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¡Matar a Uribe! Orden del «Señor de la olla»
¡Matar a Uribe! Orden del «Señor de la olla»

¿Quién dio la orden de matar a Uribe? ¿La extrema derecha? ¿La extrema izquierda? El «Señor de la olla» ordenó matarlo con una pistola glock que le proporcionó. Miguel Uribe Turbay, 39 años, dolorosamente lucha por su vida en la clínica Santa Fe de Bogotá, después de una semana del atentado criminal del 7 de junio. Sin duda, este es un crimen político que marca un punto ascendente de la espiral de violencia post acuerdo de paz de 2016 con las Farc.

Mientras tanto, miles de personas se volcaron a las calles en las principales ciudades del país para rechazar el atentado y el estado de inseguridad en lo que se llamó La Macha del silencio.

Crear vacío de poder

La orden de matar a Uribe tenía un objetivo político. Por ende, el atentado es un crimen político. Aparentemente busca crear caos y un vacío de poder para justificar salidas extremas o un gobierno venidero que desempolve viejas fórmulas para la seguridad y la paz basada en la coerción. Recordemos que 2025 es un año preelectoral con un presidente de izquierda en medio de una precaria gobernabilidad. Al mismo tiempo, crece la polarización discursiva de la clase política con sus diferentes matices de derecha, centro o de izquierda.

En términos políticos, se interpreta que los autores del atentado donde intentaron matar a Uribe, tienen la intención de que la polarización del discurso se extienda mediado por el miedo. Que solo haya dos contrapartes: la derecha y la izquierda. Así, el electorado quedará atrapado en esa dinámica que propone los “Señores de la guerra”.

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Vea el análisis

Este análisis explica el carácter político del atentado y su trascendencia.

¿La salida?

Si la opinión pública colombiana despierta, su favor electoral no podrá estar en ninguno de estas dos vertientes políticas que ahora se atacan entre sí. Se necesita un tercer camino. Este camino no podrá ser iluminado por la clase política dominante, ni por su viejas ideas de cambio. Sea la izquierda o derecha que gane en las próximas elecciones, nos conduciría a la misma situación. O peor.

Nada puede cambiar si hacemos lo mismo. Un conflicto armado entre 1985 y 2018 con más de 450 mil homicidios y dos décadas de uribismo impuesto con 225 mil muertos del paramilitarismo, fue el precio que pagamos los colombianos por una seguridad democrática fallida. Jamás hemos tenido seguridad ciudadana. Mucho menos paz y tampoco una verdadera democracia.

¿Repetiremos lo mismo ahora? Ninguno de los que dicen ser precandidatos tienen una respuesta a la espiral de violencia ni mucho menos a las reformas sociales que la sociedad anhela. Sus palabras contra la violencia son lugares comunes, porque ellos responden al mismo círculo que la creó.

¿Cómo interpretar el presente?

Matar a Uribe fue una orden proveniente de la extrema derecha, según su modus operandi
Matar a Uribe fue una orden proveniente de la extrema derecha, según su modus operandi.

Las capas sociales que hoy salieron a protestar contra la violencia, deben pensar que si siguen ideas parecidas a la Seguridad Democrática o la del gobierno del Cambio ―que se enfrentan por el poder― el país profundizará su crisis política y social. No habrá paz. Tampoco prosperidad.

Ningún estallido político puede traer paz y sosiego a la sociedad colombiana si se levanta sobre estas ideas dominantes del establecimiento. El problema es el sistema político hegemónico, el cual es una creación del Ego político que domina las mentes de la clase política.

Ahora bien. No es la mente brillante de Petro que gobierna el país. Tampoco el Pacto Histórico, como colectivo político. Es su Ego quien tomó el poder y lo lo puso a su servicio y no al de las brillantes ideas plasmadas en el plan de desarrollo Colombia, potencia mundial de la vida.

Quien está derrotando al presidente no son los de la derecha corrupta sino su propio Ego. ¿Por qué no se desprendió de ese deseo de ser el gran reformador, a la manera de Alfonso López Pumarejo, con su Revolución en Marcha, y se dedicó a gobernar con su plan de desarrollo y los poderosos instrumentos que le proporciona el régimen presidencialista?

El gobernante de izquierda perdió una oportunidad histórica de ser el primer presidente de izquierda para cumplir con sus ideas. Solo ve sus proyectos de reformas que le impide gobernar con un instrumento fundamental que le aprobó el mismo congreso que ahora repudia y que amamantó en el primer año de su mandato. ¿Por qué lo hizo? Porque son dos caras de una misma moneda; la clase política dominada por el Ego político.

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¿Por qué matar a Uribe?

