“Sin verdad no hay paz” debió ser el lema de la Comisión de la Verdad para presentar el informe final este 28 de junio del 2022. En cambio utilizaron un lema demasiado gaseoso y cargado de una alta dosis de subjetividad: Hay futuro si hay verdad. ¿Futuro? Las víctimas necesitamos vivir en paz. Este hecho no le dice nada a los 8 millones de víctimas del conflicto armado colombiano. Un informe que costó 84 millones de dólares.
Sin verdad no hay paz
Se esperaba que el informe de la Comisión de la Verdad fuera más contundente en los resultados de las investigaciones. Fueron casi 4 años de trabajo con más de 4 mil entrevistas, según manifestó el informe final. Se gastaron cerca de $350 mil millones entre 2018 y 2022. Es decir, 84 millones de dólares.
De las comisiones de la verdad que más gastó en el mundo había sido la sudafricana. Invirtieron en su funcionamiento 54 millones de dólares. Esto es, la Comisión de la Verdad de Colombia ahora queda como la reina de los gastos.
Conocer la verdad no tiene precio
Conocer la verdad no tiene precio. Cualquiera que sea su inversión debe tener una retribución para conocer la verdad. En este sentido no se puede escatimar esfuerzos financieros. Pero lo que da cuenta este análisis es la falta de correspondencia del gasto con la calidad del informe presentado este 28 de junio por su presidente Francisco de Roux.
De hecho, una comisión de la verdad es necesaria después de un conflicto. Pero ella nos tiene que decir verdades inéditas y presentarlas ante la justicia para que las procese y halle responsables.
El derecho a la verdad
Las víctimas del conflicto armado tenemos derechos a la verdad. ¿Por qué no hubo un capítulo dedicado a la verdad como víctima de los medios de comunicación y a la represión y persecución de los periodistas? ¿Por qué no se trató el caso de los comunicadores asesinados, perseguidos y desplazados?
Recordemos que en materia de justicia transicional existen tres principios que rigen las comisiones de la verdad:
- Verdad: establecer los hechos respecto a las violaciones de derechos humanos ocurridas en el pasado.
- Justicia: investigar las violaciones cometidas en el pasado y, en el caso de que se reúnan suficientes pruebas admisibles, emprender acciones judiciales contra los presuntos responsables.
- Reparación: dar reparación plena y efectiva a las víctimas y a sus familiares en sus cinco formas: restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición.
¿Cuántos hechos violatorios de los derechos humanos ocurrieron en el conflicto? ¿Cuáles fueron los hechos más graves y trascendentales? ¿Quiénes están siendo enjuiciados por esos hechos? ¿Cuantas víctimas fueron reparadas o no por los hechos señalados?
Cambiar la cultura
Sin embargo, el presidente de la Comisión de la Verdad, el jesuita Francisco “Pacho” de Roux alcanzó a atinar en un aspecto que el informe no presentó. Por lo menos, no lo vimos en el cuadernillo titulado “Hallazgos y recomendaciones de la Verdad”. Este elemento es el cambio de cultura. De Roux dijo
El informe no presenta los hechos que indican la necesidad de un cambio de cultural. ¿Cómo se justifica fácticamente? ¿Cuáles son los hechos violatorios de los derechos humanos que derivaron en la necesidad de transformar la cultura de los asociados?
El presidente de la comisión insistió en la necesidad de superar el racismo
“Invitamos a la nación a superar el racismo estructural, la exclusión injusta que se ha dado a indígenas, afrocolombianos, raizales y rrom que han sido golpeados desproporcionadamente por la guerra”:
“Los hallazgos” del informe
En este acápite el informe presenta 10 elementos. Miramos el índice y leímos los apartes. Nada nuevo. Lo mismo de siempre, una Colombia herida. Necesitamos una democracia sin violencia. Nos habló de la violación de los derechos humanos, insurgencias, los entramados del paramilitarismo, narcotráfico como factor de supervivencia, modelo de seguridad, la impunidad como factor de persistencia del conflicto, hacia la paz territorial, la relación entre cultura y conflicto armado.
De tal manera que en este cuadernillo se sintetiza los hallazgos de más de 4 mil entrevistas e investigaciones realizada por la Comisión de la Verdad.
Las conclusiones
Una democracia herida por la guerra. (Déle clic para leer el documento). Señala que la violencia política se ha ejercido de manera simbólica y física en medio de la guerra. Que la estigmatización y la construcción ideológica del adversario como enemigo funcionó desde los años de la hegemonía conservadora y la Violencia bipartidista, y se continuó ejerciendo en el marco de la polaridad ideológica de la Guerra Fría.
La Comisión de la Verdad dice que Colombia no es una dictadura y siempre han existido resquicios y espacios para ampliar la democracia e impulsar reformas de manera pacífica. Se dirá, con razón, que los resquicios han sido estrechos, las reformas acotadas y los pactos traicionados. Después de todo, señala, lo que se observa en la larga trayectoria del conflicto armado es que ha sido demasiado difícil conseguir la inclusión política, mantener las reformas y –aún más complicado– respetar los acuerdos. Pero la democracia no se abrió a tiros. Se abrió con el empuje de una ciudadanía que le dio la espalda a la guerra. La historia muestra que la democracia se abre con el diálogo y la construcción de acuerdos.
La construcción de los opositores como «enemigos internos» facilitó el ejercicio de la violencia política justamente porque convirtió en subversivos e insurgentes a quienes ejercieron legítimos derechos a la protesta como sindicalistas, campesinos, estudiantes o a quienes apostaron por la competencia política legal. Por parte de las insurgencias, la narrativa espejo convirtió en blancos de la violencia a quienes en una amplia gama de definiciones ellos consideraron el «enemigo de clase»: ricos, líderes de los partidos diferentes a la izquierda, funcionarios públicos, sospechosos e incluso ciudadanos extranjeros. Esta extensión de las lógicas de la guerra –la enemistad– al campo político –los adversarios– tuvo consecuencias graves en términos de violaciones de los DD. HH. y de infracciones al DIH. En breve, se acudió al asesinato, a la amenaza, al atentado y al destierro a los competidores políticos.
Los partidos a revisar esta historia
La Comisión de la Verdad señala que los partidos políticos deben revisar estas historias, consignadas en miles de expedientes judiciales y en testimonios extrajudiciales, para hacer una revisión crítica de su pasado, pedir perdón y prometer al país que nunca más apelarán a la muerte, la amenaza o el exilio.
No hay derecho a la guerra
El informe expresa que tenemos un país con una democracia restringida, imperfecta, semicerrada,
con momentos oscuros. Donde el propio Estado usó la violencia ilegítima para detener la
democratización, la guerra no ha servido para mejorar sino para profundizar las fallas de la
democracia en el país.
La paz imperfecta
Como lo habíamos dicho en nuestro libro ¿Adiós a la guerra? Cinco claves para la paz, no basta con el silencio de los fusiles. El informe dice que en Colombia se han producido varios procesos de desarmes de guerrillas y paramilitares sin que ello haya significado el fin de la guerra y las violencias. El informe debió presentar nuevos hallazgos para enriquecer el conocimiento sobre el conflicto.
En efecto, no encontramos tesis nuevas que pudiese hacer un aporte a una aproximación cognitiva sobre el conflicto armado colombiano.
El informe Hay futuro si hay verdad, le quedó debiendo a los 8 millones de víctimas nuevas verdades. Sinceramente no satisfizo el gran esfuerzo de gastarse 84 millones de dólares para saber lo que ya sabíamos. No presentó nuevas narrativas y conocimientos sobre el conflicto.