Hoy, 7 de junio, lo recuerdo más que el 30 de marzo. En realidad, no es que lo recuerde más sino que en el fondo me gusta más, porque fue el nacimiento de mi madre, Teresa Moreno Martínez. El 30 de marzo de 2010, cuando había cumplido 87 años, partió de este mundo después de criar a 10 hijos. Hoy, que se cumplen 102 años de su nacimiento, le digo a mi madre Teresa: ¡Gracias, mamá! por parirme y criarme macho.

¿Cuán difícil para una madre cabeza de familia criar a sus hijos en una sociedad machista? ¿Cuán difícil guiar a los hijos por el camino correcto de él y de la sociedad? Si hoy es un desafío ¿cómo era hace 80 años para una madre soltera cuando no existían los derechos que la Constitución del 91 les confirió a las mujeres?

El último macho

¿Cómo definimos la masculinidad? Interacción genes-ambiente-cultura: La subjetividad masculina es el resultado de una compleja interacción entre factores biológicos, experiencias psicológicas individuales y las influencias socioculturales. Neurociencia y plasticidad cerebral: Se investiga cómo las experiencias y el entorno social pueden moldear la estructura y función cerebral. Se reconoce la plasticidad cerebral, lo que significa que el cerebro no es estático y se adapta a las interacciones con el mundo. En síntesis, la investigación científica reciente caracteriza la subjetividad masculina como un fenómeno profundamente contextualizado, plural y dinámico, que emerge de una interacción compleja entre factores biológicos inherentes, la experiencia psicológica individual y las poderosas fuerzas socioculturales. Se rechaza el determinismo biológico y se pone el foco en cómo las construcciones sociales de género moldean las experiencias internas y externas de los hombres, con implicaciones significativas para su salud, bienestar y relaciones.

patologización de identidades que desafían la heteronormatividad. La disforia de género se comprende mejor a través de un modelo biopsicosocial, donde una combinación de factores biológicos (posibles predisposiciones genéticas u hormonales), psicológicos (el sentido interno de la identidad de género y las experiencias individuales) y socioculturales (las normas de género, el apoyo social, la discriminación) interactúan para generar el malestar significativo que define la disforia.

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