Para entender a los tumbapobres del Covid—19, nos remontamos al antiguo testamento cuando el profeta Malaquíes vio que ricos mercaderes no daban el diezmo pactado entre el pueblo judío y Dios. En nombre de éste, les dijo:
«¡Ustedes me están robando!»
Duque y los mandatarios regionales y locales que compran con sobrecostos ¿les están robando al pueblo así como los ricos mercaderes entregaban ovejas enfermas para el sacrificio y lavar sus pecados capitales ante Dios?
Oportunidad de negocios
De hecho, la historia de los tumbapobres del Covid-19 es la historia de un robo continuo de los ricos poderosos de la humanidad que la reduce a un mercado de desaforadas ganancias. La crisis humanitaria la transforman en una ganancia de ocasión. Su motivación no es la ayuda desinteresada sino el afán de acumulación obsesiva. Convierten la desgracia de la humanidad en una oportunidad de negocios.
¿Roban los gobernantes que resuelven la crisis de los poderosos y, al mismo tiempo, recortan las ayudas humanitarias a los pobres? El gobierno nacional de Iván Duque aprovechó las medidas extraordinarias para aliviar la carga a los ricos. Los banqueros recibirán $17 billones y les quitó (Decreto 558) la carga prestacional de 20 mil próximos pensionados a los dueños de los Fondos Privados de Pensión (FPP) que ganaron el año pasado $40 billones.
Contrario a lo recibido por los poderosos, la salud solo recibió $6 billones para enfrentar la emergencia. Pero vemos un personal sanitario sin bioprotección, tercerizado, malpagado, sin incentivos y sin motivación humanitaria. Para ayuda humanitaria solo se destinó $1.5 billones, ¿Le llegará este dinero a los pobres?
La conducta del presidente Duque es un horror. ¿Por qué? Justificó el 558 como una medida para garantizarle la pensión a 20 mil trabajadores próximos a pensionarse. Pero en realidad era para ayudar a los «pobrecitos» FPP. Éstos, supuestamente, están pasando por una penuria económica debido a la cuarentena del Coronavirus.
La realidad, Duque se está adelantando a predicciones económicas según las cuales Colombia podría decrecer en un 7% en el 2020. Así lo dijo su ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, en un debate virtual en el Congreso. Es más pesimista que el Fondo Monetario Internacional en sus pronósticos para América Latina.
$40 billones de ganancias
¿Qué hicieron los FPP los $40 billones que se ganaron de los ahorros de 16,5 millones de afiliados? Tuvieron un crecimiento del 20% en el ejercicio financiero que terminó en diciembre de 2019 en comparación con 2018, según Asofondos.
Eso no es nada. Los FPP tienen $281,7 billones de los ahorros pensionales de los trabajadores. Y Duque solo le pidió que trasladaran a Colpensiones la suma de $5 billones para que el Estado asumiera ese costo. ¿Cómo te parece? Aquí la compra con sobrecostos de alcaldes y gobernadores quedan reducidas a un ínfimo polvo cósmico de la corrupción.
Así como algunos alcaldes y gobernadores, tumbapobres del Covid—19, les están pidiendo el «vómito negro» a los proveedores que vendieron con sobrecostos ¿podemos pedir que Duque o el Congreso eche atrás esas medidas extraordinarias que empobrecerán más a la ciudadanía en tiempos de poscoronavirus?
La ruindad del poder
En tanto que, algunos gobiernos locales son tumbapobres del Covid-19: entregan mercados de hambre con sobreprecios para favorecer a los proveedores. Son muchos los casos. Pero tomaremos como ejemplo al alcalde Jaime Pumarejo Heinz, de Barranquilla, y William Dau Chamat, de Cartagena de Indias. El primero contrató en marzo $18 mil millones que favorece a algunos dueños de supermercados, entre los cuales por supuesto está Olímpica, la dueña de Barranquilla. El segundo dilapidó $20 mil millones en contratos evidentemente dudosos.