En Colombia, hasta la década de los 90, la extrema derecha se alió a sectores del narcotráfico para cometer sus crímenes políticos. Los magnicidios de candidatos en los 80 y 90 fueron financiados con dineros del narcotráfico. El paramilitarismo fue su máxima expresión. Pero, después de ascender al poder en el 2002 con el presidente Uribe Vélez, desplazó a la clase política institucionalizada y democrática que vivía su propia crisis de gobernabilidad con los gobiernos de Samper y Pastrana.

La presidencia de Álvaro Uribe con su vicepresidente Francisco Santos Calderón, representó la alianza de la extrema derecha emergente con una extrema derecha anquilosada en el Estado colombiano de la línea turbayista. No es gratuito que hoy Uribe Turbay represente a este sector de la élite dominante.

Dicho lo anterior, ¿de dónde pudo venir el atentado? La lógica indicaría que de la extrema izquierda, ya que es su opuesto. Pero, si uno hace un razonamiento detenido de las características y la forma del atentado, se encontrará que no hace parte del modus operandi de las acciones terroristas de la guerrilla sino de la extrema derecha.

El atentado

Según el adolescente criminal, en el momento de su aprehensión, dijo que la acción criminal fue contratada por el «Señor de la olla» que le ofreció $20 millones. Este detalle fue ampliado en su primera declaración ante la Fiscalía en la audiencia de detención, de acuerdo a información de la revista Semana. No fue cometido por un comando especializado ni tampoco por una oficina de cobro con su escuadrón de muerte.

El «Señor de la olla» le encomendó directamente la «vuelta». No hubo intermediario, puesto que ellos pusieron la logística para cometer el crimen. Pero hubo un pequeño detalle del que pocos se han percatado. La forma cómo se planificó el atentado necesariamente apuntaba a que el atacante no iba a salir vivo. O sea, un ataque suicida. Pero el adolescente sicario no lo sabía. Lo vino a entender en el fragor del crimen.

Tomando en cuenta dos hechos. Uno, que el crimen no se le encomendó a una oficina especializada de la mafia, Dos, que fue un atentado suicida como el que se le cometió contra Carlos Pizarro Leongómez en 1990. Estos dos elementos, indicaría que sus perpetradores querían despistar la investigación y no dejar vivo al atacante.

Crimen político

No hay dudas, el crimen es político. Si nuestra hipótesis es cierta, el ataque debió diseñarse en las altas esferas de la extrema derecha y no de la extrema izquierda. Y si fuera lo contrario, es decir, que naciera de la extrema izquierda, ¿el resultado fuera distinto? ¡No! La teoría política indica que, en términos políticos, los extremos se encuentran y tienen intereses similares.

Entonces, ¿por qué escogieron como blanco a Uribe Turbay teniendo a un gobierno de izquierda? El atentado no tenía como objetivo atajar una figura antisistema.

Cosa diferente fue el asesinato de Rafael Uribe Uribe (2014), Jorge Eliécer Gaitán (1948), Jaime Pardo Leal (1987), Luis Carlos Galán (1989). En ese mismo año el atentado doble contra José Antequera y Ernesto Samper Pizano, el 3 de marzo de 1989. El año siguiente (1990) fue brutalmente violento. Cayeron Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez. Álvaro Gómez Hurtado fue asesinado en 1995.

El senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, en el momento del ataque no era el primero en las encuestas ni tampoco el último. Pero, es el más representativo de los precandidatos de la extrema derecha anidada en su partido. Un niño mimado de la oligarquía y de los medios de comunicación dominantes. Protegido del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien está enfrentado a un juicio criminal donde podría salir descalabrado.

Polarizar las contradicciones

¿Qué buscaba el atentado? Sin equívocos, polarizar las contradicciones entre la extrema derecha y la extrema izquierda. ¿Por qué razón? Así se polariza el discurso electoral y uno de los dos extremos se la jugará por capitalizar políticamente el resultado dirigiendo a las grandes masas que actúan espontáneamente frente a la agresión y al miedo.

O sea, no importa quién de los dos extremos pudo cometer el crimen político. Lo importante es el resultado político aprovechado por uno de los dos extremos. Y todo indica que el insuceso lo están aprovechando principalmente los sectores de la derecha.

Cuando esto se redacta, hay centenares de miles de personas que salieron a rechazar el atentado en lo que se llamó la Marcha del silencio. Algo parecido a la acción que promovió el gaitanismo en 1948 como respuesta a los asesinatos de lideres campesinos en aquella aciaga época de la historia colombiana. Dos meses después, asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán. Y luego aplastaron el movimiento social y político.

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