Lo que le faltaba a La Heroica. Pasamos del sueño a la pesadilla. A soportar las pendejadas de un alcalde malandro que tomó por asalto a una ciudad que ha sido víctima de piratas y corsarios a lo largo de su historia colonial, independentista y contemporánea. Celebramos con mucha pena estos 209 años de nuestra independencia absoluta de la Corona Española.

En su posesión William Dau prometió el sueño:

«Tenemos la oportunidad de cambiar la historia de Cartagena con la ayuda de todos. Yo dejé mi vida en el exterior porque no soportaba más ver como los malandrines se robaban los recursos de la ciudad, mientras los pobres eran cada día más pobres. Hoy les pido que me acompañen, que no me dejen solo, porque el reto que tenemos es sacar a Cartagena del atraso y la miseria».

Hizo historia. Todo lo trastocó en una pesadilla. Pasó a ser el peor alcalde que nos ha gobernado en todos los tiempos. Campo Elías Terán Dix lo hizo mucho mejor. Si bien se entregó a las élites dominantes, por lo menos tenía sensibilidad social. El tema es que Dau es considerado como una mala persona, según sus antiguos aliados.

Un discurso anticorrupción sin saliva

Hay que decirlo con claridad como hablamos en el Caribe. El alcalde se hace pasar por pendejo con un discurso anticorrupción para engañar y manipular a un sector de la opinión pública. Pero, a vuelta de 11 meses de gestión administrativa, confirmó lo que habíamos denunciado entre septiembre y octubre del 2019. Es un buitre que se posesionó en Cartagena. Un gobernante incompetente, prepotente, negligente y —como colofón— vicioso, al decir de sus amigos.

El 30 de diciembre cumplimos un año de gestión del alcalde de Cartagena, William Dau Chamat que se posesionó prometiendo lo que no ha cumplido. Llegó a la alcaldía valiéndose del engaño y de un discurso falso de anticorrupción. A estas alturas de su gobierno, se produjo el desembrujo más rápido que tarde. Peleó con todo el mundo, menos con sus aliados estratégicos: los Araújo.

Del sueño a la pesadilla

Pasamos en un momento del sueño a la pesadilla. El sueño duró lo que dura un merengue en la puerta de un colegio. Nos quedamos con la pesadilla.

Cuando fue elegido (27 de octubre) hubo mucha esperanza para acabar con la galopante corrupción en la administración pública. Fue el peor de los 11 candidatos que quedaron en contienda. Wilmer Herrera, uno de los candidatos, lo hubiese hecho mejor. Lo mismo que Nabil Baladi. Por decir algunos de los últimos de las encuestas Bastaba hablar con Dau 5 minutos para saber que no tenía suficiente maíz para ser el gallo que Cartagena necesitaba. No tiene fondo. Es de un pensamiento desfondado.

El primer campanazo de alerta fue la conformación de las comisiones de empalme. La primera desveló la verdadera intención del malandro. Las direcciones de esas comisiones estaban a cargo de figuras de los gremios económicos, exfuncionarios de Judith Pinedo  y miembros del Centro Democrático. En el artículo «El top-secret de la victoria de Dau. ¿El uribismo fue artífice de un Gran Fraude al Electorado? (I), señalamos:

«¿Por qué hacer un Gran Fraude al Electorado? El día que Dau dió a conocer su primera comisión de empalme compuesta por una rara mixtura política, reveló su verdadera catadura. Estaba lo más granado de la derecha uribista bolivarense, como Gabriel Arango Bacci y Mello Otoya , mezclado con los mariamulatos y algunos de izquierda como Reynaldo Manjarrés. Pero se formó la de Troya. Como hubo una reacción negativa en redes sociales de las personas que lo apoyaron incondicionalmente, el «Tractor» reculó. Mostró su verdadera misión: capturar a Cartagena para la extrema derecha».

Ante la reacción de sus aliados de izquierda, Dau reculó. Y conformó otra comisión de empalme dirigida por Irina Saer Saker. Es esposa y socia del también abogado y contratista de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena (SPRC), enriquecido con los litigios marítimos, Juan Guillermo Hincapie Molina. Este fue el primer paso que hizo correr un poco el maquillaje al alcalde malandro.

El rico que ayuda a los pobres

Del sueño a la pesadilla solo hubo un paso. el alcalde jamás tuvo sueño de transformar a su ciudad sino de aprovecharse de la corrupción para hacer su agosto.