William Dau despilfarró $20 millones del Covid-19 a través de contratos fantasmas con la complicidad de la izquierda de Polo Democrático, Alianza Verde y Colombia Humana. Usó sus facultades extraordinarias para entregarles en sobrecosto $115 millones a la papelería Veneplast. Esta empresa suministró alimentos a precios más altos en un 12.8% que Megatiendas. No quiere decir que los precios con este supermercado sean favorables para el Distrito. En una tienda de barrio la compra hubiese rendido un 30% más.
Esta es la primera entrega de un trabajo periodístico que denominamos Los tumbapobres del Covid-19. El proyecto busca mostrar y demostrar cómo algunos mandatarios, empezando por el presidente Duque, les roban a los pobres para enriquecer más a los ricos.
En la segunda y tercera entrega analizaremos la ayuda de los alcaldes de los tres distritos de la Costa Caribe, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. De igual manera, haremos un análisis comparativo con los mercados que está entregando la gobernación del Magdalena y otros departamentos.
Ratero en lo poco y en lo mucho
Para el presidente Duque entregar $12 billones a la banca no es un horror. Él está allí para cumplir ese rol. Tampoco se podría horrorizar cómo algunos mandatarios locales recortan las ayudas humanitarias para entregárselas a los ricos proveedores.
Robarse $1 millón o un $1 billón es una conducta igualmente sancionable. Los gobernantes amparan sus actos a través de la ley. Pero esos actos deben motivarlo seriamente, ya que están reglados. La contratación estatal es reglamentada por la ley 80 de 1994 y sus modificaciones. En un estado de excepción -como el que impera en este período de emergencia- la contratación es directa. Los alcaldes no necesitan la concurrencia de los concejales, ni los gobernadores la de los diputados.
Poner la pelea entre un alcalde y su concejo con conductas grotescas es una cortina de humo para esconder algo más grave: los abusos en la contratación pública. Esto es lo que sucede en Cartagena con su alcalde William Dau, quien cuenta con el apoyo de sus amigos de la Andi, Fenalco y de la izquierda vergonzante. Tienen como secretario del Interior a David Múnera, quien representa al Moir y al Polo, que en otrora fuera un duro veedor de la administración pública.
Distrajo con alevosía y dolo a ciertos sectores de la opinión pública con su comportamiento intolerante y delirante contra el concejo distrital. Al día siguiente, el alcalde Dau y el presidente del concejo, David Caballero, se reunían, como cuando «los burros se juntan para rascarse», dicho muy popular en las sabanas de Bolívar y Córdoba.
De otra parte, el Congreso, que ejerce control político sobre el presidente, la única vez que asumió una posición independiente en la historia contemporánea del país fue cuando procesaron y juzgaron al presidente de facto Gustavo Rojas Pinilla.
En aquellas épocas la mermelada no era tan sistemática como hoy. ¿Por qué creen que Álvaro Uribe no ha caído por su conducta criminal, que es más grave que la del general Rojas Pinilla? Los poderes públicos dependen de la mermelada del ejecutivo. El nido de la corrupción está en el sistema presidencialista que responde a la voracidad capitalista. Este sistema se reproduce en todos los niveles del poder público del mundo capitalista.
Tumbapobres del Covid—19
El presidente Duque —cualesquiera que sean las circunstancias— no puede apartarse de los principios de la contratación oficial: transparencia, economía, selección objetiva, buena fe, publicidad, igualdad, planeación. Todos estos principios fueron violentados por el gobierno central y por la mayoría de los gobiernos regionales y locales que han demostrado ser Tumbapobres del Covid—19.
Los decretos presidenciales, emanados a la luz del Decreto 417 de 2020 que declaró el Estado de Emergencia Económica y Ecológica, no pueden ser patentes de corso para ayudar a los poderosos y solo paliar la situación de los más pobres, aumentando más la brecha social.
Sin embargo, debemos concluir en un análisis periodístico del período de confinamiento, que las medidas extraordinarias despertaron la avaricia de los de arriba para aprovecharse a los de abajo. Los salvavidas para los de arriba se cuentan por billones de pesos en perjuicio de la mayoría que seguirán confinados a la pobreza sin Covid-19.
