratricida que se exacerbó en la década del 90 bajo la dirección militar de los hermanos Fidel, Carlos y Vicente Castaño, y Salvatore Mancuso. Contaron con la conducción política de muchísimos empresarios, políticos y agentes del Estado. Esa expectativa es la misma sensación que produjo cuando ellos llegaron por primera vez en el congreso para tomar la palabra en el recinto democrático del país y contar la verdad de ellos. La verdad del triunfador de una guerra contra la sociedad desarmada. Ese mismo recinto que fue testigo cuando dijo que el 30% de la corporación representaba los intereses de los paramilitares. El mismo congreso que los aplaudió en aquel año cuando las heridas estaban abiertas y sangrantes.
De acuerdo con los diarios del 29 de julio de 2004, especialmente El Tiempo, consideraron que la llegada de sus jefes Salvatore Mancuso, Ernesto Báez y Ramón Isaza al Congreso, fue entendida por los paramilitares como una oportunidad histórica. En esa oportunidad pronunciaron sendos discursos en directo ante la Comisión de Paz y Señal Colombia.
Hoy, su tono es humilde, lejos de la arrogancia de los tiempos aquellos cuando fueron tratados como héroes por un régimen y un sistema que no tuvieron vergüenza para manifestar lo que realmente sentían.
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¿Y las víctimas?
Como se puede apreciar, ese tono de renacimiento ¿podría ser un sincero arrepentimiento? ¿Y los crímenes cometidos contra personas humildes e inocentes en estado de indefensión? La realidad de sus días en Colombia debe reafirmar esa promesa. Pero, son millones de hombres y mujeres, adultos y niños que sufrieron y siguen sufriendo esta guerra irresoluta.
Pero sea lo que sea, su retorno es una esperanza para seguir conociendo la verdad de este horror que todavía no hemos superado. Horror que seguimos soportando como el eterno retorno, no de la verdad, sino del sacrificio de una guerra fratricida que ahora tiene otras motivaciones: el narcotráfico. La sociedad colombiana sigue sometida a un estado patológico desde el punto de vista mental. ¿La mayoría está alienada por la violencia?
Finalmente, se propone varios interrogantes. ¿Pueden los criminales ser tratados como estrellas de rock y las víctimas olvidadas al ostracismo? Las victimas han sido olvidadas. La verdad, en aquella oportunidad, fue esquiva con ellas. Nunca se dio a conocer por parte de sus jefes embriagados por el poder. ¿Fue un acuerdo con los poderosos del país? Para Mancuso, en aquellas circunstancias de 2004, decir la verdad produciría un trastorno en la nación. ¿Acaso no la dijo en la JEP en las recientes audiencias para conocer nuevos hechos que conduzcan a la verdad y la reparación?