Como lo informamos, Dau se inscribió con una parodia de programa de gobierno. Lo plagió de Wikipedia. Tenía solo dos palabras. «Corruptos y malandrines». Y eso le gusta a la gente presa de resentimientos, que de alguna manera se quiere desquitar con aquellos que consideran los causantes de su desgracia.

Dau posó de pobre para pagarle a Cynthia $500 mil por su trabajo en la campaña y contactarle los líderes populares. Decía que se venía a gastar la plata de su pensión para «salvar a Cartagena». Ocultó que trabajaba como abogado para una de las firmas llamadas fondos buitres y que era accionista de Aguas de Cartagena.

Algún lector militante de izquierdista, respondió a mis investigaciones sobre William Dau, diciendo que los ricos siempre han jugado un papel de líderes para la libertad de la clase obrera. Me puso como ejemplo, a Marx, Lenín, Mao y Fidel Castro. Todos provenientes de la burguesía, me decía. Pero esos líderes, bien formados, tenían ideales, sueños. Pero Dau solo quería engañar para asaltar el erario de los cartageneros como uno de los peores corsarios.

El mismo Javier Julio Bejarano le preguntó qué había hecho con los casi $2 billones del presupuesto de este año. Si antes se los robaba los malandrines ¿quién se está quedando con las comisiones? Pueden ver la primera entrega de esta serie ¿Se acabó el embrujo del alcalde malandro? (I).

Del sueño y la pesadilla de Dau

Pasar de un sueño a una pesadilla es duro. Algunos de sus aliados que creyeron en ese sueño, partieron palitos con William Dau. Tuvieron valor. El concejal Javier Julio Bejarano, Antonio Tamara y muchos otros, comenzaron a desvelar las verdaderas intenciones del autodenominado «El Tractor».

El día que se posesionó (1 de enero 2020) el embrujo era febril entre sus seguidores y aliados. No podían ver la calaveras, como dice Gloría Gaitán. Estaban ciegos, como el marido cachón. El último en saberlo era él. Creían que comenzaba a hacerse realidad su sueño. «Coronamos con Dau». Pensaron. Y hablo, en especial de algunos sectores que han hecho política marginal sin conquistar algo significativo en sus vidas. Allí estaba una camada de hombres y mujeres que esperaban estar en lugares de comando. Muchos son personas honestas.

Armando Córdoba, quien nunca había tenido un cargo formal ni antecedentes laborales. Tampoco ha forjado una empresa. Una Cynthia Pérez Amador, quien jamás había tenido una vinculación laboral o comercial. Para recibir ese millonario contrato ($72 millones) debió falsificar todo. David Múnera, quien con su eterna conducta oposicionista, no logró reelegirse como concejal, y solo espera pensionarse como Secretario del Interior. Kairen Margarita Gutiérrez Gejedor, quien nunca pasó de las Ops que alcanzó con Judith Pinedo. Y Olga Acosta Amel representante de Judith Pinedo y del Sudeb en el gobierno de Dau.

Ellos hacen parte de esa izquierda marginal. Muchos se han sacrificado a lo largo de su vida por sus ideales. Pero nunca han estado preparados para el poder. Y han mostrado lo que se esperaba de ellos: ineptitud e ignorancia en las cosas de administración pública. Una cosa es oposición y otra ejecución. Gritar y exigir es diferente a escuchar, atender y ejecutar.

Pero ese sueño de pelechar del Estado se está desvaneciendo. Se desvaneció. El rifirrafe de Dau con el concejal Javier Julio Bejarano deberá provocar una serie de renuncias en el gabinete distrital. Si tienen dignidad política, su renuncia debe ser ipso facto. Deben hacerlo en solidaridad con el concejal de la alianza Mais—Polo Democrático—Colombia Humana. ¿Renunciarán?

Este 11 de noviembre de 2020, bajo la pandemia del covid 19, nos hace recordar que Cartagena es siempre heroica. Pero, al momento de buscar una solución política, casi siempre se equivoca. La última solución viene a ser peor que la enfermedad.

Pero el caso de Dau es la tapa de malas decisiones políticas. No obstante, todo hace indicar que William Dau Chamat, no solo fue un fiasco. Fue la defraudación electoral más grande de la historia democrática de la ciudad. ¿Cómo Dau saltó de 4° en las encuestas, faltando la última semana, primer lugar remontando 16 puntos más 5% de ventaja sobre William García? En la próxima entrega se lo explicaré.

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