Pareciera paradójica la oposición de Gloria Gaitán para que no se entregue el libro gratis sobre su padre, Jorge Eliécer Gaitán Ayala. Los caraqueños propusieron editar el libro biográfico, pero con la condición de que se regalara a los ciudadanos venezolanos, siguiendo los preceptos del comandante Hugo Chávez sobre la gratuidad. Para la hija del caudillo popular, tal hecho sería una afrenta al pensamiento gaitanista y un golpe a la cultura participativa comprometida.
En efecto, Gloria Gaitán sustentó su posición de no dar el libro gratis haciendo una retrospectiva de cómo se financió el periódico Jornada, fundado por Jorge Eliécer Gaitán. En aquellos tiempos los partidos tradicionales tenían acceso a sus periódicos que luego se conoció como la Gran Prensa: El Tiempo, El Espectador y El Siglo. Jornada adquirió una moderna rotativa mucho mejor que los periódicos existentes con dineros aportados por sus suscriptores. El precio de Jornada era de 10 centavos.
Para sustentar su negativa a que sea regalado el libro, Gloria Gaitan trae a colación una anécdota citada en Gaitán Intimo (1947) de Luis David Peña, cuando se refiere al hecho de que una niña pobre de Bogotá fue a llevarle sus ahorros ($1,0) para comprar una acción de Jornada:
Abrir el debate sobre la gratuidad y la autogestión
Así como los venezolanos deben debatir el concepto de gratuidad como oposición al alto costo de los servicios públicos, los colombianos debemos propiciar un sano debate sobre las políticas sociales del gobierno de Gustavo Petro. La gratuidad no es el objetivo máximo de una transformación revolucionaria. Por el contrario, podría ser su retroceso. Quien pueda pagar, que pague. Quien no pueda pagar, el Estado asume ese costo. Esto se llama equidad. El Estado actúa como garantía de los derechos humanos.
La gratuidad es considerar que la ciudadanía sigue siendo menor de edad y que el Estado debe echarse al lomo semejante carga como un padre a su hijo balbuceante. Entonces, se forma un Estado tutor, dominante, autoritario y sin democracia.
Por el contrario, una cultura autogestionaria crea un hombre y una mujer libres del autoritarismo, la jerarquia, el elitismo y el estatismo. Se reafirma el derecho a la igualdad, a la equidad y a la participación sin ninguna restricción. Se forma un sujeto próspero, autoconciente y autodeterminado. Por esta razón, las reformas que se deben propiciar en este gobierno del presidente Gustavo Petro deben apuntar a este concepto que sería la plataforma para un verdadero cambio.
Vivir sabroso y con libro gratis
Más que un libro ¿a quien no le gusta tener las cosas gratis? Los servicios públicos gratis, la casa gratis, el carro gratis y la comida gratis. Como dice una de las canciones del Gran Combo de Puerto Rico:
Si bien, esa canción lleva la situación a un extremo, es simplemente para reflexionar sobre el concepto de lo gratis y de la autogestión. Sabemos que la economía de Venezuela vivía en un 99 por ciento de la renta petrolera. Por cada dolar que PDVS recibía, 0.83 centavos iban para el Fisco Nacional. Cuando los Estados Unidos la bloqueó y le cerró el chorro del petroleo, el gobierno no supo qué hacer. No había democracia económica, porque el Estado le garantizaba a la ciudadanía los servicios públicos, los alimentos y el galón de gasolina era más barata que el agua de hoy. Todo esto porque Chávez propuso en su Plan Socialista de Desarrollo convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político de América Latina y el Caribe basada en la renta petrolera. Le daba casi todo al pueblo, trabajara o no trabajara. El encanto duró poco. Hoy, Venezuela es uno de los países más empobrecidos de la región.
Libro gratis y autogestión
El criterio de Gaitán es la autogestión económica. Él fue un ejemplo de ello. Aunque reiteraba que la economía inexorablemente debe estar al servicio de la humanidad. Vivir sabroso no porque el Estado le dé todo. Vivir sabroso, porque el Estado debe garantizar las condiciones para que se construya una economía autogestionaria. En esta economía el centro de la producción, la distribución y el consumo es el humano. Propugnaba por una economía que estuviese al servicio del ser humano y no lo contrario. La autogestión también significa libertad, porque si no somos libres económicamente, no podríamos construir un futuro mejor para nuestra nación.
Recordemos que la autogestión económica no es nueva. Surgió de experiencias del movimiento obrero británico, francés y norteamericano en la segunda mitad del siglo XIX. En América son famosas las colonias socialistas fundamentalmente en EE.UU. Estas fueron inspiradas por Owen, Fourier, Saint-Simon, Cabet y otros representantes teóricos del llamado socialismo utópico. Vale la pena el trabajo económico de Proudhon Socialismo que fue estigmatizado después de que el marxismo-leninismo de Stalin se convirtió en la hegemonía dominante de la izquierda universal. En Colombia tenemos muchos ejemplos de economía de autogestión, especialmente entre la población indígena.
La pregunta inevitable es si estamos preparados para propiciar una economía autogestionaria que sea paralela a la economía dominante. Sería bueno conocer las experiencias actuales. Pero el sistema educativo colombiano como el venezolano está diseñado para obedecer y no para ser autogestionario.
Cultura participativa comprometida
Nada de libros gratis. Si tu regalas un libro a una persona que no lo desea y que no es lectora, nunca lo leerá. Si aplicamos la ley de Pareto, se lo das a 100 ciudadanos, solo el 20% lo podría leer. Botaste los otros 80. Pero lo más grave es que en nada contribuyes para lograr que esas 100 personas cambien de mentalidad sobre la necesidad de trabajar por su metas y su superación personal.
En ese sentido, la crítica de Gloria Gaitán es fulminante:
«Cuando lo que se pretende es hacer una revolución verdadera, se requiere que la ciudadanía cuente con una cultura participativa comprometida, lo cual significa que el pueblo debe estar dispuesto a involucrarse completamente en el proceso, ya que toda revolución implica sacrificios, y al pueblo hay que prepararlo para ello.
Gloria Gaitán.
Y en forma seguida dice:
La gratuidad es costosa
En realidad, la gratuidad es costosa desde el punto de vista social y no construye. Pero la autogestión es dinámica, creadora y desarrolla el sentido de pertenencia de los individuos. En Colombia, tenemos mucha enseñanza de nuestros indígenas sobre la propiedad y producción de la tierra en forma autogestionaria. También los afros. En 1887, 96 comuneros afros, que sus padres habían sido esclavizados, con sus ahorros de su trabajo, compraron por $2.800 la Hacienda Santa Ana. Cada uno puso su parte. Se formó una propiedad comunera proindiviso. Trabajaron esas tierras para producir no solo alimentos para sus familias, sino que los sábados también vendían sus productos excedentes en el mercado de Getsemaní de Cartagena.
Luego, en los años 60, 70, 80 y 90 esos afros fueron despojados de su propiedad comunera para convertirse en jornaleros, empleados de los servicios turísticos o ganarse la vida con el turismo informal.
Los campesinos, indígenas y afros no necesitan tierras gratis. La posesión de la tierra no lo es todo. Asi se pudo comprobar en Venezuela donde los campesinos recibieron dinero, tractores e insumos gratis. Una ínfima parte aprovechó esa gratuidad. Los campesinos necesitan cambiar de mentalidad por una cultura de autogestión para garantizar su propio futuro y libertad.
Nada de libro gratis, dice Gloria Gaitan: