Como va este año (2023) en materia de violencia, confirma que Colombia podría romper la tasa de homicidios estable desde 2014 hasta 2021 con cifras que oscilan entre 24 y 26,1 homicidios por cada 100.000 habitantes. Los niveles históricos podrían regresar. Lo más significativo y dramático que observamos en nuestra región se refiere a que, dos de las «tres perlas del Caribe», se encuentran entre las 50 ciudades más violentas del mundo, según el ranking de la ong mexicana Seguridad, Justicia y Paz.
Este domingo 19 de marzo regresamos de Barranquilla. En la noche de este día se produjo la tercera masacre del año. Saldo: cinco muertos y 15 heridos en el barrio Villanueva, La Loma. Un sector controlado 100% por la mafia del narcotráfico, especialmente el microtráfico. Al respecto, el comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla Jorge Urquijo, dijo que pudo ser por la retaliación entre esas mismas estructuras criminales que controlan el sector.
Así como se registran los casos violentos en Barranquilla, también se sufre en Santa Marta y Cartagena. Estas dos últimas, respectivamente, están en el ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo. Mientras en la región Caribe las estructuras criminales se consolidan, el gobierno nacional le viene haciendo el juego con diálogos pocos edificantes.
¿Fracaso de la Paz Total?
Sin embargo, ante el evidente fracaso del diálogo con el Clan del Golfo que refleja un golpe a la Paz Total, el presidente Gustavo Petro dijo en su cuenta de tuiter:
La decisión fue justificada por el ministro del Interior y portavoz del Gobierno, Alfonso Prada, y el ministro de Defensa, Iván Velásquez. en el día de hoy lunes festivo.
[Te sugiero leer: Expediente No 114: La fortuna de los Char proviene de su sociedad con «el Caracol»].
El fracaso de un modelo de ciudad
Por tanto, este estado de cosas, el incremento de la violencia en las «tres perlas del Caribe», refleja el fracaso de dos décadas de modelo de ciudad que quieren venderle al país y al mundo. Por ejemplo, la próspera Barranquilla de los Daes, Char y sus aliados de la clase política dominante que han cooptado casi todo: la economía, la política, la cultura, el deportes y la justicia. Un modelo de desarrollado basado en la narcoeconomía que destruyó los cimientos de la industrialización, la competencia sana y la democracia. Esta es la razón del Califato Daeschariano. Todos los procesos contractuales de gran impacto (contratos de concesión) de los últimos 25 años tienen una jugada chueca asociada a la violencia narcoparamilitar como es el caso de INASSA.
Al tiempo que ello sucede, también funciona la impunidad en la Fiscalía y la justicia regional y nacional. Existen fiscales y jueces sobornables por esa misma mafia. La información de la serie de Los intocables, que publicaremos a partir del 21 de marzo, muestra las garras de la impunidad en un modelo económico, cuyas bases fueron creadas por el lavado del narcotráfico y el tráfico de armas.
La ejecución de esas masacres en las «tres perlas del Caribe» expresa el poder de los actores violentos en el control territorial. Subcontratan estructuras armadas disponibles en el mercado subterráneo del sicariato o de la seguridad manejada por Los Costeños y Rastrojos Costeños. Estas organizaciones contratan con el mismo Estado, como es el caso de los financiadores de Los Costeños. O, el ahora gran empresario de la infraestructura y la construcción, Eder Perneth Caicedo, quien a través de terceras empresas participaron y se adjudicaron, por ejemplo, la Ruta de la Prosperidad. [Leer: ¿Quién mandó a matar a Perneth Caicedo, testaferro de «Jorge 40»? (I)]
[Le sugerimos leer el seriado sobre la narcoeconomía en Barranquilla: (La narcoeconomía: el atentado a «Yuyo» Daes y asesinato de Losada (IV). O también: Barranquilla, el Califato Daeschariano es insostenible)].
Sin contrapeso
Además, el poder dominante no tiene contrapeso en el sector público como privado. Las próximas elecciones amenazan con seguir lo mismo. El Pacto Histórico no levanta cabeza para ser alternativa de poder, pues, en su interior muchos han sido cooptado por ese mismo sistema dominante. Ni siquiera las universidades (incluso, el movimiento estudiantil o de docentes) han desafiado ese poder real. Vale destacar el caso de la Universidad del Atlántico, entidad que está bajo sus dominios, luego de asesinar sistemáticamente a la dirigencia universitaria durante la década de 1995—2005.
Sin embargo, todos los observatorios, incluyendo los universitarios de manejo privado, indican que las «tres perlas del Caribe» están en poder de la mafia del narcotráfico, la extorsión y de la delincuencia organizada. Pero, no son capaces de señalar que la situación es más crítica de lo que quieren mostrar. No quieren prender las alarmas.
