¿Saad revelará sus secretos? En una cárcel federal de Florida está un hombre que, al parecer, se encuentra sometido a una decisión crucial de su vida. Pero también la de un régimen político que en una década de estricto bloqueo había sobrevivido por su capacidad para eludir las trabas internacionales impuestas por el imperio. Además, muchas personas que giran en su entorno, se afectarían positiva o negativamente con su decisión: declararse culpable y negociar o someterse al rigor de la justicia norteamericana. De su posición ante el juicio de un juez federal del Sur de Florida, dependerá la suerte personal de Nicolás Maduro y quizás la del régimen.
Este hombre es Alex Naín Saab Morán nacido en «La Arenosa» de una familia sirio—palestina. Contrario a lo que vive hoy, hace exactamente 10 años, un día del mes de octubre de 2010, fue llevado de la mano de la controvertida senadora liberal de la época Piedad Esneda Córdoba Ruíz al despacho del canciller de la República Bolivariana de Venezuela de ese entonces, Nicolás Maduro Moros. Saab estaba casi arruinado. Le debía a todo el mundo, especialmente a sus proveedores.
A partir de ese momento, Alex Saab pasará a ser un empresario «progresista». Pero su verdadera esencia es convertir cualquier oportunidad en un negocio para acumular dinero, mucho dinero. Es hijo de un emigrante líbano–palestino, Luis, y de una palestina, Rosa María, quienes salieron huyendo del medio oriente violento. Construyeron en Barranquilla el negocio de telas (textilería). Cualquier barranquillero de los años 80 recuerda las toallas Saab que en calidad competían con las toallas Cannon, de los Caridi, familia judía asentada en La Arenosa. Los de origen judíos y sirios–libaneses, incluyendo los palestinos como los Saab, en vez de pelearse entre sí, se repartieron el gran mercado textil de Barranquilla tipo exportación.
El buen negocio llegó a su fin cuando el presidente César Gaviria permitió —con su devastadora política neoliberal—la entrada de productos textiles de mala calidad procedente de Asia. Los industriales nacionales sucumbieron. La familia Saab debió buscar otros negocios.
¿Principio y fin?
Hay hechos que uno cree que son las puertas del éxito y la prosperidad. Pero se convierten en camino hacia el infierno. También hay hechos que marcan el principio del fin de una era o de una vida. Alex Saab salió feliz de la reunión con el canciller Maduro, quien lo puso en contacto con Tarek El Aissaimi, ministro del Poder Popular del Interior, de origen libanés. Para Saab era su entrada a las ligas mayores del empresarismo y de los negocios internacionales. Era el comienzo de una nueva era de lujos, goce y de grandeza secundaria. Nueva esposa. Nuevo hogar. Nuevos hijos. Nuevos amigos. Nuevos socios. Una nueva vida que generó lujos. De algo servía la Revolución Bolivariana a un «empresario progresista».
Sin que Saab lo supiera, para él la grandeza superior empezaba a diluirse sin posibilidad de nacer. La grandeza de los principios, de la ética y del Ser estaba lejos de buscar. Alex Saab estaba concentrado en la oportunidad de negocios que le dejaría millones de dólares de ganancia. Saldría del imperio de las necesidades que dominan a los pequeños empresarios colombianos. Ya no tendría que hacer pilatunas para acceder a un crédito bancario con miras a salir a flote o pagar la nómina de sus empleados. Una situación de bancarrota lo hizo moverse para que le pagaran. Tenía la madrina ideal para llegar al corazón chavista: Piedad Oneida Córdoba Ruiz.
«El empresario progresistas»
Tal encuentro con Maduro Moros, la senadora lo negó múltiples veces. Pero cuando salieron a relucir las pruebas, Piedad Esneda no tuvo otra opción que recular y aceptar que sí lo conocía y que sí lo llevó donde el canciller en ese año de 2010 para que le pagaran varios millones de dólares que tenía represados en el gobierno. Ese día de octubre, la lideresa entró al despacho del canciller después de la 1:30 de la madrugada.
