Nicolás Curi y su compañera Esmeralda Prada, recibiendo a los hijos del presidente de los Estados Unidos, Ivanka y Donald Trump Jr.

La primera vez que traté a Nicolás Curi Vergara, el último cacique, fue en una accidentada entrevista que nos concedió en vivo y en directo. Eran los tiempos cuando teníamos el informativo radial Vox Populi en Radio Vigía. El viejo Nico—así lo conocían sus amigos— se había destapado como candidato a la alcaldía de La Heroica (2005) que finalmente ganó en esas elecciones atípicas. Era su tercera alcaldía.

Le hice un par de preguntas que lo incomodó. La primera me la respondió un poco alterado pero haciendo esfuerzos por controlarse. La segunda lo desestabilizó, hasta el punto que temblaron su voz y sus manos. Se puso de pie. Acabó con la entrevista. Yo me quedé callado. Tenía temor que al viejo Nico le diera un patatus.

Nicolás Curi Vergara era un político nato. Prototipo del cacicazgo local de Cartagena. Una generación de políticos que basaban su trabajo proselitista a partir del favor directo a los lideres sociales. Consulta médica. Medicina. Exoneración en el pago de servicios públicos. Pavimento. Puesto de trabajo. Sancochos. Becas. Fiestas. Compadrazgo. Tráfico de influencia. Todo eso era Curi. Astuto como un zorrillo. Maquiavélico. Despiadado y bondadoso. Mejor dicho, el último cacique de esa política llena de melaza que endulzaba directamente a su electorado.

La muerte de Nico

De la prole de Nicolás Curi, sobresalen Martha y Javier Curi Osorio. Martha era sus ojos. Javier, el hijo que amó pero que más dolores de cabeza le pudo producir porque sus caracteres chocaban. La primera, fue representante a la cámara, y el segundo, actualmente es concejal por el partido liberal. Así como su padre, no dejaron de ser polémicos y controvertidos.

La muerte del viejo Nico sobrevino este lunes 3 de diciembre de 2018 en el Hospital Universitario del caribe (HUC) donde labora su mujer Esmeralda Prada. Su corazón cansado dijo no más. Su compañera, desde hace 18 años, la abogada Esmeralda Prada, llenaba su soledad. Era mucho más joven para él. Era su compañía. Su amor, como la historia de Caballo Viejo.

Si, Curi era un hombre solo cuando no tenía el poder. La que le mataba su soledad era Esmeralda. Desde 1999, cuando se conocieron en el peor momento del último Cacique, no se separaron ni un instante. Decenas de procesos penales, fiscales y disciplinarios. Cárcel. Desprecio social. Los medios de comunicación fueron despiadados con el viejo Nico. Y allí estaba Esmeralda a su lado. Su única compañía. Esmeralda llegó como su abogada para los procesos fiscales en aquel momento cuando la Contraloría General le cayó como una aplanadora. Mery Luz Londoño, gerente seccional de la Contraloría General, era su verdugo. Agobiado por la cárcel y más de 100 procesos, renunció en ese año.

Estamos en una sociedad de hipócritas. Y para saberlo, basta ir a los funerales de Nicolás Curi Vergara, el último cacique. Allí estarán, sin duda, sus enemigos que se disfrazaron de amigos. Sus verdaderos amigos que lo perdonaron por su fechorías de cacique político. No era ninguna perita en dulce. No era una Teresa de Calcuta. Pero era un hombre servicial. ¿Y acaso el servicio no es la política? Pero Curi era clientelista. Le servía a su clientela a cambio de votos.

Fenómeno político

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Curi fue un fenómeno político desde que comenzó sus lides electorales. Controvertido. Quizás despiadado con sus rivales. Carismático. Algunos decían que era perverso. Que se hacía el enfermo grave para no cumplirle la promesa electoral a alguien. Que se quedó con muchas tierras valiéndose de su influencia. Pero Nicolás Curi Vergara murió en la escasez. Los tiempos de abundancia se habían acabado.

Nicolás Curi Vergara nunca pudo contra su mentalidad de pobre. Y por más poder que pudo forjar, y por más entuertos que haya cometido para favorecer a terceros o el suyo propio, murió en la escasez. Su única compañía, su compañera permanente, Esmeralda Prada, soportó estoicamente los ataques venidos de afuera y de adentro.

Nunca se pudo casar con Esmeralda. Los hijos del viejo Nico se oponían. Pero desde hace 18 años vivieron juntos en Manga. Y ahora en su partida eterna, Esmeralda no va a ir a ningún acto protocolario:

Me cansé de tanta hipocresía. Solo iré a la funeraria y a su entierro.

Esmeralda Prada, compañera permanente de Nicolás Curi Vergara.

¿A cuántos enriqueció Nicolás Curi? ¿Cuantos empresarios recibieron los beneficios de Curi? ¿Cuántos políticos se enriquecieron con él? Sería bueno hacer la lista y tendríamos sorpresa, como la lista de clientes de la Madame, la presunta proxeneta de la que nos habla la Fiscalía.

Mañana miércoles será el entierro del viejo Nico, el último cacique de la política de Cartagena. Cámara ardiente en el recinto de un concejo que se ha convertido en monumento del escándalo político: más de la mitad de sus concejales están presos.

Lo único material que se llevará el viejo Nico son 200 paladas de tierra y decenas de flores. O, si su compañera permanente lo quiere, lo podrán incinerar y sus cenizas esparcirlas en el mar Caribe para conjurar el pasado pirata que llevamos por dentro en La Heroica, nuestra amada ciudad. ¿Quién llorará al viejo Nico, el último cacique?

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