Bastaron 24 horas de lluvia en forma intermitente, de una protesta social de los mototrabajadores y de que los sicarios asesinaran a niños inocentes, para que los cartageneros comenzaran a darse cuenta en qué ciudad viven. Ahora, se hace más evidente el caos social, político y urbanístico de una Cartagena de Indias que vive su propia pesadilla. Una pesadilla creada por su mala cabeza de elegir alcaldes incompetentes, insensibles, corruptos y peligrosos. ¡Cartagena colapsó!
Desde el asesinato por sicarios de Alejandra Llorente y de su padre Jaime Antonio Llorente, el pasado 3 de noviembre, un sector de la población despertó del sopor en que todavía vivía. No se había dado cuenta que el piloto de la nave donde se transporta está ebrio y drogado. ¿Existe piloto? Probablemente a la ciudad le iría mejor sin alcalde.
Cinco días después de que la alcaldía atropelladamente adoptara la medida de suspensión generalizada de parrilleros en moto con el decreto 1542 del 4 de noviembre 2022, el hampa reactivó su actividad criminal. Hubo dos ataques sicariales. Asesinaron a Fausto Chico Cabarcas y otro está gravemente herido. Entre tanto, la ciudad está semiparalizada por la protesta de mototrabajadores sumada a la de los usuarios de AFINIA que reclaman derechos conculcados sin contar con los miles de damnificados de la ola invernal. ¡SOS Cartagena colapsó!
¡SOS Cartagena colapsó! Vea el video:
¡Cartagena colapsó! y el alcalde en la nebulosa
¡Cartagena colapsó! Mientras tanto, el alcalde sigue en la nebulosa. Vive perdido en el marasmo de su alocada vida. Parece que su cerebro y su mente estuvieran secuestrados por una fuerte adicción a la notoriedad, a ser el centro de atracción con sus expresiones excrementales, a las cosas banales, a agredir a sus semejantes para cobrar reconocimiento entre la gente. Si fuera un hombre del común, nadie se metería en su vida privada, a no ser que su conducta afectara al prójimo. Pero, estamos hablando de un mandatario, cuya acción u omisión afecta al conjunto de la sociedad, pobres y ricos, jóvenes y viejos.
A ningún mandatario se le puede ocurrir cosas que a este estudiante de sátrapa se le ocurre. Lanza un decreto sin la menor socialización. Sin una caracterización de la población trabajadora del mototaxismo. William Dau actúa sin brújula. Es una «cabra requeteloca». Todo es improvisación. Como él sabe que a la gente le gusta el circo, se va de rumba en los preludios de la fiesta novembrina bailando con su tumbao para atrás como «mariquita de pueblo».
Dau, el Campeón de la Corrupción
Mientras tanto, Cartagena se derrumba. Una ciudad que colapsó social, política y urbanísticamente. Los indicadores de Pulso Social del Dane, lo comprueban. Es el alcalde del país que tiene más denuncias por corrupción. Es el peor de Cartagena de todos los tiempos, de acuerdo a los resultados de ejecución presupuestal. Y, presuntamente, el más corrupto. Es decir, Dau es el Campeón de la Corrupción.
Es el decir de la gente decente de Cartagena y de los medios de comunicación nacionales.
En 2020 le hice una pregunta que se la repetí el 2 de febrero de 2021. ¿Que le pregunté? Si era cierto que fumaba marihuana revuelta con basuco y tabaco. La pregunta es válida todavía, porque no me ha respondido. En esa audiencia de revocatoria de su mandato me amenazó, tal como quedó evidenciado en un video que se hizo viral en las redes sociales. La pregunta es clave, porque la adicción de un mandatario lo puede llevar a decisiones erráticas y al caos de la sociedad y del mundo. Adolfo Hitler era adicto a la cocaína, cuya locura produjo el holocausto de la Segunda Guerra Mundial.
Un alcalde impune y sin vergüenza
El 8 de febrero presenté una denuncia penal contra el alcalde William Dau por las amenazas contra este periodista que él mismo y su cuadrilla digital de la época lanzaron contra los que abogamos por la revocatoria de su mandato el 2 de febrero de 2021. Si la Registraduría no se hubiese torcido al invalidar las 70 mil firmas que recolectamos, Cartagena se hubiese evitado tanto dolor del que hemos vivido en los dos últimos años. La teoría que teníamos con la revocatoria es que el pueblo mismo podía enderezar su propia equivocación. Pero el sistema corrupto apoyó a Dau. (¡Exijo una explicación!)
Esa denuncia está durmiendo el sueño eterno. ¡Impunidad! El expediente debe estar lleno de polvos sin que la directora de la Fiscalía de Bolívar, Ibet Cecilia Hernández Sampayo, le llame la atención a la fiscal que lleva el proceso.
El 19 de febrero, 11 días más tarde, la policía del CAI de Crespo, al nororiente de Cartagena, me detuvo ilegalmente. ¿Acaso fue una retaliación del alcalde y de los coroneles retirados de la policía que han estado en su administración? Este periodista debe vivir confinado para no dar papaya en una ciudad donde la vida vale huevo: el índice de homicidio se disparó al 90%. El hecho de que Dau esté en ese cargo es una constante amenaza no solo para este periodista sino también para la sociedad cartagenera. Según la Procuraduría, es el alcalde que más denuncia tiene por corrupción administrativa en toda Colombia. Mas, la titular, excompañera de estudio y amiga de él, no mueve una paja faltando a su deber misional de disciplinarlo. Nos hace recordar al zar anticorrupción que fue condenado precisamente por corrupción.