Según el periodista Gerardo Reyes en su libro «Alex Saab el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro», los hechos sucedieron en la segunda semana del mes de octubre. Nicolás Maduro estaba acompañado de William Amaro cuando Piedad entró al despacho en compañía de su asesor Vásquez. Lo puso al día de lo que sucedía en Colombia. Se lamentó que la Procuraduría de Alejandro Ordoñez la hubiese destituido como senadora. Luego le dijo al canciller que allí estaba un empresario colombiano progresista a quien el Estado le debía un dinero producto de las exportaciones a ese país. Le dijo también que el empresario estaba padeciendo una crisis por la falta de pago de CADIVI.
Un año después (2011) observamos un evento binacional de los dos gobiernos. Estaban presentes Hugo Chavez y Juan Manuel Santos, los dos presidentes de las dos repúblicas nacidas del mismo padre y de la misma madre. ¡Adivinen! Allí estaba Maduro Moros. El empresario progresista barranquillero fue presentado como símbolo de los nuevos viejos amigos que alguna vez se habían desencontrados durante los 8 años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez. El primer contrato para Saab fue por más de 685 millones de dólares. Se firmó con la empresa de Saab, Fondo Global de Construcciones de Colombia. El objetivo era suministrar materiales para la Misión Vivienda del gobierno de Chávez. ¡Se le apareció la virgen al menguado empresario progresista!
El progresista que se hizo rico
En 10 años de colaboración con el régimen chavista, Alex Saab Morán se hizo rico, muy rico. Se calcula que su riqueza llega a más de mil millones de dólares. Y no es para menos. Saab era el bombero de Maduro. Mi colega Reyes dice que si hacía falta alimentos, insumos para gasolina, repuestos para vehículos y, pare de contar, el presidente llamaba a Saab. Si había un conato de incendio en el gobierno, allí estaba Saab para apagarlo. Se necesitaba dinero y relaciones internacionales comerciales para hacerlo.
Saab era como un agente económico internacional, mejor, un ministro plenipotenciario en asuntos comerciales. Unas veces negociaba con Irán, Emiratos Árabes Unidos, Antigua y Barbuda, Panamá, México, Colombia, Irán. Tiene cuatro nacionalidades. Pasaba viajando en su jet privado, algunas veces acompañado de sus socios. En la construcción de estas redes económicas internacionales reside la importancia geopolítica del juicio a Alex Saab.
Y es verdad. Cuando Saab fue detenido en Cabo Verde en el mes de junio de 2020, tomó la peor decisión de su vida para abastecer su avión particular, aterrizar en un país que obedece a los designios norteamericanos. Necesitaba gasolina para llegar a Terán (Irán) a negociar el oro venezolano con ese país amigo. ¡Oro! si, oro. Los precios del petróleo se habían derrumbado. En ese momento estaba a 9.9 dólares el barril. La superinflación volvía añicos al país. En 2018 la tasa era de 65.000%. En 2019 lograron bajarla a casi 20.000%.
Un año para olvidar
Este ha sido un año para olvidar desde la perspectiva de la familia barranquillera Saab Morán. El «viejo Luis», padre de Alex, murió de Covid—19, poco tiempo después de que también sucumbiera su esposa Rosa María Morán frente a la misma enfermedad. Ella murió creyendo que su hijo estaba de viaje. Eso fue lo que el «viejo Luís» le hizo creer hasta el último momento de la vida de ella.
El escritor y periodista, Senén González, cree que realmente Luis Saab murió de pena moral por lo que le estaba pasando a su hijo desde que fue detenido en cabo Verde. El mismo Luis Saab, un empresario de sentimiento antiyanki, fue acusado injustamente de haber financiado al movimiento terrorista palestino «Septiembre Negro», todo por haber enviado ayuda humanitaria (alimento y ropa) a los que sufrieron los bombardeos israelí en el sur del Líbano en 1966.
