
El Pacto Histórico volvió a demostrar que, a la hora de tomar decisiones estratégicas, su margen de autonomía es limitado. La discusión sobre si debía o no realizarse una consulta para definir al candidato presidencial no la resolvió la democracia interna de los órganos de la coalición. Bajo la autoridad presidencial, Gustavo Petro impuso la consulta popular para escoger su candidato a la presidencia.
El jefe de Estado, a través de un mensaje en X, zanjó la controversia: sí habrá consulta el próximo 26 de octubre. Con ello, dejó en claro que el derrotero de la principal fuerza de izquierda del país se sigue definiendo desde la Casa de Nariño, más que en los propios espacios de deliberación del movimiento.
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Bajo la sombra de Petro
No solo Petro impuso la consulta sino que también hizo que todos se plegaran a su designio. De un abanico amplio de aspirantes y fuertes choques internos, quedaron en competencia tres figuras: Daniel Quintero, exalcalde de Medellín; Carolina Corcho, exministra de Salud; e Iván Cepeda, senador del Pacto Histórico.
La llamada “izquierda pura” del movimiento había intentado bajarse de la consulta, temiendo que Quintero resultara favorecido en las urnas. Sin embargo, la orden presidencial de mantener el mecanismo alteró los cálculos: la contienda seguirá adelante, aunque bajo la percepción de que fue Petro, y no el Pacto, quien definió las reglas del juego.
Cepeda, la carta frente a Quintero
En reacción, varios sectores de izquierda cerraron filas en torno a Iván Cepeda para enfrentar a Quintero, a quien acusan de representar intereses ajenos al ideario del progresismo. Se habla de un “todo o nada” frente a un exalcalde señalado de tener apoyos de maquinaria política, acusación que él niega categóricamente.
En paralelo, los tres precandidatos iniciarán 30 días de campaña intensa en busca de respaldo popular, mientras Petro parece tener un objetivo adicional: mostrar que el petrismo conserva fuerza electoral y que aún puede encaminar a la izquierda hacia un nuevo triunfo en la Casa de Nariño.
Renuncias y fracturas

La imposición de la consulta también derivó en renuncias significativas. Gustavo Bolívar, María José Pizarro y Susana Muhamad declinaron sus aspiraciones presidenciales. Bolívar fue enfático:
“Mi coherencia está por encima de cualquier ambición política. No puedo apoyar a un imputado por corrupción, que en dos meses se sentará en el banquillo de los acusados”, dijo en alusión a Quintero.
Bolívar anunció su respaldo a Cepeda, a quien calificó como un hombre “decente” y prometió trabajar en su campaña “con grandeza y con mucho amor”.
Un pacto sin pacto
El episodio deja al descubierto la fragilidad interna del Pacto Histórico: un movimiento que, en teoría, agrupa múltiples expresiones de la izquierda, pero que en la práctica sigue subordinado a la voz del presidente. La consulta, lejos de fortalecer la autonomía política del bloque, refuerza la percepción de que las decisiones cruciales no se toman colectivamente, sino bajo la tutela de Petro.