"Un General de la vida", dijo Petro en la cumbre de gobernadores de Villa de Leyva. ¿Y los demás generales?  El bandazo militar del presidente.
“Un General de la vida”, dijo Petro en la cumbre de gobernadores de Villa de Leyva. ¿Y los demás generales? «Mi General Pedro», el autogolpe de Petro.

El país atraviesa una situación de inseguridad interna, resultado de la inacción gubernamental e incapacidad política para abordar la regionalización de la guerra y sus complejos desafíos. Este es el verdadero autogolpe. ¿Se trata de una militarización de la política o de una politización de las Fuerzas Militares―(FF. MM.? ¿Ese es el falso dilema planteado con el curso del autogolpe de Petro al nombrar al Brigadier General Pedro Sánchez como ministro de Defensa?

Petro es un provocador profesional como el presidente Alfonso López. Crea caos y distrae la opinión pública con el debate insulso. Pero, a diferencia de López, no pone un nuevo orden con el caos. ¿Qué hacer con las milicias de la República?

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Decisión retrógrada

“Un General de la vida”, dijo Petro en la cumbre de gobernadores de Villa de Leyva. ¿Y los demás generales? Digan lo que digan, el autogolpe de Petro—desde una perspectiva democrática y progresista— es retrógrada, desesperada y con tinte de audacia. Más que el fracaso del ministro de Defensa, Iván Velásquez Gómez, connotado defensor de los derechos humanos, refleja el fracaso de la política para dirigir la seguridad nacional y la seguridad ciudadana. Pero también el fracaso de la política de Paz Total para dar salida al conflicto armado colombiano.

La anterior premisa fáctica (real) no implica que si la política fracasó, se debe experimentar con lo militar como salida a la crisis de inseguridad del país. Lo que hay que cambiar es la política y a los políticos incapaces de interpretar el ahora. El pensamiento binario dominante nos manipula para pensar que si Petro fracasó con su política de izquierda el próximo presidente debe ser de extrema derecha y regresar a los aciagos tiempos de la Seguridad Democrática con los falsos positivos.

Lo anterior es una falacia. Algo común en debates, argumentos y discursos promovidos por los políticos profesionales a través de los medios de comunicación y de las redes sociales de internet. Falacias que pueden desviar la atención de la verdad al presentar razonamientos que parecen válidos pero carecen de solidez lógica.

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La historia

General Óscar Botero Restrepo, el último ministro de la Defensa como militar activo. Diferente al bandazo militarista de Petro, lo que se necesita es un buen gobierno
General Óscar Botero Restrepo, el último ministro de la Defensa como militar activo. Diferente al bandazo militarista de Petro, lo que se necesita es un buen gobierno. (Galería de comandantes de las FF.MM.)

Ahora bien, algo distinto al bandazo militarista de Petro fue la designación del General Óscar Botero Restrepo como el último ministro de Defensa militar. El presidente Virgilio Barco Vargas el 15 de julio de 1989, lo designó en unas circunstancias diferentes. El narcotráfico le había declarado la guerra al Estado, que lo puso de rodillas.

Se recuerda, en ese entonces el país estaba en Estado de Sitio. Esta era una forma de Estado de Excepción, pero no todas las situaciones de excepción necesariamente implican un Estado de Sitio. El concepto de Estado de Excepción abarca diversas situaciones de emergencia más allá de las causadas por disturbios graves o guerra, según lo indica la constitución colombiana.

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La política subordinada a lo militar

«Mi General Pedro» ¿será el próximo Domingo Perón venerado y adorado por izquierdistas y nacionalistas en Argentina. El bandazo militarista de Petro.
«Mi General Pedro» ¿será el próximo Domingo Perón venerado y adorado por izquierdistas y nacionalistas en Argentina. (Cortesía).

En realidad, el bandazo militarista del autogolpe de Petro, fortalecería una corriente de militares inconformes con el poder tradicional para construir un poder de facto que—por supuesto— el presidente lideraría. Entonces, los militares tendrían mayor peso específico en el gobierno petrista, como sucede actualmente en Venezuela.