Lo mejor y lo peor de nosotros
Existe una explicación psicológica. Los científicos de la conducta humana señalan que en las dificultades sale lo mejor o lo peor de nosotros. En estos tiempos de coronavirus, donde el temor y el acoso psicológico son los imperantes en nuestra mente, se refleja la esencia y la motivación interna de nuestros actos externos.
Los mandatarios buenas personas sacan lo mejor que tienen. Buscan mejores proveedores para entregar alimentos de calidad y a buen precio del mercado. Las ayudas humanitarias no las usan para hacer propaganda política populista o favorecer a los grupos políticos que los llevaron al poder. Garantizan que las ayudas lleguen a la población más necesitada. No se roban un solo peso y se esmeran que nadie robe.
Los fines del Estado (art. 2) son servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios constitucionales. La labor del Estado, entonces, es proteger a los más débiles. Los servicios públicos deben ser asequibles, porque todos también tenemos derecho a la prosperidad y al bienestar.
No obstante, la realidad es muy diferente. Aprovechan las medidas urgentes para perpetuarse en el poder y mantener los privilegios. Éstos son obtenidos por el maridaje entre lo privado y lo público determinado por comportamiento antiéticos y amorales. Todo se debe a que nos encontramos en una sociedad que traspasa la ambición y llega a la avaricia. La economía, que es el estudio de la conducta humana (McGregor, MIT), lleva al individuo a tomar decisiones que surgen de su interior secreto determinado por una teoría del comportamiento humano.
Duque y los tumbapobres del Covid—19
El mercado actúa como un sistema de selección material donde los más poderosos se tragan (literal) a los más débiles. Prima el interés individual sobre el público. Esto hizo del capitalismo una sociedad ambiciosa (McCleland, Harvard) donde la motivación individualista lleva a los inversionistas acumular cada día más. Es en este punto donde interviene el Estado Social de Derecho para buscar un equilibrio.
¿Cómo entender a Luis Carlos Sarmiento —uno de los hombres más ricos de Colombia— con su donación de $80 mil millones de pesos a su fundación para ayudar en la emergencia del Covid—19? ¿Cómo interpretar su conducta magnánima, cuando por el otro lado, Duque le estaba dando al poder financiero $12 billones con el mismo pretexto de «ayudar a los pobres»?
En términos de poder hegemónico, se creó un nuevo tipo de relaciones de las élites financieras que solo ven sus relaciones con el Estado como una oportunidad de negocios. Por esa razón reestructuraron el Estado colombiano con la Constitución de 1991 para modernizarlo y ponerlo a su servicio. Cualquier presidente que suba al poder debe responder a sus intereses y no a la Constitución.
Puesto que existe un poder constitucional y un poder financiero, donde el primero se somete al segundo, crea una dualidad de poderes. En esta dualidad reside la esencia de la corrupción en Colombia y no en el narcotráfico, la mafia política, el paramilitarismo y la guerrilla. Éstos son problemas derivados del sistema dominante. Pablo Escobar y Álvaro Uribe, por ejmplo, no hubiesen existido como tales si el poder financiero —que domina el poder industrial y comercial— no lo hubiesen permitido.
El presidente de Colombia, Iván Duque Márquez está haciendo lo contrario al mandato constitucional y legal. Duque protege a los ricos y empobrece a la clase media y a los más pobres. Así lo demuestra con sus decretos que lo ha hecho el más grande de los tumbapobres del Covid—19.
El 568 y demás normas extraordinarias tienen un veneno del capitalismo salvaje. La mayoría de las normas excepcionales que ha emitido Duque tiene un sello: tumbapobres del Covid—19. ¿La razón? El primer mandatario responde a intereses particulares que contradicen el objetivo fundamental del Estado: la protección de los derechos de la comunidad.
Se confirma así, que toda su campaña giró en exposiciones demagógicas sin ninguna intención de cambiar las condiciones de pobreza y abandono que vive el país. Su misión, perpetuar el poder financiero en detrimento de los otros sectores. La emergencia social y económica convirtió al presidente Duque y a gran parte de mandatarios regionales y locales en tumbapobres del Covid—19.
Si hubiese un profeta moderno del regreso del Cristo, les gritaría a los tumbapobres del Covid—19:
«¡Ustedes me están robando!»
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