
El golpe más fuerte en esta coyuntura sufrido por el gobierno del Cambio, quizás, fue el llamamiento al Segundo Estallido Social que pasó a ser un verdadero peo de mariposa: las masas populares estuvieron ausentes. Solo se movió la pesada y oxidada burocracia sindical y sus seguidores. Por orden de la Federación Colombiana de Educadores―FECODE, los 7 millones de hijos de trabajadores y de personas más necesitadas de la sociedad colombiana, sufrieron las consecuencias del paro nacional.
Mientras tanto, el triunvirato del gobierno del Cambio se desmorona desde adentro. El presidente Gustavo Petro parece deprimido por los continuos escándalos de corrupción y las derrotas políticas continuas hasta llevarlo a una ausencia transitoria del poder. Su ausencia el 30 de mayo en la Cumbre de Jefes de Estado de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) es muy diciente. ¿Está enfermo?
La Cumbre Social y Política, siguiendo directrices de presidencia, pretende radicalizar la pelea como si fuera contra la élite corrupta política dominante asentada en el congreso. Lo que existe, en realidad, es una crisis de gobernabilidad del gobierno del Cambio que pretende instrumentalizar el derecho a la protesta de los trabajadores y del pueblo en general.
El bebé que llora
El bebé que llora y la mamá que lo pellizca. La parálisis gubernamental se exacerba con la pelea intestina ―como si fueran dos alacranes que quieren comerse a su madre que los parió― de Armando Benedetti y Laura Sarabia, maestro y alumna, respectivamente.
Al mismo tiempo, asistimos al aborto de la consulta popular con la estocada maestra de la Comisión Cuarta del senado de incluir casi todas las preguntas que se hizo desde el ejecutivo en el proyecto de reforma que pasó para último debate. Así, habilidosamente, le quitaron las banderas que Petro ondeaba en su narrativa de agitación y llamamiento a un Segundo Estallido Social por las reformas y de apoyo al gobierno del Cambio.
¿Qué lectura hacemos de estos tres acontecimientos: la pelea de alacranes Benedetti―Sarabia, el fracaso del paro nacional y el aborto de la consulta popular?
Un peo de mariposa
Aunque el gobierno nacional desplegó todo su poderío de apoyo al paro, las masas populares no le obedecieron. Y no fue un trabajo de la oposición política de derecha que sigue sin una lectura clara de la coyuntura política y, por ende, sin una respuesta política contundente a las papayas que da el gobierno del Cambio.
El tal llamamiento popular fue un peo de mariposa. Ahora las calles no son de Petro ni tampoco de una oposición que solo tiene aspiraciones electorales como el mismo gobierno. La realidad demostró que la protesta popular no puede ser instrumentalizada por el establecimiento político para sus propósitos disfrazados de bienestar de la clase obrera o del pueblo.
El discurso del presidente Gustavo Petro de la noche del 20 de mayo en Barranquilla no solo fue polarizante y bipolar, sino que también hizo del evento un remedo de cabildo popular. Fue la plataforma para lanzar el tan promovido paro nacional, preludio de la revolución popular petrista.
Pero la realidad fue otra de los dos días de paro. Todo terminó, como se dijo, en un peo de mariposa. El miércoles 28 de mayo la participación fue raquítica en los eventos que se hicieron en las principales ciudades del país. Lo más destacado, el bloqueo de vías que afectó el tráfico. No más. Al día siguiente, jueves 29 de mayo, el raquitismo de la participación popular se acentúo. Y Petro desapareció.
El balance
El balance de los dos días de paro no tuvo impacto político ni tampoco reversó la decisión del congreso de abortar la consulta popular. Por el contrario, el senado fue más allá de las expectativas esperadas del gobierno. Los resultados del paro nacional, el ministro de la Defensa los resumió así:
«246 actividades en 198 municipios, entre ellas 103 concentraciones y 88 marchas».
En esos eventos brillaron por su languidez popular. Hizo falta gente. Solo burócratas sindicales y gentes que llegaron por la olla comunitaria o el sanduchito, a la manera como lo disminuyó Agmeth Scaff. O sea, que el poder de convocatoria de la burocracia sindical, especialmente de la CUT y de Fecode es muy débil. Y eso, que contó con el apoyo de todo el poder del gobierno nacional.
En definitiva el paro nacional fracasó, porque no hubo la participación masiva del pueblo. Si no hay pueblo, no hay capital político que respalde el discurso del presidente Petro pronunciado en Barranquilla. Esto debió decepcionar no solo al presidente Gustavo Petro sino a toda la dirección del Pacto Histórico que con todo el poderío oficial no lograron el Segundo Estallido Social.