En la actualidad, autores como Samuel Huntington en su obra «El soldado y el Estado» han explorado en profundidad la relación entre el poder militar y el poder político. Huntington destaca la necesidad de un equilibrio entre la experiencia y el conocimiento técnico de los militares, y la responsabilidad y la legitimidad democrática de los líderes políticos.

Esta supeditación se basa en la idea de que el poder militar, que tiene la capacidad de ejercer la violencia, debe estar siempre bajo el control de la autoridad civil. Este poder emana de la voluntad popular y es responsable ante la ciudadanía. El artículo 3 de la Constitución Política establece que la soberanía reside en el pueblo. 

Por tanto, lo militar depende de lo político y no lo contrario como en la práctica pretende el presidente Petro. Esto es esencial para garantizar la estabilidad y el buen funcionamiento del sistema democrático colombiano. Independiente de las críticas que se pueda tener de este sistema viciado por la conducta del ego de sus gobernantes y de la clase política y empresarial dominante.

Lo que vendría con el el autogolpe de Petro

Tareck El Aissaimi y Pedro Rafael Pellechea, los dos coroneles zares del petróleo en Venezuela. Cayó en desgracia con la dictadura burocrática.
Todo por el dinero. Tareck El Aissaimi y Pedro Rafael Pellechea, los dos coroneles zares del petróleo en Venezuela. Cayó en desgracia con la dictadura burocrática.

Si a la mayoría de la sociedad política no le gustó un presidente gay en Ecopetrol, por ejemplo, Petro podría nombrar un coronel machista y bigotudo.

Su vecino, Nicolás Maduro, nombró militares en el sector petrolero, y casi todos cayeron en desgracia por corrupción. El presidente venezolano tuvo el promedio más elevado del barril petrolero con 64 dólares. El promedio de Chávez fue de 54 dólares que generaba 500 mil millones de dólares anuales. Y eso, a pesar del bloqueo norteamericano, el cual no deja de ser un sofisma de la dictadura burocrática. Pero hoy, la producción petrolera cayó a niveles ínfimos, a lo sumo, 900 mil barriles diarios cuando antes era de 5 millones. Es un fracaso político de los militares y de Maduro.

El anuncio de un ministro militar expresa debilidad y miedo. Debilidad, porque su gobernabilidad popular e institucional se debilitaría cada día. Miedo, porque desde que fue elegido, su pensar es que «me van a tumbar». Y ahora con un General poderoso manejando un presupuesto de $53,594 billones, sería un gran guardaespaldas presidencial. Cualquier general se arrodillaría y dudaría tocar a Petro.

Con el incremento del presupuesto de guerra del 21% en el período 2018—2024, el más significativo fue entre 2023 y 2024, Gustavo Petro confirma su veleidad y su añoranza militar del M—19 que no alcanzó a ser Comandante Supremo. Ahora es comandante en Jefe de las FF. MM. y pretende un general domesticado.

Se registra una tendencia militarista que brilla en la región. Según Statista Research Department, en 2023, Colombia fue el tercer país con el mayor gasto militar en América Latina y el Caribe, después de Brasil y México. 

¿Debilidad y miedo, son dos motivos para el transfuguismo del presidente Petro? Si no son estos los motivos, serían su sepultura política en los próximos dos años.

El fin del Cambio

En histórico Consejo de Ministros, presidente Petro dio el giro a la derecha emergente representada por Armando Benedetti y Roy Barreras.
En histórico Consejo de Ministros, presidente Petro dio el giro a la derecha emergente representada por Armando Benedetti y Roy Barreras. Transfuguismo político clásico.

En su momento se dijo en VoxPopuli Digital que el Gobierno del Cambio llegó a su fin el pasado 4 de febrero en el fallido Consejo de Ministros. Que ahí la izquierda perdió el gobierno y, al mismo tiempo, se destapó Gustavo Petro como un gobernante oportunista. Tomó partido por el proyecto de dos destacados tránsfugas, Armando Benedetti y Roy Barreras. Se igualó. Sin brújula y sin proyecto político esperanzador.

El presidente decepcionó por el transfuguismo hacia una derecha emergente, como la que usó Álvaro Uribe Vélez cuando llegó a la presidencia. Precisamente, sus dos alfiles (Benedetti y Roy) son los mismos que ahora usa Petro para romper el proyecto político de país que una vez nos vendieron y salieron triunfantes el 19 de junio de 2022. ¿Cuál es la diferencia con el venerado caballista?

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El autogolpe de Petro, más violencia

Los adeptos de Petro —cegados o manipulados por la falsa esperanza de cambio— pueden calificar este bandazo militarista como una decisión audaz, como la de transmitir en vivo el famoso Consejo de Ministros. Sin embargo, es una determinación que conduciría a uno de los dos caminos: militarización de la gestión política del presidente o descomposición política de las FF MM.

Si ello es así, se profundizaría la desinstitucionalización y descomposición iniciada en 2002 por el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez y sus generales de bolsillo. Algunos de ellos cometieron vejámenes inhumanos para mostrar que estaban ganando la guerra a la guerrilla y, al mismo tiempo, manipular a la opinión pública con la complicidad de los medios de prensa. Lo perverso fue que medio país los aplaudía como si fueran los espectadores de un combate en el circo romano, cuando los cristianos eran destrozados por las fieras.

Incluso, el nombramiento de un militar en ejercicio en el Ministerio de Defensa ―además del bandazo militarista del presidente Petro― sería una afrenta a los 10 millones de víctimas del conflicto armado colombiano. ¿Por qué? Porque sería el fin de la política para resolver los problemas de la violencia, que tiene causas políticas, ideológicas, culturales y, en última instancia, económicas.

No obstante, la causa más profunda del conflicto armado colombiano es la patología mental de un sector de la sociedad que siguen a dirigentes políticos patológicos que ―presas de una falsa iluminación― fracasaron en la construcción de nación y de una república verdaderamente democrática.

Mensaje ambivalente

El nombramiento del General Pedro Sánchez, independientemente de sus pergaminos, méritos y charreteras, es un mensaje ambivalente. Confirma la gesta del autogolpe de Petro. Como ambivalente fue su intervención en el histórico Consejo de Ministros cuando dijo:

«No soy de izquierda ni de derecha».

Y dijo una gran verdad. El perfil de Petro es de un oportunista de izquierda. Un tránsfuga que, ya en el gobierno, se pasa al otro bando por razones políticas o personales. Un tránsfuga no tiene límites éticos para dar un bandazo de izquierda, de derecha o ir al centro. No obedece a nada sino a su ego y desprecia al Ser. Nombrar a un militar activo ministro de Defensa le hace crecer el ego presidencial.

Honor y Gloria y el autogolpe de Petro

Con esta conducta, Petro demostró que su límite es el poder por el poder, la presidencia por la presidencia. No importa con quién aliarse. Ni qué principios comprometer. Lo importante es mantenerse como gobernante y prolongar su legado, aunque sea inconstitucionalmente. Así actúan los políticos tránsfugas, sean de izquierda, de derecha o de centro. Militares o civiles.

La inmensa mayoría de los delitos de lesa humanidad cometidos por el paramilitarismo fue con la connivencia y, otras veces, con la planificación de generales de la república. Con esta conducta criminal contra la sociedad civil, se mancilló el Honor y la Gloria de nuestros soldados, héroes que defienden los principios patrios con transparencia y respeto de los derechos humanos.

El pasado

No en vano la JEP acaba de imputarles delitos de guerra y de lesa humanidad a 4 generales. Una noticia trascendental que expresa la tragedia nacional cuando los militares se ponen al servicio de una política militarista de corte neobonapartista. Noticia opacada con el bandazo militar de Gustavo Petro.

Los generales (r) del Ejército Nacional Óscar Enrique González Peña, Luis Roberto Pico Hernández, Jorge Ernesto Rodríguez Clavijo y Juan Carlos Piza Gaviria, comandantes y jefe de Operaciones de la Brigada IV entre 2004 y 2007 (período de Uribe), fueron hallados máximos responsables de liderar la política de facto de “conteo de cuerpos” que desató el patrón macrocriminal en el que por lo menos 442 personas fueron asesinadas y desaparecidas forzadamente para ser presentadas como falsas bajas en combate en el departamento de Antioquia.

Próxima entrega: ¿Tres personas distintas?: Petro, Mi general Pedro y Benedetti

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