A pesar de todas las advertencias hechas por VoxPopuli Digital sobre el escalamiento de la violencia asociada al narcotráfico y la extorsión, sigue la misma ineptitud para enfrentar los factores determinantes de la violencia. Tampoco se ataca la esencia del problema: el modelo de desarrollo dominante. (Ver: Guerra del Clan del Golfo).
En ese sentido, las principales ciudades de la Costa Caribe pasaron de ser tránsito del narcotráfico a una lucha de poder territorial de las principales organizaciones mafiosas que tienen su ramificación en el poder político de las «tres perlas del Caribe» y de sus respectivos departamentos. Se trata de controlar, además de sus puertos, los mercados locales del microtráfico.
Los observatorios de seguridad de las «tres perlas del Caribe»
En cuanto a los observatorios privados para el seguimiento del delito, no tienen ninguna razón de existencia por dos razones: La primera, sus investigaciones no son objetivas. Solo funcionan para reafirmar las información sesgada entregada por las autoridades distritales. No existe una investigación crítica sino avalar la información oficial. Repiten el mismo papel de los medios de comunicación.
Veamos el caso del Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad del Norte. Su información pareciera que solo busca justificar los recursos que se invierten en esa entidad, pero no a señalar y descubrir tendencias que ayuden a tomar políticas públicas que se anticipen a la descomposición del problema de seguridad urbana.
Tres perlas del Caribe y el control de la desinformación
Por ejemplo, en el marco de referencia de 2021—2022 se limitaban a señalar:
Esa información estadística aparentemente es real. Pero no es así. Padece de tres problemas. Uno. Muchos de los muertos los colocan en Soledad, debido a que existen límites invisibles entre las dos ciudades. Dos, si sumamos Barranquilla y soledad en las estadísticas, nos encontraríamos que el Área Metropolitana de Barranquilla sería una de las más violentas. Tres. No toman en cuenta la categoría de homicidios los muertos por defensa propia, entre otras maquilladas de las estadísticas que producen los observatorios del delito.
¿Para qué sirve la información de los observatorios? ¿Publicidad oficial? ¿Propaganda del mismo observatorio? ¿Distorsión de la realidad? ¿El conocimiento académico al servicio del poder político? Si no hay una real información estamos siendo cómplices de las organizaciones mafiosas, puesto que no actuamos para anticipar su operatividad. Y esos observatorios están gastando un dinero que no sirve para su finalidad.
Sesgo de la realidad
No obstante, lo que experimentamos es una información sesgada y falseada que produce conclusiones idem. El mismo Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad del Norte, reconoce su limitación. Se presta para adulterar la realidad. Los datos estadísticos sufren sesgos, porque la información de Barranquilla procede de la misma Policía (SIEDCO) que pasa por el tamiz de la alcaldía distrital siguiendo parámetros preestablecidos. Aunque, aclara, los datos suministrados se deben a las intervenciones policiales. En el tercer punto de la nota metodológica textualmente explica:
Si no tenemos información confiable ¿cómo podemos construir una política pública en materia de seguridad ciudadana y criminalidad organizada? ¿Cómo se podría atacar el núcleo de la mafia? Sin duda, esto es una evidencia de que desde el gobierno local y regional no hay voluntad política para combatir a la mafia.
Crece el terror ciudadano
Mientras tanto, uno percibe en todo el Área Metropolitana de Barranquilla, en Santa Marta y Cartagena un terror colectivo. Las últimas masacres urbanas como de Las Flores, El Santuario y ahora de La Loma, en Barranquilla, indican que la manifestación del narcotráfico y la delincuencia organizada llegó a niveles insoportables. Los fines de semana está disminuyendo la clientela, al decir de un comerciante de los establecimientos públicos de diversión —muchos de ellos para lavar dinero del narcotráfico— que son escenarios de ataques sicariales. Estos son mensajes de terror para obligar el pago de los compromisos adquiridos en el bajo mundo. La primera semana de marzo fue inaugurada con el asesinato de un vigilante de uno de esos establecimientos situado en la carrera 21 con calle 38. A la semana siguiente, hicieron un ataque masivo con armas de fuego dirigido contra los propietarios de bar ‘Mi Talismán’.
En Santa Marta y Cartagena, por su parte, se vive una situación parecida con diferentes características. Pero, en su esencia, son de la misma naturaleza. Las «tres perlas del Caribe» pueden comenzar a sacudirse de este fardo criminal en las próximas elecciones. Pero lo vemos menos improbable en Barranquilla, ya que allí el narcotráfico destruyó la estructura industrial y empresarial de la economía real para darle paso a la economía artificial del narcotráfico y la especulación.