Una tutela por el buen nombre
En noviembre de 2020 William Dau Chamat presentó una acción de tutela contra VoxPopuli Digital por los escritos que se habían publicado sobre su actuación como alcalde, especialmente, sobre esa pregunta del consumo de sustancias alucinógenas. El Tribunal Administrativo de Bolívar falló a favor del medio periodístico y de este periodista. Dijo que no le estaba afectando el buen nombre y el derecho fundamental a la honra. (Lea: Tribunal Administrativo niega censurar a periodista por publicaciones contra Dau).
«Esta Colegiatura observa, que en el libelo el accionante bajo gravedad de juramento afirma que las publicaciones son falsas, anexa pruebas documentales de las publicaciones, no obstante, dichas pruebas resultan insuficientes para asumir como probado los requerimientos constitucionales para restringir las expresiones en virtud del derecho de la libertad de expresión».
Tribunal Administrativo de Bolívar.
Con esa decisión judicial de alto nivel se rebatió algunas críticas que este periodista recibió de gentes con conductas hipócritas que mientras en cócteles hablan mal del alcalde, en público le lamen la suela. Lo mismo que Dau suele hacer con los que están por encima de él. Al alias “el Tractor” se le pinchaba una llanta cuando veía al presidente Iván Duque y a su hermano, César Gregorio Duque, hasta el punto que a éste le servía de copero y lo emborrachaba con alcohol y otras sustancias que los ponían zambilocos y a «volar bajitos con los ojos chiquiticos».
Lo grave de esta conducta privada del alcalde es que —según testimonios y que él no me ha querido responder la pregunta— suele encerrarse a consumir basuco revuelto con marihuana y tabaco. A esta revoltura se le conoce en el bajo mundo de los adictos de Cartagena como “el diablo”. Es demasiado adictivo. Una costumbre que adquirió en Nueva York, porque en Cartagena se podía conseguir un pase de cocaína pura. En Estados Unidos y Europa el corte (hacerla rendir) usan sustancias muy dañinas para la mente. Por ejemplo, cafeína, manitol, bicarbonato de sodio, lidocaínas, anfetaminas. Otras veces lo hacen con solventes (acetona), gasolina roja y hasta insecticidas. ¿Por qué Dau no me ha respondido esa pregunta que se la hice en 2020 y 2021 y ahora se la vuelvo hacer y se la haré mientras sea alcalde de los cartageneros?
«La lloradera»
La mente de William Dau Chamat no esta bien. Calificó de «lloradera» el duelo profundo de una familia víctima de un atentado sicarial. Allí donde murió el padre y su infante hija. La siguiente fue la reacción meditada y pensada del alcalde en la rueda de prensa del 4 de noviembre acompañado del comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, b.g. Nicolás Zapata:
Cuando percibió que se la había embarrado, Dau trastabilló y quiso enmendar la metida de patas con una explicación hipócrita e insensible:
Esa actitud fue calificada en las redes sociales como insensible y falta de solidaridad de un gobernante que, en privado, al parecer, concibe la muerte entre mafiosos como un ahorro al Estado. Es una malévola interpretación de un hecho muy grave para la seguridad de la ciudad y de los que habitamos en esta. Una ciudad que se hunde en el lodazal de su alcaldía y en una ola de inseguridad con cerca de 300 homicidios en solo 10 meses del año. Sin contar con los atracos a mano armada, raponazos, estafas a propios y turistas, riñas y fiestas que terminan en actos violentos.
¡Cartagena colapsó! con un alcalde insensible y peligroso
En las elecciones de 2019 hicimos una advertencia a la sociedad cartagenera en varias entregas. No nos escucharon. Dijimos que William Dau es un peligro ambulante. ¡Un peligro para la sociedad! No tanto por su falta de idoneidad para gobernar sino por la calidad de persona. ¿Qué se puede esperar de una persona adicta? Necesita compasión y ser tratada para superar ese infierno personal. Además, Dau es «mala persona», poco confiable. Oportunista. Manipulador. Lambón. ¿De qué crees que se rodean estas clases de personas? De su misma estirpe. (Lea el escrito de octubre de 2019: ¡«Turco» Dau, peligro ambulante!)
Ese artículo lo acompañé de un comunicado de prensa donde hicimos esa denuncia. No solamente sufrí ataques en mi integridad sino también mi familia. Incluso, denuncié la persecución cibernética que tumbaron las redes sociales de VoxPopuli Digital en el mes de octubre de 2019. Esos ataques provinieron de la dirección de su campaña electoral, de acuerdo con algunas versiones de personas allegadas. El afán era que dicha denuncia no la conociera la mayoría de los electores cartageneros.
Ciega y sorda
No obstante, alcanzamos a advertir lo que podría sobrevenir con la llegada al gobierno de William Dau Chamat. Desafortunadamente acertamos y pagamos caro. Cuánto hubiésemos dado por estar equivocados. Nos duele por una sociedad que se deja manipular fácilmente. La motivación de desquitarse con una clase política corrupta optando por algo peor, deja como resultado lo que estamos viendo en Cartagena.
Aquel que acusa a los otros de malandrín, sin evidencias plenas, se está juzgando a sí mismo. Se convierte en una mera manipulación para aprovechar la indignación social. Aquí, con este escrito, no juzgo a Dau, me juzgo a sí mismo por no haber hecho lo suficiente para abrirle los ojos y los oídos a una sociedad ciega y sorda como la cartagenera. Razón tenía el poeta insigne Luis Carlos López, somos una ciudad de vencejos.