El «viejo Luis», eterno presidente de la Policía Cívica de Barranquilla, había sufrido otro golpe moral en 2020. Le pidieron la renuncia de ese cargo debido a que su hijo había sido capturado en Cabo Verde. El 20 de junio de 2020 le notificaron que ya no era el presidente de la Policía Cívica. El 12 de junio su hijo había caído preso. Las defensas físicas del viejo palestino—libanés se debilitaron más por la tristeza. Le llegó el virus del Covid-19 y acabó con las reservas que aún tenía. Murió el 29 de abril de 2021.
¿Saad revelerá sus secretos al juez?
Son tres los caminos de Alex Naín Saab Morán que tiene en una cárcel federal de Florida después de comparecer por primera vez ante el juez John J O’Sullivan. De los tres caminos, el peor lo puede llevar a una pena de 20 años en prisión y al pago de una sanción pecuniaria incalculable. ¿Cuáles son esos tres caminos? Callar, declararse culpable y «cantar» o enfrentar a un jurado en un juicio donde casi siempre estas clases de reos, que son extraditados, pierden.
El primer camino, callar y declararse culpable. Este camino ahorraría mucho trabajo a la justicia norteamericana, porque no tendría que gastar recursos ni tiempo para demostrar la culpabilidad de Alex Saab Morán.
El segundo camino es declararse culpable y colaborar con la justicia. Esto significa que puede llegar a un acuerdo para la reducción de su pena mediante la colaboración. Entonces, podría ser juzgado por un delito menor que significaría una pena ínfima y podría salir de la cárcel rápidamente. Por ejemplo, en términos generales los delitos que se le acusa darían a una pena que va de 20 a 25 años. Si colabora, podría llegar a reducir la pena a menos de 5 años.
El tercero, guardar silencio y declararse inocente. Se acogería a la quinta enmienda de la constitución norteamericana. Para esto cuenta con el apoyo del régimen político de Venezuela. Este camino lo lleva a enfrentar a un jurado. Aquí la suerte estará echada, y dependerá de sus abogados y de él mismo para salir avante ante una justicia que tendrá la presión del sistema político gringo que quiere verlo cantando la verdad de sus negocios con la República Bolivariana de Venezuela.
La acusación
El indictment (léalo en inglés aquí) lo abrieron el 25 de julio de 2019 por la Corte del Distrito Sur de Florida con sede en Miami. Los principales acusados: ALEX NAIN SAAB MORÁN, y ÁLVARO PULIDO VARGAS, alias «Germán Enrique Rubio Salas». Son 8 cargos por lavado de activos y uno de conspiración para lavado de activos.
El primer cargo se le acusa de haber lavado aproximadamente $ 350,041,500.00 en moneda estadounidense.
Por otra parte, un gran jurado federal en el Distrito Sur de Florida emitió una acusación formal, dada a conocer hoy, acusando a tres ciudadanos colombianos y dos venezolanos presuntamente por sus roles en el lavado de las ganancias de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), contratos para proporcionar alimentos y medicinas a Venezuela que fueron obtenido a través de sobornos. Este será otro capítulo judicial que marcará el derrumbe del régimen de Maduro. En algún momento el caso de Saab y Pulido lo unirán a este nuevo proceso donde aparecen tres empresarios colombianos y dos venezolanos.
¿Saab revelará sus secretos para salvarse?
Uno de los abogados de Alex Saab se anticipó en decir que de esos tres caminos su defendido optará por declararse inocente. Si ello es así, definitivamente se enfrentará a un jurado de 12 personas que al final del juicio decidirá si es inocente o culpable.
Si Saab decide «cantar», ¿cantaría como Frank Sinatra, Alí Primera o Shakira? ¿En dónde están los ladrones? ¿El régimen de Maduro se derrumbará? Hasta ahora, el cerco judicial ha llegado a familiares allegados a Maduro por la línea de su esposa Cilia Flores. Pero ningún juez tiene prueba alguna contra Maduro. Si la encuentra en el Caso Saab, sería la piedra filosofal para su caída. Pero no solo el Presidente sino una élite burocrática que se ha quedado con el poder popular. Aquí comienza otro capítulo de esta tragicomedia de Alex Saab.