Se acrecienta crisis en Transcaribe. Se paraliza el sistema. El bebé que llora.

Transcaribe realmente es un «bebé que llora y su papá lo pellizca». Tiene un modelo de negocio que lo mata lentamente. Los operadores privados se quedan con el 70% de la tarifa y a la empresa solo le giran el 4%. Pero tenemos un alcalde que —en ves de salvarlo— le puso una almohada en la cara, inexorablemente lo asfixiará para que la muerte sea triste y penosa.

Lo increíble, la nación le mandó dos salvavidas. Pero William Dau fue incapaz de usarlos. Los desechó por negligencia u omisión. Esta conducta produjo días difíciles, aglomeraciones, congestión social que se pudieron transformar en asonadas. Ni Procuraduría ni Fiscalía existen. Tampoco control social.

Es el mismo modelo de ineptitud que se vive en diferentes entidades del Distrito. Por ejemplo, en Corvivienda donde su gerente casi deja perder los recursos de la Ciudadela de la Paz.

«Bebé que llora»

Pero Transcaribe está como «el bebé que llora y la mamá lo pellizca». Los gastos de operación no se compensan con los ingresos vía tarifas. Para mantener un equilibrio, Transcaribe debe movilizar diariamente 406.800 pasajeros. Hasta ahora, ese punto de equilibrio no lo ha alcanzado. Por el contrario se mantiene un déficit histórico que se profundizó dramáticamente con la pandemia.

Pero, además, según lo señaló Cedetrabajo en un estudio, es un sistema de transporte que no soluciona la actual crisis de movilidad en la ciudad. Es un modelo que no tiene como finalidad ampliar la oferta vial distrital,  limitándose a intervenir 54 km,  de los 654 km del total de malla vial. O sea, menos del10% de la ciudad.

Lo gravoso de este modelo es que al distrito le corresponde asumir todos los costos económicos y fiscales derivados de la fases de pre-operación y operación  del SITM. Con esta estructura del negocio se le garantiza extraordinarias rentabilidades a los operadores privados. Estos se quedan con el 70% del total de la tarifa, mientras que a Transcaribe (distrito) le corresponde solamente el 4%. Realmente es un bebé que llora. ¿Qué hace la mamá, perdón, el papá Dau?

La mamá que lo pellizca

William Dau, quien se autoproclama salvador y «papá de los pollitos», le puso una almohada en la cara al bebé para ahogarlo. Estando en ese estado crítico, al alcalde no se le ocurrió nada inteligente sino cruzarse de brazos con una gerente que, de movilidad y administración, poco sabe. 

Cuando más necesitaba los recursos con el fin de evitar su parálisis, la actual administración no fue capaz de aprovechar dos fuentes de recursos financieros que le ofreció la nación en bandeja.

El primer salvavidas. El Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Transporte le autorizó usar el dinero de la infraestructura para los gastos de operación. Fue una medida excepcional del gobierno nacional de alivio para enfrentar las consecuencias del Covid—19. O sea, hubiese resuelto parcialmente el problema del déficit a mediados del 2020 con dineros frescos. Lo chévere es que el Distrito solamente comenzaría a pagar dentro de 3 años a una tasa de oportunidad.

Hoy, la ministra de Transporte, Angela María Orozco, dijo a la WRadio que la alcaldía de Cartagena no aprovechó esa gabela:

«Nosotros debemos separar los problemas históricos de los derivados de la pandemia. No obstante, el año pasado le permitimos a los entes territoriales utilizar los recursos del convenio que era para construir la infraestructura, lo incluyeran en el plan de desarrollo para cubrir los déficit de operación».

Pero el gobierno les exigió a los entes territoriales un mínimo de condiciones para asegurar esos recursos. Tampoco cumplió.

El segundo salvavidas

El segundo salvavidas fue la línea de crédito ofrecido por Findeter. ¿Pero qué hizo el alcalde de Cartagena? Lo rechazó. No tuvo argumentos de peso.  Tenía plazo hasta el mes de diciembre de 2020 para tomar el crédito. Tanto William Dau y Sindry Camargo, alcalde y gerente de Transcaribe, respectivamente, dejaron que se venciera el plazo. 

Angela María Orozco dijo que Dau desistió de la otra alternativa, el crédito.

«Adicionalmente destinamos recursos del Fomet por $645 millones para sacar una línea de crédito con Findeter, la línea más favorable (+4%). No obstante, el único ente territorial que tomó esos recursos fue Barranquilla. El alcalde de Cartagena desistió»

¿Qué pasó? La línea de crédito estaba vigente hasta el 31 de diciembre de 2020. Y no la aprovecharon. Lo mismo que estaba sucediendo con los recursos de Corvivienda para la Ciudadela de la Paz. El gerente Néstor Castro casi los deja perder. ¿Será lo mismo que sucedió con Transcaribe? Negligencia y desconocimiento. Sindry Camargo y William Dau tienen la palabra. 

Bebé que llora y su tercera oportunidad

La ministra dijo hoy que le mandó dos salvavidas para Transcaribe, pero el alcalde los rechazó. Aquí la ministra de Transporte, Angela Orozco con la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez.

«El bebé» de Dau tiene una segunda —mejor dicho, una tercera—oportunidad. Transcaribe se puede salvar si el alcalde se pellizca. La misma ministra le ofreció el crédito que no aprovechó el año pasado:

«Tan pronto que la alcaldía nos contactó hace aproximadamente tres semanas que ahora sí querían tomar el crédito, inmediatamente actuamos con la junta de Findeter. Se está reactivando con una mejor tasa, un plazo de 10 años con tres de gracia».

Si no aprovecha esta oportunidad, que le piquen caña. Es la tercera oportunidad que tiene el alcalde de Cartagena para salvar a Transcaribe. Pero todo hace indicar que su rol como primera autoridad está preñado de ineptitud, desconocimiento y mala fe.

¿Qué pretendió William Daut al rechazar los dos anteriores salvavidas para Transcaribe?  No solo pellizcó al bebé sino que lo está ahogado con una almohada para que no siga llorando y su muerte sea silenciosa y tormentosa.

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