El triunvirato y sus dos alacranes
Como en la época de la antigua Roma, el imperio no se cayó por los ataques externos sino por las grandes fisuras internas. Cuando se creó el triunvirato de Julio César, Pompeyo y Craso para ganar en gobernabilidad en los años 60 a.C. y 53 a.C., terminó en una guerra civil. De la misma manera, el triunvirato Petro, Benedetti y Sarabia ―con el apoyo de Euclides Torres y sus asociados― se resquebraja desde adentro. La pelea intestina de Benedetti―Sarabia está debilitando cada día más la gobernabilidad del mandatario de los colombianos.
El presidente Petro sacó los sectores estratégicos del progresismo de su gobierno. No hay hay representación real del Polo Democrático o de la Colombia Humana. Por cuenta de la corrupción, la Alianza Verde salió de ellos de taquito, después del mentado Consejo de Ministros del 4 de febrero. Solo quedó el sector que apoya a Antonio Sanguino Páez en el ministerio del Trabajo y los incondicionales de Petro. Estos no son capaces de desobedecer una orden presidencial aunque sea absurda. No tienen respaldo de un partido político o movimiento social alguno.
Esas fricciones intestinas de Benedetti―Sarabia no son de poca monta. Representan intereses que subyacen detrás del real poder del presidente Gustavo Petro. Esta es la razón por la cual pareciera que Petro no tuviera la capacidad de liderazgo para llevar un gabinete propositivo, activo y con resultados reales.
Quizás esa pelea de verdaderos alacranes se termine tomando un café de los dos. Un café intermediado, no por el presidente Gustavo Petro, sino por Euclides Torres Romero, jefe de Laura Sarabia y socio de Armando Benedetti.
El aborto de la consulta
El fracaso del paro nacional y la decisión de la Comisión Cuarta del senado de incluir las preguntas presidenciales, terminó por abortar la consulta popular. Realmente este llamamiento desde presidencia nació muerto. Su capital político se está desvaneciendo cada día más.
La convocatoria la hizo en frío el presidente Gustavo Petro. Solo pensó en su conveniencia. Creyó que con un remedo de cabildo popular realizado el 20 de mayo en Barranquilla, las masas iban a responder con ardor al llamado presidencial.
El Segundo Estallido Social, esta vez a favor de un presidente que viene brillando por los escándalos de corrupción y la incapacidad de gobernar, quedó solo en la imaginación de los discursos presidenciales. La instrumentalización de la protesta social no siempre da resultados. En esto, Colombia es diferente a Venezuela, donde un sector de la población sigue siendo dominado por el clientelismo estatal del PSUV, no importa si está Chávez o Maduro.
¿Y las centrales obreras?
El país necesita una reforma laboral progresiva. Que consulte con las necesidades no solo de los trabajadores que tienen la posibilidad de inserción en el mercado laboral, sino también de los 13.5 millones de colombianos que trabajan en la informalidad, según el Dane. Otros millones son sobreexplotados como en el caso del Fruver del expresidente de la Cámara de Representantes, David Racero.
Progresistas como Racero son los que están por una reforma. Por esta razón fue duramente cuestionado por su doble rasero. Es el típico político, un sepulcro blanqueado, podrido por dentro.
Ante eso, las centrales no le cuestionaron su conducta, sino que lanzaron una alerta sobre la reforma que transita en el congreso jalonada por la oposición:
«Hoy el escenario es diferente y las Centrales Sindicales no permitimos engaños, el senado en la Comisión IV ha traicionado nuestras aspiraciones, no solo acabando de debilitar el proyecto de reforma laboral sino pasando límites inaceptables para el pueblo colombiano; aprobando una contrarreforma laboral escrita por y para el poderoso empresariado y gremios económicos. Es una reforma regresiva que desmonta derechos laborales históricamente conseguidos y desde el movimiento sindical y social lucharemos para no permitirlo».
Comunicado de prensa CUT, CGT, CTC, CPC, CDP.
Conclusión
Por tanto, el levantamiento popular anunciado el 20 de mayo por Petro en Barranquilla fue un fracaso total. Las masas populares no están a favor de Petro, quien no ha hecho nada para cambiar su modo de vida. Tampoco se dejaron instrumentalizar por un gobierno y una burocracia sindical sin poder de convocatoria. Esta es la primera conclusión que se sacó del Paro Nacional que fue un peo de mariposa.