¿Entre el progresismo y el «regresismo»? El nuevo escándalo que rodea al gobierno progresista de Petro. A la izquierda, el presidente con Jaime Ramírez Carbó (29 de mayo de 2022), hoy su enlace con el congreso. A la derecha, Laura Sarabia Torres y su séquito (29 de agosto? ¿Pueden observar a Marelbis Meza?/Suministrada.
¿Entre el progresismo y el «regresismo»? El nuevo escándalo que rodea al gobierno progresista de Petro. A la izquierda, el presidente con Jaime Ramírez Carbó (29 de mayo de 2022), hoy su enlace con el congreso. A la derecha, Laura Sarabia Torres y su séquito (29 de agosto? ¿Pueden observar a Marelbis Meza?/Suministrada.

La relación conflictiva y no armónica del gobierno de Gustavo Petro con los demás poderes políticos del Estado colombiano no es pacífica. La hostilidad de los poderes públicos nos propone una pregunta imperativa: ¿salto o asalto del progresismo? O esta: ¿Salto cuantitativo y cualitativo de la justicia social o asalto de los ideales progresistas? Estas preguntas nos llevan a otra relevante: ¿Progresismo o regresismo?

De hecho, solo Petro ―a través de su X― puso al desnudo un desequilibrio democrático. Volvió trizas la teoría de los contrapoderes del filósofo Montesquieu. Esa relación tóxica paralizó o ralentizó el Estado para cumplir su papel de equilibrio y de bienestar social.

El panorama para el gobierno se le complica por la actitud pendenciera y reactiva del ejecutivo, cuestionado por las dudas morales que lo rodean. El presidente reacciona con virulencia ante las acciones de grupos de poder dominantes. Como es natural, estos amplifican los hallazgos de los actos de corrupción gubernamental y familiar presidencial profundizando una matriz de opinión negativa.

Un presidente no se queja, hace

La virulenta forma de reaccionar con una alta dosis de victimización (nos recuerda a Uribe), incluso ante el control político, complica el estado de cosas de nuestra nación.

«Es que no me dejan gobernar». Dice él, y se victimiza.

«Es que no lo dejan gobernar». Dicen sus seguidores, que se compadecen y se solidarizan con él, pero no con la nación a la que le juró servir y respetar.

En realidad, Petro no se quiere encargar de él mismo como presidente. Un estadista no se justifica por no presentar resultados. Uno votó por un presidente para que resolviera los problemas existentes. No votó por un presidente para cumplir el papel de planillera: quejarse y llorar. El país no necesita presidentes quejumbrosos. Se necesita un presidente coherente y congruente. ¡Acción! Menos reacción. Los reaccionarios solo defienden el status quo.

Sin embargo, Petro no soporta el control natural de los poderes públicos en un Estado Social y Democrático de Derecho. Se subraya «Democrático». Es la esencia misma de nuestra Constitución Política. La ciudadanía ejerce el control a todos los estamentos y actos públicos. Esto se llama control social. El congreso ejerce un control sobre el ejecutivo y el judicial. Esto se llama control político. La justicia ordinaria juzga a todos, excepto al  Presidente de la República, los magistrados de la Corte Constitucional, la Corte Suprema, el Consejo de Estado y el de la Judicatura y el Fiscal General.

Como se sabe, ellos son juzgados por la Comisión de Acusación. Una comisión comprable. El ejecutivo lo hace a menudo con su abultado presupuesto disponible. Petro no ha sido la excepción, Olmedo López, exdirector de la UNGRD, presentó la compra del presidente de esa comisión, Wadith Manzur Imbett, como uno de los hechos de su solicitud del principio de oportunidad.

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La deslegitimación democrática

En ese sentido, un hecho tan sencillo como tramitar una ley reformatoria se complejiza cuando el debate no fluye. Esto impide el consenso. O, por el contrario, el control político se deslegitima cuando está mediado por una relación de transacción de dádivas que, al mismo tiempo, deslegitima no solo al congreso sino también al ejecutivo y a la democracia misma.

En consecuencia, el 20 de julio se iniciará la tercera legislatura que, seguramente, marcará lo mismo de las dos anteriores. No existe ningún indicio de que esa dinámica vaya a cambiar. Ni siquiera el reajuste ministerial. Por el contrario, hay signos que apuntan a un aumento de la intensidad de esa toxicidad que paraliza todo el estamento estatal. Y lo que es peor, vendrán nuevos escándalos de corrupción que fracturarían la aparente unidad del Pacto Histórico y del gobierno.

¿Progresismo o «regresismo»?

La pregunta ¿progresismo o regresismo? nos debe llevar a un análisis concreto. La tesis central de este análisis pone en entredicho el concepto de progresismo propuesto por Petro en su campaña electoral. El progresismo significa avance para consolidar un estado de bienestar que viene siendo desmantelado por un liberalismo salvaje. En cambio, lo que se observa es el nacimiento de una variante política que podríamos llamar regresismo. Esta tercera variante nos lleva a un retroceso de los avances del Estado de Bienestar que surgió después de la Segunda Guerra Mundial.

«Hay camino que al hombre le parece recto, pero su fin es camino de muerte. El alma del que trabaja, trabaja para sí, porque su boca le impulsa».

Proverbios 16:25

Por ende, ese regresismo ―el verdadero camino que transita Petro― acaba con las grandes conquistas de la humanidad en Colombia: los derechos de los trabajadores y la democracia del Estado de Bienestar. Y por supuesto, él no quiere eso. Pero es lo que su conducta lleva. Por ejemplo, la reforma pensional cercenó el principio de solidaridad generacional ― principio fundante del Estado de Bienestar― donde los jóvenes trabajadores se solidarizan con los viejos, cuyas fuerzas de trabajo está disminuida. Allí se negó la democracia y la cámara de representantes se autonegó. Mostraron que solo están allí para calentar las sillas y ganarse el sueldo y demás dádivas que el cargo les proporciona. So muchos para comprobar la tesis citada: el regresismo del gobierno de Petro.

En esta entrega, analizamos tres del top 10 que propone la pregunta ¿progresismo o regresismo? del gobierno de Petro.

1. La fractura interna: «fuego amigo»

Veronica Alcocer: progresismo o regresismo./Cortesía.

El «fuego amigo» que ahora amenaza la tranquilidad de Verónica Alcocer y, por supuesto de su esposo, el presidente Gustavo Petro, indicaría que la crisis moral del círculo de poder familiar y del Pacto Histórico se está agrietando. Este hecho, sin equívocos, debilitará aún más al gobierno nacional que estará a merced de los grupos de poder. El problema no solo son los chats de un grupo de WhatsApp de personas vinculadas al gobierno donde se denuncia el tráfico de influencia, sino el volcán que se encuentra activado desde su interior.

En tanto que la idea de Petro ―según algunos de sus allegados políticos― de constituir un partido único, es un contrasentido político. Ni siquiera la Colombia Humana está posicionada como partido de gobierno. Existe un inconformismo tal, que ya se está cocinando una «rebelión interna». Un sector mayoritario ―que no está en las mieles del poder― convocó a una asamblea nacional extraordinaria para los días 13 y 14 de julio. Allí sentarán una posición política sobre el rumbo del gobierno y de la Colombia Humana―CH.

2. La rebelión de Colombia Humana

Carmen Anachury (der.) no quiere convocar la Asamblea Nacional de la Colombia Humana. Petro fue el primer Secretario General, le sucedió Susana Muhamad.

Según voceros de los convocantes de esa asamblea extraordinaria, la dirección provisional de la Colombia Humana encabezada por la cartagenera Carmen Anachury, ha aplazado ¡seis (6) veces! la asamblea nacional. Algunos la cuestionan porque funge de orácula del presidente Petro en CH. De manera, que la máxima autoridad del partido de gobierno no sesiona desde hace dos años y medio.

Después de que Gustavo Petro dejó la dirección, le sucedió la hoy ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad. Luego llegó Dagoberto Quiroga Collazos, hoy Superintendente de Servicios Públicos. Posteriormente vinieron los liberales dentro de Colombia Humana, Guillermo Alfonso Jaramillo (hoy Ministro de Salud) y Marco Emilio Hincapié. Éste dejó el cargo para posesionarse como presidente de Coljuegos, la entidad que maneja los juegos de azar del país.

3. Los privilegiados del PH

Asimismo, hay otros partidos y movimientos del PH que son privilegiados. Por ejemplo, los liberales disidentes, el Partido Comunista y la Alianza Verde tienen mayor representación burocrática que la militancia de la Colombia Humana. Si bien Muhamad es de CH, no le da participación burocrática a la militancia. En tanto que pareciera que el presidente viviera en una burbuja de las que produce la soledad del poder sin contacto con las bases que en toda su vida política le acompañó en su gesta electoral.

Al fracasar su propuesta de gobierno compartido con la derecha, Petro apeló a un discurso virulento y ambivalente para ganar a las masas desorientadas que, hasta ahora, no las ha favorecido. Se está demostrando que este gobierno no es democrático, como lo pregona Petro y sus acólitos. Si miramos un poco lo que sucede en el Ministerio del Trabajo se comprueba que no tienen la capacidad de gestionar las contradicciones con los trabajadores. Una visión de corte estalinista se está imponiendo en el alto gobierno.

Petro y el Progresismo siguen en deuda

¿Progresismo o regresismo? Tal es la pregunta que se propone en este análisis de la coyuntura política.

El cambio social prometido no se siente ni se vive dentro ni afuera, mucho menos entre los más vulnerables. El «fuego amigo» volverá cenizas lo que queda del progresismo del gobierno de Gustavo Petro

En la próxima entrega analizaremos otros tres de este top 10: 4.– «Petro no puede con la angarilla, y está buscando jolones». Petro no puede con la angarilla». 5.– Un plan para las calendas griegas. 6.- La relación tóxica del gobierno.

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